Nota del editor: Ira Helfand es médico de urgencias y copresidente de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW), que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1985. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Lee más artículos de opinión en CNN.
(CNN) – Honduras firmó este sábado para ratificar el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares (TPNW). Es la nación número 50 que lo hace. El acuerdo ahora ha alcanzado el umbral requerido para entrar en vigor en 90 días, el 22 de enero.
Este evento marca la primera vez desde Hiroshima que la simple posesión de armas nucleares se considerará un crimen según el derecho internacional, aunque no es vinculante para las naciones que no lo firman. La entrada en vigor del tratado no podría ser más oportuna.
El presidente de Estados Unidos tiene la capacidad de lanzar un ataque nuclear por su propia autoridad, sin requerir la autorización del Congreso, el gabinete, el vicepresidente o el Estado Mayor Conjunto. Es difícil imaginar un ejemplo más perfecto del demencial peligro con el que seguimos viviendo mientras mantengamos enormes arsenales de armas nucleares.
Incluso una persona sana, que posea un buen juicio, no debería tener la capacidad de lanzar estas terribles armas. Las consecuencias son simplemente demasiado grandes y la gente es, bueno… humana. Como seres humanos, somos propensos a cometer errores, y la tecnología que hemos creado también lo es.
Se pueden corregir muchos errores. Pero no una guerra nuclear. Los estudios de la última década han demostrado que incluso una guerra nuclear limitada, que involucre menos del uno o dos por ciento del arsenal nuclear mundial, mataría a decenas de millones directamente. Peor aún, causaría una alteración del clima mundial y una hambruna que pondría en riesgo a miles de millones de personas y acabaría con la civilización tal como la conocemos.
Incluso antes de la pandemia del covid-19, el peligro de una guerra nuclear crecía a un ritmo alarmante. Expertos, como el exsecretario de Defensa William Perry, han advertido que estamos más cerca de la guerra nuclear que nunca y el panel de expertos del Bulletin of the Atomic Scientists ha establecido su icónico Reloj del Juicio Final a 100 segundos para la medianoche, lo más cerca posible que ha estado alguna vez del armageddon.
Entonces, incluso mientras lidiamos con la pandemia de coronavirus, que ha matado a más de un millón de personas en todo el mundo, y con la agitación económica que ha causado, es fundamental que avancemos lo más rápido posible para eliminar las armas nucleares y la inminente amenaza existencial que suponen.
Los nueve países que poseen armas nucleares se mueven exactamente en la dirección opuesta. Todos están comprometidos en planes masivos para “modernizar” sus arsenales nucleares y preservar estas armas durante las próximas décadas, si no se utilizan primero. Estados Unidos planea gastar más de US$ 1 billón durante aproximadamente los próximos 25 años para reemplazar las armas existentes y está desplegando ojivas nucleares nuevas, más pequeñas y más utilizables y actualizando cosas como laboratorios, sistemas de entrega, sistemas de alerta temprana, etc.
Y la semana pasada, The New York Times informó que Estados Unidos dio el paso sin precedentes de presionar a los países que se han adherido al Tratado para que se retiren de él. Dado que no se adhirieron al TPNW, ¿marcará la diferencia el Tratado?
Sí, según el exsecretario Perry, quien ha respaldado firmemente el acuerdo. “El nuevo Tratado de la ONU sobre la Prohibición de Armas Nucleares es un paso importante hacia la deslegitimación de la guerra nuclear como un riesgo aceptable de la civilización moderna”, dijo.
Cuando el TPNW entre en vigor, las nueve potencias nucleares no se desarmarán automáticamente. Pero las naciones no nucleares y la sociedad civil pueden usar el acuerdo para presionarlos a realizar cambios fundamentales en su política nuclear. El TPNW se puede utilizar para estigmatizar estas armas para que ya no se consideren como símbolos de estatus global y baluartes de la seguridad nacional, sino más bien como la amenaza a la supervivencia humana, lo que realmente son.
Aquí en Estados Unidos debemos entender que la seguridad nacional solo puede lograrse mediante la eliminación total de todas las armas nucleares en todo el mundo. Necesitamos proseguir con urgencia las negociaciones con todos los demás Estados nucleares para lograr un acuerdo verificable, ejecutable y con plazos determinados para desmantelar todas las armas nucleares. Puede que no podamos persuadir a los otros Estados nucleares para que acepten el desarme nuclear, pero no lo sabemos porque nunca lo hemos intentado.
Para apoyar el esfuerzo internacional plasmado en el TPNW, científicos y médicos, líderes religiosos y expertos en defensa han lanzado la campaña Back from the Brink (Volver del borde) para generar apoyo para que Estados Unidos inicie estas negociaciones. La campaña también pide a EE.UU. que adopte varias medidas intermedias para reducir el peligro a medida que avanzan estas negociaciones.
Consumidos con la actual crisis del covid-19, que está experimentando un aumento repentino, es difícil para nosotros concentrarnos en el peligro aún mayor que representan las armas nucleares, pero tenemos que lidiar con esta amenaza. Nuestra supervivencia y la de nuestros hijos depende de ello.