Crédito: Drew Angerer/Getty Images

Nota del editor: Juan Hernández es secretario del Migrante y Enlace Internacional del estado de Guanajuato, México. Es fundador del Center for US-Mexico Studies, University of Texas. Fue jefe de la Oficina de representación para mexicanos en el exterior durante la presidencia de Vicente Fox (2000-2006). También fue asesor del senador y candidato presidencial John McCain y de otros líderes políticos. Fue nombrado “humanitario del año” por Latin Trade Magazine y quedó ubicado entre los 100 hispanos con más influencia, según Hispanic Business Magazine. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion 

(CNN Español) – Septiembre es conocido como el mes de la herencia hispana en Estados Unidos. Más de 60 millones de personas son de origen hispano y aportan su riqueza cultural y su trabajo a esa nación. Esta conmemoración fortalece la identidad de las personas migrantes con este origen y su reconocimiento en las sociedades de acogida es un factor importante para su integración.

La patria de los migrantes se fortalece de generación en generación en el seno de sus familias y se manifiesta en los jóvenes binacionales. En este sentido, vale la pena recordar que muchos de estos niños cruzan fronteras, en la mayoría de las ocasiones con sus padres y de forma regular, en búsqueda de un mejor futuro familiar.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 31 millones de niños en todo el mundo fueron forzados al desplazamiento en 2018. Estos menores superan riesgos y hacen sacrificios para incorporarse a la nueva realidad, convirtiéndose en jóvenes bilingües y biculturales que enriquecen tanto a las sociedades a las que se integran como a las que los vieron nacer.

Desafortunadamente, algunas visiones políticas no reconocen este aporte y se empeñan en negar oportunidades de vida para estos jóvenes. Es el caso del actual Gobierno de Estados Unidos que encabeza el presidente Donald Trump, quien se ha empeñado equivocadamente en convertir a los inmigrantes en una amenaza para que su país recupere la “grandeza” de antaño.

La intensa lucha de diversos sectores de la sociedad, y colectivos de jóvenes inmigrantes en Estados Unidos, ha mostrado la injusticia de deportar a estos jóvenes y a sus padres sin condición inmigratoria regular.

En 2012, el entonces presidente Barack Obama, presionado por esas movilizaciones a principios de la década pasada, decretó la llamada Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Se trata de un programa para proteger a esos jóvenes de la deportación.

Esta política ha otorgado alivio a más de 800.000 jóvenes desde su creación. Sin embargo, el programa está incompleto, pues exige su renovación cada dos años y no ofrece un camino a la ciudadanía. Aun así, brinda ciertos beneficios como obtener un permiso de trabajo, servicios de salud y el acceso a financiamiento para estudios o negocios. Estos beneficios influyen positivamente en la economía y en la sociedad estadounidense en general. Pese a ello, las pugnas en los tribunales a favor y en contra del programa DACA han estado presentes durante 8 años.

Donald Trump ordenó rescindir el programa en 2017, argumentando que el anterior presidente se había extralimitado en su autoridad para crearlo. Sin embargo, la Corte Suprema de EE.UU. bloqueó esa orden de rescisión en junio, al considerar que no había argumentos suficientes para eliminar el programa que protege actualmente de la deportación a más de 680.000 jóvenes inmigrantes, los llamados soñadores o dreamers.

Al contrario, la resolución de la Corte señala que el Gobierno de Trump canceló el programa de manera “arbitraria y caprichosa”.

Cientos de miles de personas en ambos lados de la frontera están relacionados con estos jóvenes inmigrantes y se verían afectados por su deportación. Las cifras del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) señalan que desde que inició, el programa DACA ha protegido a más de 500.000 jóvenes mexicanos.

Para México debe ser un asunto prioritario acompañar y promover los derechos humanos de estos jóvenes soñadores. La posibilidad de que puedan desarrollar vidas dignas y productivas con un efecto binacional positivo depende de que no se institucionalice un contexto de violencia y hostilidad hacia ellos y sus familiares.  Diferentes acciones se pueden impulsar para promover el reconocimiento de los derechos de estos jóvenes migrantes. Por ejemplo, el conocer más sobre los aportes de estos jóvenes en ambas naciones.

El 11 de agosto, en un panel organizado por la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional de Guanajuato, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y la Fundación Konrad-Adenauer, el profesor James Hollifield señaló que la mayoría de los jóvenes del programa DACA es exitosa económicamente, más activa políticamente y realiza trabajos comunitarios.

En ese foro también se compartió la experiencia de Israel Concha, un joven que regresó a México después de vivir 34 años como trabajador indocumentado en ese país. Israel no se dejó vencer y fundó la organización New Comienzos, una red de más de 10.000 personas, que incluye familias binacionales en México y Estados Unidos. Esto es una muestra de que los jóvenes migrantes mexicanos luchan por sus sueños en ambos países.

Continuar promoviendo, defendiendo y garantizando los derechos de estos jóvenes migrantes es una tarea fundamental de los gobiernos y de las sociedades para integrar y dignificar sus vidas en los lugares de destino. Esta nueva realidad necesita de su poder y entusiasmo.

En el estado mexicano de Guanajuato, se apoyan a los dreamers, mucho de ellos son originarios de este estado, esperamos ser ejemplo nacional de esta dignificación de jóvenes transformadores de naciones.

El gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez, conoce de primera mano los esfuerzos de los jóvenes migrantes porque también fue un estudiante internacional y vivió en carne propia las dificultades para superarse en un país distinto al suyo. Por ello, en la pasada celebración del 210 aniversario del inicio de la lucha por la Independencia de México, incluyó en el tradicional grito: “Vivan nuestros migrantes”.

Me parece justo y necesario incluir hoy en día a los migrantes como parte de la grandeza de las naciones. Todo grito de independencia que no incluya a los migrantes estaría incompleto. ¡Vivan los inmigrantes hispanos de Estados Unidos!