Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es director de Nodal, un portal dedicado a las noticias de América Latina y el Caribe. Es columnista de TV en el canal argentino C5N, en el programa “En la frontera” de Público TV (España) y en programas de las estaciones argentinas Radio 10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fe. A lo largo de su trayectoria, Brieger ha ganado importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión de Argentina. Su cuenta en Twitter es @PedroBriegerOk. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más artículos de opinión en CNNE.com/opinion.
(CNN Español) – El impactante triunfo a favor de una nueva Constitución en Chile en el plebiscito del 25 de octubre, ha dejado nuevamente descolocado al presidente Sebastián Piñera, quien todavía parece no lograr recuperarse del estallido social de octubre de 2019. En ese momento no pudo calibrar la profundidad de la protesta y siempre estuvo detrás de los acontecimientos.
Mucho ha pasado en apenas un año. Si en un primer momento, luego del estallido, Piñera decía que se estaba “en guerra frente a un enemigo poderoso e implacable”, una vez conocido el resultado del plebiscito el presidente de Chile intentó apropiarse del proceso cuando afirmó que “una Constitución nunca parte de cero, porque representa el encuentro de las generaciones. Siempre debe recoger la herencia de las generaciones que nos antecedieron”. Esta frase marca una continuidad con el programa de gobierno 2018-2022 de la coalición Chile Vamos que lo llevó al poder, pues allí también se decía que se aboga por el “perfeccionamiento” del texto constitucional y por una “reforma progresiva” de “un texto perfectible”.
Sin embargo, lo que se votó el 25 de octubre es justamente lo contrario de lo que quiere Piñera: una Convención Constituyente para redactar una nueva constitución y eliminar definitivamente aquella heredada de la dictadura.
Debilitado y presionado por las incesantes y gigantescas movilizaciones, el presidente tuvo que promulgar una reforma a la Carta Magna para
convocar un plebiscito y que fuera la población la que decidiera si quería que se redactara una nueva.
En la mayor votación de la historia de Chile en números absolutos, el 78,2% de los que participaron del comicio —en un país donde el voto es voluntario— se expresaron a favor, dejando al gobierno en una situación de extrema debilidad guiando un proceso al que se opone.
En abril de 2021 se votará a las personas que formarán la Convención Constituyente para redactar una nueva Constitución en el plazo de un año. Como nada de esto estaba previsto, se agrega otro problema político, porque en noviembre —según el cronograma electoral establecido con anterioridad— Chile debería elegir un nuevo presidente.
Si la Convención es un primer paso para avanzar hacia la nueva Constitución, está claro que Piñera no puede formar parte del proceso. Una forma de salir del laberinto es adelantar la elección presidencial para elegir convencionales y presidente el mismo día, y dejar que quien asuma… lidere dicho proceso.