(CNN Español) – Como lo comentamos en el episodio de este miércoles, el doctor Elmer Huerta, colaborador de CNN en Español y presentador de este podcast, fue seleccionado para participar como voluntario en la fase 3 del estudio de Moderna para la vacuna contra el coronavirus.
En este episodio, seguimos al doctor Huerta en todo el proceso en el que recibió la vacuna o el placebo contra el virus. ¿Cómo se sintió? ¿Cuál fue el procedimiento? El doctor te lo cuenta acá.
Puedes escuchar este episodio en Apple Podcasts, Spotify o tu plataforma de podcast favorita, o leer la transcripción a continuación.
Hola, soy el Dr. Elmer Huerta y esta es su dosis diaria de información sobre el nuevo coronavirus, información que esperamos sea de utilidad para cuidar de su salud y la de su familia.
En el episodio anterior, compartí con ustedes la enorme alegría que tuve de ser seleccionado por el estudio de vacunas de la Red de Prevención covid-19 de Estados Unidos, con sede en la Universidad George Washington, en la capital del país.
Hoy quiero contarles cómo me fue.
Después de dormir una hora menos de lo que acostumbro ––cinco en vez de seis–– me desperté cinco minutos antes de que sonara el despertador y, después de desayunar, me fui muy temprano al hospital. Llovía mucho en Washington a esa hora de la mañana y en el camino pensaba en lo que iba a hacer.
Era posible que me inyectaran una vacuna que no más de 1.000 seres humanos han recibido en el planeta, habitado por más de 7.000 millones de personas.
Como les conté en el episodio anterior, sentía un poco de miedo, pero ya había tomado mi decisión. Quería hacerlo.
Al llegar al hospital, me tomaron la temperatura en la frente para dejarme entrar y el personal de la clínica de investigación me estaba esperando.
La sesión duró dos horas y media.
La primera parte fue probablemente la más importante desde el punto de vista de respeto a una persona que voluntariamente desea participar en un estudio clínico.
La enfermera encargada revisó conmigo las 21 páginas del consentimiento informado. Un documento en el que se describe en detalle el experimento, haciéndose hincapié en los riesgos y beneficios del estudio. Se mencionan uno a uno los posibles efectos secundarios y todos los escenarios posibles si ocurrieran problemas imprevistos.
En el consentimiento informado, se describe también con mucho detalle cuál es la composición de la vacuna y cómo será el seguimiento de cada voluntario.
Se especifica que el estudio durará 25 meses, que recibiré una llamada mensual, que tendré que ir al hospital seis veces durante ese tiempo y que en cada oportunidad me sacarán sangre y me examinarán.
Tras esa larga explicación, firmé el documento y ya estaba listo para el examen clínico de mi cuerpo. Luego me sacarían ocho pequeños tubos de sangre para saber cómo estaba mi sistema de defensa.
Por último, llegó el momento de la verdad. La doctora que me examinó me dijo que ya estaba listo para que la computadora me sorteara a uno de los dos grupos del estudio: el que iba a recibir la vacuna o el que recibiría el placebo.
La enfermera llegó a los 20 minutos con una bandeja que contenía una jeringuilla muy similar a la que se usa para ponerse la insulina, con un líquido transparente, que podía ser la vacuna o el suero fisiológico usado como placebo.
Me preguntó si era diestro o zurdo y escogió el hombro izquierdo para inyectarme.
No sentí ningún dolor, al liquido no produjo ninguna reacción y todo estaba consumado.
Ya había por fin recibido la inyección, pero curiosamente, no sabía ––ni sabré durante algún tiempo–– qué me tocó, si la vacuna o el placebo.
Inmediatamente después de la inyección, me hicieron reposar durante media hora y al no suceder ni sentir nada, me dijeron que me podía ir.
Durante todo el día, y hasta la hora en que escribo este episodio, me he sentido un poco cansado y, como dicen las abuelitas, “con el cuerpo cortado”. Es posible, pienso -y ojalá que sea así-, que haya recibido la vacuna.
La única pregunta que hice fue que si cuando salga la licencia de usar esta vacuna, que se calcula será en algún momento del primer semestre del próximo año, me dejarán saber si recibí el placebo o a la vacuna.
Me dijeron que sí, que cuando la vacuna sea autorizada para su uso, me llamarán y me dirán que vaya inmediatamente al hospital para recibir la vacuna porque me pusieron agua o, al revés, me dirán que no me preocupe, que ya había recibido la vacuna.
Esta ha sido una experiencia maravillosa. Veremos qué me deparan los días, semanas y meses siguientes.
De lo que estoy seguro es de que dormiré tranquilo, pensando que, con este acto tan sencillo, pero grave, habré contribuido a que se desarrolle una de las esperadas vacunas que necesita la humanidad para controlar la pandemia.
Envíeme sus preguntas por Twitter, intentaremos responderlas en nuestros próximos episodios. Puede encontrarme en @DrHuerta.
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