(CNN Español) – El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima una menor contracción económica para 2020 en los países de América Latina y el Caribe que la que había proyectado en junio, pero advirtió que la persistencia de la pandemia está nublando la recuperación económica. También calcula que solo en 2023 la actividad regresará a los niveles previos al covid-19, con un aumento en la pobreza y la desigualdad, entre otras “cicatrices duraderas”.
En su más reciente análisis, entregado en el marco de las reuniones de otoño del Banco Mundial y el FMI, el organismo estima que la contracción del PIB real será del -8,1% este año, con una recuperación desigual entre países en 2021 de 3,6%.
En junio, el organismo había pronosticado una contracción más aguda (-9,4%) para este año y una recuperación mayor (3,7%) en 2021. Pero en su nuevo informe reiteró que la proyección está sujeta a un nivel de incertidumbre inusualmente elevado donde la evolución de la pandemia será una fuente importante de riesgo. Por ello, recomendó a los países enfocarse en contener la propagación del virus y atender la crisis de salud como prioridades de política pública.
El FMI reconoce que América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo en términos humanos y económicos. “Con solo el 8,2% de la población mundial (640 millones de personas), la región tenía el 28% de todos los casos (9,3 millones) y 34% de todas las muertes (341.000) a finales de septiembre. Continúa aumentado el número de casos nuevos en algunos países (Argentina, Costa Rica, Paraguay) mientras que se estabilizó en otros, aunque en niveles relativamente altos (Brasil, Perú). Las mayores economías de la región (Brasil, Chile, México, Perú) tienen algunas de las cifras más altas de muertes per cápita en todo el mundo y los informes oficiales probablemente subestiman el recuento”, describió.
Según el FMI, el elevado número de fallecidos en la región obedeció a factores como la pobreza, la informalidad en los mercados laborales y la incapacidad para practicar el distanciamiento físico en áreas urbanas y densamente pobladas, lo mismo que vecindarios de bajos ingresos, que están hacinados. Complicó también la mitigación del nuevo coronavirus el hecho que los gobiernos cuentan con recursos públicos limitados y que no se fortalecieron las capacidades de prueba y rastreo.
Los países más y menos golpeados
El organismo, que preside Kristalina Georgieva, identifica a las naciones del Caribe como las más golpeadas por su elevada dependencia al turismo, que representa entre el 20% y hasta el 90% de la actividad económica. Equiparó la súbita interrupción en la llegada de turistas y restricciones locales con un “infarto” de sus economías, “pese a que fueron relativamente exitosos en contener la propagación del coronavirus”.
El informe asegura que Brasil, Costa Rica y Uruguay, entre otros, sufrieron contracciones menos pronunciadas y para julio ya habían regresado a las tendencias vistas en enero pasado.
Por su parte, la fuerte recuperación de las remesas, las exportaciones y los bajos precios del petróleo han contribuido al repunte en Centroamérica, mientras que otras naciones, como Perú o Ecuador, han sufrido colapsos más amplios y la actividad económica aún se mantuvo moderada en julio.
El panorama de los empleos
El FMI advierte que una gran parte del empleo en la región está en riesgo por un mercado laboral informal, la concentración en pequeñas y medianas empresas y la baja capacidad para trabajar desde casa, lo que amplifica el impacto del shock. El organismo también resalta que, a diferencia de otras crisis, el empleo informal no ha servido para amortiguar el efecto de las recesiones porque se ha visto severamente afectado por el covid-19. Asegura: “Mujeres, jóvenes y trabajadores poco calificados (que ya eran vulnerables) sufrieron pérdidas de empleo relativamente mayores”.
El organismo, que tiene 190 países miembros, calcula que casi el 45% de los empleos de la región se concentran en lo que llama “sectores de contacto intensivo” (restaurantes, tiendas minoristas o transporte público), frente a poco más del 30% en los mercados emergentes. En contraste, agrega, solo uno de cada cinco trabajos se puede realizar de forma remota, lo que representa la mitad de la participación de las economías avanzadas y por debajo del promedio mundial emergente (26%). Estos factores se combinaron para el colapso histórico de la actividad económica.
Estima que el impacto sobre el empleo borrará parte del progreso social logrado hasta 2015. Hasta el segundo trimestre de 2020 —explica—, el empleo en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú había caído en más de 30 millones, con impacto especial entre los trabajadores con bajo nivel académico. A pesar de que se va recuperando empleo conforme se reanuda la actividad económica, los expertos del FMI apuntan a pérdidas de ingresos permanentes y un aumento significativo de la pobreza en 2020.
En su documento de análisis, el organismo establece que el miedo al contagio pesará sobre el consumo de bienes y servicios que implican contacto intensivo, una situación que podría exacerbarse por la erosión en los niveles de ingresos y ahorros aún después de que se desvanezca el covid-19. Por ello, el FMI no espera que el ingreso real per cápita en la región regrese a niveles vistos antes de la llegada del covid-19, sino hasta 2025. De cumplirse su pronóstico, la región habría marcado otra década perdida como ocurrió en 1980, dice.
El colapso económico global y una posterior recuperación incipiente debilitará las exportaciones latinoamericanas, asegura el informe, que estima que éstas caerán 4% este año. Avizoran un panorama más complicado para el turismo, afectado por las restricciones de viajes internacionales y el temor de los consumidores a viajar. Este factor influirá en un ambiente de precios del petróleo más bajos. Sin embargo, indica que otras materias primas como la soja y los metales verán una recuperación en el mediano plazo. Según el FMI, estos elementos afectarán en distintos grados a los países de la región.
Advierte que la crisis por el covid-19 dejará “cicatrices duraderas” en el potencial de crecimiento económico de varios países, en particular aquellos donde el apoyo ha sido limitado. Las quiebras, cierres de negocios y la postergación de planes de negocios por la débil demanda o la incertidumbre mantendrán la inversión deprimida en el mediano plazo. Igualmente, anticipa el despido de trabajadores con experiencia, un factor que permite mejorar la productividad, lo que implica la destrucción de capital humano dentro de las empresas.
Las recomendaciones del FMI
Recomienda que las políticas públicas de los países, cuya actividad económica está afectada por cuarentenas o cierres, se enfoque en asegurar que las empresas tengan suficiente liquidez, en proteger el empleo y los ingresos y en desarrollar planes de consolidación fiscal de mediano plazo para asegurar la sostenibilidad de la deuda nacional.
Para las naciones que están levantando las restricciones, el FMI sugirió a las autoridades que se concentren en apoyar la recuperación, incluyendo la activación de reformas estructurales, y en una etapa posterior, cuando se asegure la recuperación, deberán enfocarse en reconstruir las reservas como la prioridad de la política fiscal. La política monetaria debe ser acomodaticia, explican, mientras la inflación no supere la meta de las autoridades y las expectativas de inflación se mantengan ancladas.
Para contener potenciales riesgos a la estabilidad financiera como consecuencia de la crisis, el informe subraya que será crucial la reestructuración de deuda del sector empresarial para recuperar la salud financiera de empresas que sean viables. Para aquellas que no lo son, dicen, se requerirán marcos para lograr procesos de bancarrota eficientes, que distribuyan pérdidas entre inversionistas, acreedores, propietarios, trabajadores y el gobierno.
Pese al deterioro de los balances financieros de las empresas, el FMI considera que los bancos de la región se mantienen resistentes porque “entraron en la pandemia con una base relativamente sólida, con amplios colchones de capital y liquidez y bajos préstamos en mora. La mayoría podría mantener los coeficientes de capital requeridos, incluso en un escenario de deterioro”. Sin embargo, una vez que comience la recuperación, el organismo recomienda reconstruir su capital para garantizar la estabilidad financiera de largo plazo y estar vigilantes de entidades financieras más débiles ante el riesgo de que la pandemia persista y provoque una recesión más prolongada y difícil.