(CNN) – Vladimir Putin anunció la aprobación de la vacuna contra el coronavirus Sputnik-V de Rusia el 11 de agosto en medio de mucha fanfarria, diciendo que funciona “con bastante eficacia” para formar una inmunidad estable.
¿Cómo iba a saber esto? Porque el presidente ruso reveló que una de sus hijas ya la había tenido.
En declaraciones a la televisión estatal rusa en ese momento, Putin dijo que su hija tuvo una temperatura ligeramente más alta después de cada dosis de la vacuna contra el coronavirus en dos etapas, pero que “ahora se siente bien”.
Las autoridades rusas han señalado a los maestros –así como a los médicos– como trabajadores clave que tendrán acceso a la vacuna primero, incluso antes de que hayan finalizado los ensayos en humanos de la fase 3.
Pero eso no les cayó bien a algunos sectores de estos trabajadores de primera línea que no confían en las afirmaciones de Putin sobre la eficacia de la vacuna y se muestran reacios a ser utilizados como conejillos de indias humanos.
El 1 de septiembre, las aulas rusas reabrieron por primera vez desde marzo en medio de la pandemia de covid-19, el mismo día en que el país superó el millón de casos de coronavirus. Los maestros debían estar entre los primeros en beneficiarse de la nueva vacuna contra el coronavirus de Rusia, especialmente dado el estrecho contacto con cientos de niños a los que están expuestos a diario. Pero CNN se enteró que pocos –si es que hay alguno–, han aceptado hasta ahora la oferta de vacunarse.
Desarrollada por el Instituto Gamaleya con sede en Moscú, la vacuna Sputnik-V recibió su nombre del sorpresivo lanzamiento en 1957 del primer satélite del mundo por parte de la Unión Soviética.
La afirmación de Rusia de la victoria al ser el primero en aprobar una vacuna contra el coronavirus en una pandemia mundial se encontró inicialmente con una preocupación generalizada y preguntas sin respuesta sobre su seguridad y eficacia, y no solo desde fuera del país.
Un sindicato de profesores de Rusia, “Uchitel”, inició una petición en línea solicitando a los miembros que rechacen la vacuna por motivos de seguridad y expresando su preocupación de que la vacunación, actualmente voluntaria, no debería ser obligatoria a menos que los ensayos clínicos estén completos.
La realidad puede diferir de las promesas
Yuri Varlamov, maestro en Moscú y miembro del sindicato, dijo que no quiere vacunarse porque no cree que sea seguro en este momento.
“Antes del final de los ensayos, no pueden hacer que sea obligatorio. Pero sé que en algunas escuelas y organismos estatales, la gente habla sobre el estado obligatorio de esta vacuna para fines de este año”, dijo Varlamov.
Marina Balouyeva, copresidenta del sindicato “Uchitel”, dijo que una petición contra la vacunación obligatoria para los maestros era más una precaución.
Balouyeva asegura que desconfía de la Sputnik-V por varias razones. “En primer lugar, se sabe en general que la calidad de las vacunas nacionales es peor que la de las extranjeras”, afirmó.
“En segundo lugar, la vacuna se creó a la velocidad del ferrocarril, lo que ya genera preocupaciones. Se creó apresuradamente”.
A pesar de las promesas de las autoridades de que recibir la vacuna será voluntario, dijo que teme que las cosas puedan ser diferentes en la realidad, como suele ocurrir en las instituciones estatales rusas.
Balouyeva indicó que aún no se han presentado quejas a su sindicato por parte de los maestros que afirmen que los están obligando a vacunarse. Sin embargo, la experiencia previa indica que ha habido tales problemas con otras vacunas, dice.
Por ejemplo, oficialmente, la vacuna contra la gripe estacional no es obligatoria para los trabajadores educativos rusos, es voluntaria. Pero según Balouyeva, algunas escuelas se lo exigen a sus empleados sin falta.
Si habrá sanciones para aquellos que no estén dispuestos a vacunarse con la Sputnik-V, depende del director. La mayoría de las escuelas tienen el llamado “bono de incentivo”, un fondo de dinero que la administración puede distribuir como mejor le parezca. Algunos maestros podrían verse privados de este pago si no reciben la vacuna.
Balouyeva está muy familiarizada con las consecuencias que se derivan de ir en contra de la administración de la escuela.
Después de haber trabajado con éxito durante 15 años como profesora de inglés en una escuela correccional para niños con parálisis cerebral en San Petersburgo, Balouyeva comenta que fue despedida el año pasado por una “ausencia inexplicable” por no trabajar durante las vacaciones escolares.
Sucedió poco después de que ella dijera públicamente que los salarios de los maestros eran más bajos que las cifras publicadas en documentos oficiales.
“Los maestros son una categoría muy privada de derechos, al igual que los médicos”, afirmó la exmaestra, y agregó que la tentación de probar la vacuna en ellos es inmensa. “Es barato y práctico, ¿por qué no hacerlo, desde el punto de vista de las autoridades?”
Las autoridades locales le dieron acceso a CNN a una de las mejores escuelas públicas de Moscú, donde se han implementado algunas medidas, como pruebas y maestros con mascarillas.
Pero nadie con quien CNN habló en la Escuela 1363 dijo que se había vacunado, aunque aseguran que “definitivamente” lo harán pronto. La subdirectora Maria Zatolokina explicó: “Creo que todos los maestros comprenden lo importante que es estar seguro y crear un ambiente seguro para que nuestros estudiantes estén saludables. Por eso espero que seamos personas responsables, y deberíamos estar vacunados”.
Presión política
Críticos como Anastasia Vasilyeva, una médica rusa que se convirtió en una destacada activista y aliada del líder de la oposición rusa Alexey Navalny, dicen que el impulso del país por una vacuna se produce en medio de la presión política del Kremlin, que desea retratar a Rusia como una fuerza científica mundial. Navalny es tratado actualmente en un hospital de Berlín después de un presunto intento de envenenamiento en Siberia el mes pasado.
“Creo que es para mostrar que Rusia es un gran país fuerte, que Putin es un gran presidente”, señaló Vasilyeva a CNN.
Su colega, cirujano de un hospital en el noreste de Moscú, compartió sus preocupaciones sobre la vacuna con CNN, estrictamente bajo condición de anonimato, por temor a sufrir repercusiones en el trabajo, si se manifestaba públicamente en contra de la vacuna. Cuando le ofrecieron la vacuna a principios de agosto, comenzó a consultar con expertos.
“No soy un especialista en vacunas”, admite. “Entonces, llamé a los médicos que se ocupan de las vacunas, llamé a los inmunólogos. Me dijeron: ‘no lo hagas, de ninguna manera, la vacuna está cruda’”.
Fue una oferta amistosa, dice, sin presiones, sin obligaciones. Pero por mucho que el médico jefe adjunto trató de persuadir al cirujano de que la vacuna es “perfectamente normal, buena, asombrosa”, el médico seguía siendo reacio a probarla él mismo.
“Explíqueme: ¿cómo es posible que organizaciones europeas e internacionales tan poderosas no puedan hacerlo, pero un Instituto Gamaleya relativamente pequeño sí? No puedo entenderlo”, expresó el cirujano.
No sabía cuándo se entregaría la vacuna a su hospital, pero dijo que muy pocos de sus colegas tendrían el valor de rechazarla.
“El totalitarismo permanece [en Rusia]. Los dos sectores más desamparados son la educación y la atención médica. Todo se hace con fuerza aquí. El año pasado me vacuné contra la gripe, a todos les dijeron que debían vacunarse. Y todos lo hicieron, porque si no lo haces, habrá sanciones”.
Pero no solo los médicos y maestros expresaron su preocupación de que Rusia pueda haber tomado atajos esenciales en el desarrollo.
Las encuestas sugieren que alrededor de la mitad de los ciudadanos rusos tienen dudas sobre la vacuna, informó el viernes el alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin, durante una videoconferencia con Putin. Sin embargo, agregó que hace dos meses la cifra era casi del 90%.
Sobyanin, quien reveló que había sido vacunado con la Sputnik-V, habló momentos después de que Rusia publicara sus datos revisados por pares de los ensayos clínicos de fase 1 y fase 2 en la revista médica The Lancet, lo que sugiere que la vacuna rusa tiene un buen perfil de seguridad y no produjo efectos secundarios adversos graves.
Los científicos que no participaron en el estudio dijeron que si bien los resultados son una señal positiva, solo los ensayos de Fase 3 más grandes pueden confirmar si la vacuna realmente previene la enfermedad del covid-19.
También se mostró al ministro de Defensa ruso recibiendo la dosis. Parece que los mensajes de Rusia sobre la vacuna se han acelerado tras la publicación de sus datos científicos. Queda por ver si la marea de la opinión pública y los trabajadores de primera línea también cambiará con el tiempo.