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(CNN) – Craig Foster estaba buceando, con el torso desnudo, en aguas extremadamente frías en el extremo sur de África cuando la vio: un pulpo escondido bajo un manto de conchas y piedras.

Encantado, comenzó a seguir a esta criatura increíblemente tímida, tratando de demostrar que no era un depredador quedándose muy quieto en su presencia. Durante semanas ella lo evadió: escondiéndose en su guarida, camuflándose o empujando su cuerpo líquido hacia la grieta más cercana para escapar.

Y luego, después de 26 días de cortejo casi obsesivo, lo alcanzó y lo tocó.

En el nuevo documental de Netflix “My Octopus Teacher”, este tierno momento te conmueve de una manera que nunca pensaste que podría conmoverte un tentáculo de pulpo alrededor de una mano humana.

Filmado en 2010, “My Octopus Teacher” narra el año que Craig Foster pasó cultivando un vínculo único con una criatura extraordinaria. El documental sobre la naturaleza ha recibido ocho nominaciones para el premio Jackson Wild Media y ganó el premio a Mejor Película en el Festival EarthxFilm.

Foster pudo capturar momentos íntimos de la corta vida de esta pulpo al pasar hasta dos horas siguiéndola todos los días durante un año. “Si te ganas la confianza de ese animal durante un período de meses, en realidad te ignorará hasta cierto punto y seguirá con su vida normal. Y te permitirá entrar en su mundo secreto”, le cuenta Foster a CNN.

Los momentos íntimos de “My Octopus Teacher”

En el documental la podemos ver burlar a un tiburón montando en su lomo y podemos ver cómo le crece un nuevo tentáculo después de sobrevivir a un ataque de tiburón. Finalmente la vemos consumiéndose después de poner una nidada de huevos.

“El pulpo me mostró muchos comportamientos que eran completamente nuevos para la ciencia, porque este animal confiaba en mí”, dice.

"My octupus teacher" fue dirigida por Pippa Ehrlich y James Reed y producida por Craig Foster (foto: Craig Foster/Sea Change Project).

El momento más poderoso para Foster fue cuando ella le permitió seguirla en una cacería. “No es como si estuvieras en un Jeep y llegaras a una escena de caza en el terreno”, explica. “En el agua es íntimo. Cuando ella elige dejarte entrar en su mundo (…) es un momento muy, muy especial, no solo de ser aceptado, sino de que tu presencia para ella también se siente natural, como si pertenecieras a ese espacio con ella”, cuenta.

Foster pasó los últimos diez años buceando en un bosque de algas marinas en el océano Atlántico frente a la costa oeste de Sudáfrica, donde la temperatura del agua puede bajar hasta 8º C.

Conocido como el “Cabo de las Tormentas”, describe este trozo de océano como “la costa más traicionera del mundo”. Mientras que algunos nadadores temen a los tiburones u otros depredadores, Foster dice que la mayor amenaza para su vida es que una gran ola lo arroje hacia una roca.

El poder curativo del océano

Foster comenzó este régimen de buceo diario como una forma de lidiar con una depresión que lo había dejado en carne viva y desconectado. “Estaba batallando. Mi única forma de curar se sentía como si necesitara estar en el océano, mi lugar feliz cuando era niño”, explica.

Sumergirse en este mundo submarino calmó su mente, dice. A lo largo de los años, otros animales se han acercado para hacer contacto, incluidas nutrias, ballenas, chipirones e incluso tiburones. “Han elegido venir a mí y hacer ese contacto, mostrando un momento de confianza y vulnerabilidad”, dice. “Cada vez es impresionante y curativo”, cuenta.

Pero nada se ha comparado con su vínculo “único en la vida” con el pulpo, dice.

Foster dice que la mejor lección que le enseñó es que los seres humanos son parte del mundo natural que nos rodea y no simplemente visitantes.

“Tu propio papel y lugar en el mundo natural es singularmente el regalo más preciado que se nos ha dado”, reflexiona.