Nota del editor: el exvicepresidente Joe Biden es el candidato demócrata a la presidencia. Las opiniones expresadas en este comentario son propias del autor.
(CNN) – Cuando Donald Trump se postuló a la presidencia prometió un “mejor acuerdo” para contener el programa nuclear de Irán y prometió aplicar presión a Teherán para que redujera su comportamiento agresivo en el Medio Oriente. Igual que tantas de las promesas de Donald Trump, estas demostraron ser solo palabras vacías. En cambio, descartó descuidadamente una política que estaba funcionando para mantener a Estados Unidos fuera de peligro y la reemplazó con una que ha empeorado la amenaza.
El mes pasado se demostró que la política de Trump sobre Irán es un fracaso peligroso. En las Naciones Unidas, Trump no pudo reunir a ni uno solo de los aliados más cercanos de Estados Unidos para extender el embargo de armas de las Naciones Unidas contra Irán. Luego, Trump intentó reimponer unilateralmente las sanciones de las Naciones Unidas contra Irán, para que prácticamente todos los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se unieran para rechazar su táctica. Ahora, hay reportes de que Irán ha acumulado diez veces más uranio enriquecido que cuando el presidente Barack Obama y yo dejamos nuestros cargos.
Necesitamos cambiar el curso de manera urgente.
No me hago ilusiones sobre los desafíos que el régimen de Irán representa para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, para nuestros amigos y socios y para su propia gente. Pero hay una manera inteligente de ser duros contra Irán, y está la manera de Trump. Ha ignorado a nuestros aliados más cercanos y se alejó –por su cuenta, sin un plan– de un acuerdo que ponía los ojos y oídos del mundo en el interior del programa nuclear de Irán y estaba bloqueando de manera verificable los caminos de Irán hacia un arma nuclear.
Él ha aumentado repetidamente las tensiones, creando el riesgo de acercarnos a otra guerra en el Medio Oriente sin una estrategia o desenlace realistas. Se ha lanzado a escaladas riesgosas que pusieron en peligro a nuestras tropas, y después le quitó importancia a sus lesiones cerebrales, a las que describió como “dolores de cabeza”.
Según cualquier medida objetiva, la “presión máxima” de Trump ha sido una bendición para el régimen de Irán y un fracaso para los intereses de Estados Unidos.
Hace cinco años, la diplomacia bajo el liderazgo de Estados Unidos produjo un acuerdo que garantizaba que le tomaría a Irán al menos un año producir suficiente material fisible para una bomba. Ahora –debido a que Trump ha librado a Irán de sus obligaciones bajo el acuerdo nuclear– el tiempo de “irrupción” de Teherán se ha reducido a tan solo unos meses.
Y no hay ninguna diplomacia seria en curso para revertirlo. El hecho crucial es que Irán está más cerca de una bomba nuclear hoy de lo que estaba cuando Donald Trump asumió su cargo. Y Trump no tiene una respuesta para eso. Hace cinco años, hasta Rusia y China se pusieron del lado de nuestros aliados europeos en favor de un enfoque liderado por Estados Unidos respecto del programa nuclear de Irán.
Ahora, Estados Unidos está aislado. Las políticas de Trump han acercado a Rusia y China a Irán, al mismo tiempo que han reducido las relaciones transatlánticas a su punto más bajo en décadas. Cuando las tensiones aumentaron a principios de este año, en vez de movilizarse en favor de Estados Unidos, nuestros aliados europeos pidieron que “todas las partes ejercieran la máxima moderación y responsabilidad”.
Como Trump violó el acuerdo que Estados Unidos había negociado y luego actuó de manera imprudente, ahora los países que conforman el poder mundial utilizan toda su energía para oponerse a la política estadounidense en vez de trabajar juntos para contrarrestar a Teherán. Esta mezcla de confrontación y aislamiento nos dejará lo peor de las dos situaciones: sin un embargo a las armas y sin una posibilidad de reversión a las sanciones de las Naciones Unidas, pero también sin ningún acuerdo para limitar el programa nuclear en Irán y ningún plan, excepto el de redoblar la apuesta yendo hacia atrás de manera imprudente.
Hace cinco años, Irán era un mal actor en la región que requería disuasión y hacerlo retroceder de manera constante, pero no había desplegado un gran ataque a las fuerzas estadounidenses en la región en años. Desde que Trump asumió la presidencia, Irán o sus representantes han asesinado a dos militares y a un contratista estadounidenses, han herido gravemente a 100 miembros de las tropas de Estados Unidos, han dañado instalaciones petroleras sauditas y han inhabilitado buques mercantes que navegaban por el Golfo.
Antes de que Trump asumiera la presidencia, pasaron años sin que hubiera ningún ataque con misiles a las instalaciones estadounidenses en Irak. Ahora suceden de manera regular. En vez de restaurar una postura disuasiva, Trump ha envalentonado a Irán. En vez de acabar las “guerras sinfín” Trump ha llevado a Estados Unidos al borde de una guerra repetidas veces. Si esto es lo que Trump considera un éxito, no me gustaría ver lo que sería un fracaso.
Lo bueno es que todavía hay una mejor manera de hacerlo.
Esto lo que haría como presidente.
Primero, me comprometería de manera firme a evitar que Irán adquiriese armas nucleares.
Segundo, le ofrecería a Teherán una vía creíble para volver a la diplomacia. Y si Irán cumple estrictamente con ese acuerdo nuclear, Estados Unidos se uniría de nuevo al acuerdo como punto de partida para negociaciones venideras.
Trabajaremos con nuestros aliados para fortalecer y extender todas las disposiciones del acuerdo y al mismo tiempo abordaremos otros temas preocupantes. Esto incluye trabajar de manera incansable para liberar a los estadounidenses detenidos injustamente y denunciar al régimen por la violación de los derechos humanos, incluyendo la ejecución del luchador Navid Afkari esta semana y la detención injusta de prisioneros políticos, como el abogado en derechos humanos Nasrin Sotoudeh. Trabajaremos para ayudar a que nuestros aliados reduzcan las tensiones y a que acaben con los conflictos regionales, incluyendo la desastrosa guerra en Yemen.
También tomaré las medidas necesarias para asegurar que las sanciones impuestas por Estados Unidos no obstaculicen la lucha de Irán contra el covid-19 y, desde el primer día, voy a eliminar esa vergonzosa prohibición de viaje específica para algunos países donde hay una mayoría musulmana, entre otras cosas.
Tercero, seguiré insistiendo para que se replieguen todas las actividades desestabilizadoras de Irán, que amenazan a nuestros amigos y socios de la región. Retomaré el acuerdo récord de asistencia en seguridad entre Estados Unidos e Israel que firmamos cuando yo era vicepresidente. Estados Unidos también trabajará junto con Israel para asegurar que se pueda defender por sí mismo de Irán y sus representantes. Seguiremos utilizando sanciones específicas en contra de los abusos a los derechos humanos en Irán, por su apoyo al terrorismo y al programa de misiles balísticos.
Si Irán prefiere la confrontación, estoy preparado para defender nuestros intereses vitales y a nuestras tropas. Pero también estoy preparado para utilizar el camino de la diplomacia, si Irán toma los pasos necesarios para mostrar que también está listo para hacerlo.
Al tener al mundo de nuevo a nuestro favor, el gobierno de Biden tendrá como prioridad establecer la política correcta con Irán.