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Nota del editor: Judy Meana es gobernadora de la provincia de Panamá y pertenece al Movimiento Liberal Republicano Nacionalista. Ha sido reportera, presentadora de noticias, portavoz de la Presidencia de Panamá durante el gobierno de Ricardo Martinelli, gerente de Comunicación de la empresa eléctrica española Unión Fenosa y vicepresidenta de la empresa Panama Diamond Exchange. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autora.

(CNN Español) –– Panamá es uno de los países que participan en el ensayo clínico de fase 2 de la vacuna experimental de CureVac contra el SARS-CoV-2. El estudio de la empresa alemana, que arrancó a finales de septiembre de este año, cuenta con 251 voluntarios. Tengo el privilegio de formar parte de este grupo de personas en esta carrera por encontrar una sustancia que nos proteja del contagio del nuevo coronavirus.

Me enteré de la convocatoria gracias a mi hijo Rodrigo. “Mamá, van a hacer el experimento de la vacuna en Panamá”, me dijo a la par que me mostraba un anuncio publicado en Twitter desde la cuenta de Cevaxin, el centro de vacunación e investigación que realiza el estudio en el país. Le pregunté a mi hijo: “¿Tú te la pondrías?”, y me respondió sin dudar que sí. Su respuesta me llenó de orgullo y mucho más cuando la expresión de su rostro cambió, al percatarse de que no podía ser voluntario, pues solo tiene 14 años.

Ese diálogo con mi hijo me dio valor para inscribirme y ser parte de este proceso que durará 13 meses. ¿Por qué acepté participar en este estudio? Creo en el poder de la acción. No basta con desear un mejor mañana, hay que involucrarse en la búsqueda de posibles soluciones.

Evidentemente, el hecho de que actualmente soy gobernadora de la provincia de Panamá generó algo de atención. Curiosamente, semanas antes de iniciarse el estudio, muchos ciudadanos comentaron en redes sociales que los funcionarios deberíamos ser los primeros en ser parte de la prueba.

Me aplicaron la inyección, luego de realizarme un examen físico, análisis de sangre y hasta un electrocardiograma para verificar mi estado de salud. Ese mismo día, me instalaron una aplicación en mi celular, un diario electrónico para registrar mis datos sobre las posibles reacciones en el sitio de la inyección u otros síntomas que reportar.

Hay seis grupos diferentes de estudio en este ensayo. El objetivo es determinar la seguridad y la respuesta inmunológica en el cuerpo que pueda proteger contra la infección. También, probar dos dosis (seis microgramos y ocho microgramos) para verificar cuál es la más efectiva. La dosis elegida irá al siguiente paso en el desarrollo de la vacuna. Hay dos grupos de control: uno al que se le ha aplicado la vacuna contra el neumococo y al otro, la de la hepatitis A.

Como el ensayo es “parcialmente ciego”, no sé a qué grupo pertenezco. Hasta el momento, no he presentado ni experimentado efectos secundarios. Estoy tranquila y lista para mi segunda vacunación. Serán 393 días en los que, más allá de estar pendiente de síntomas o reacciones en mi cuerpo, tengo el compromiso de cuidarme, pues seguimos viviendo con el covid-19 y hay que protegerse: usar bien la mascarilla, lavarse constantemente las manos y mantener el distanciamiento físico.

Tenemos que mantenernos todos alerta y aprovechar esta coyuntura para generar cambios en los servicios de salud. Este ensayo me ha permitido ver la organización y seguimiento del equipo médico.

Asimismo, debemos aspirar a que nuestro sistema brinde una mejor atención primaria a la población vulnerable. Es hora de ponernos del lado de la ciencia.