Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales, y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Director de Nodal, un portal dedicado a las noticias de América Latina y el Caribe. Es columnista de TV en el canal argentino C5N, en el programa «En la frontera», de Público TV (España) y en programas de las estaciones argentinas Radio 10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fe. A lo largo de su trayectoria, Brieger ha ganado importantes premios por su labor informativa en radio y televisión de Argentina. Su cuenta en Twitter es @PedroBriegerOk. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más artículos de opinión en CNNE.com/opinion.
(CNN Español) – Este 4 de septiembre de 2020 se cumplen 50 años del triunfo electoral del socialista Salvador Allende en Chile, al frente de la Unidad Popular conformada por el partido socialista, el comunista y otros menores. En su cuarto intento, Allende alcanzó la presidencia predicando “la vía pacífica al socialismo”. Triunfó en un contexto histórico regional marcado por la revolución cubana, en 1959, y el alto impacto que tuvo en toda América Latina. Numerosos grupos políticos que se identificaron con la revolución cubana intentaron imitar el “modelo” revolucionario iniciando focos guerrilleros en sus propios países, especialmente en algunos donde había dictaduras.
Salvador Allende, que también había expresado su simpatía por lo sucedido en Cuba, consideraba que la tradición democrática de Chile permitía llegar al poder por la vía electoral en el marco de las instituciones heredadas sin una ruptura revolucionaria al estilo cubano. En otras palabras, Allende estaba convencido de que se podía comenzar un proceso de tránsito del capitalismo al socialismo de manera pacífica, de allí que se acuñara la frase “la vía pacífica al socialismo”, sin renegar de la democracia representativa con su pluralidad de partidos políticos y de medios de comunicación. Allende, al frente de un partido que se definía marxista, pensaba en un socialismo pluralista muy alejado del esquema de partido único de la Unión Soviética, de China y de las otras experiencias que se también se denominaban socialistas.
A diferencia de otros países de América Latina, donde abundaban los golpes de Estado realizados por militares, Salvador Allende creía que el ejército chileno era profesional, democrático y constitucional, y que Estados Unidos toleraría un modelo socialista en América Latina diferente al de Cuba, país al que había impuesto un férreo bloqueo.
Su utopía de la “vía pacífica al socialismo” fue derrotada en 1973 por el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet. En su último discurso, mientras lo bombardeaban y se consumaba el golpe, no apeló a resistir con las armas. Habló del castigo moral que sufrirían quienes lo derrocaban. Cincuenta años después, la imagen de Allende está por doquier en Chile y no es casual que se rescatara su figura durante el estallido social de octubre de 2019.
Allende gobernó menos de tres años. Augusto Pinochet lo derrocó y se mantuvo manu militari casi 17. En un contexto diferente, y ya en el siglo XXI, varios líderes de izquierda accedieron al poder por la vía electoral en América Latina, un camino que inició Allende en Chile un 4 de septiembre de 1970.