(CNN Business) – El hecho de que el Congreso no extienda los beneficios del seguro de desempleo suplementario ya cobra un grave costo financiero en millones de trabajadores estadounidenses despedidos o sin licencia y exacerba la desigualdad de riqueza, según un nuevo estudio.
Muchos estadounidenses desempleados pudieron mantener sus finanzas hasta agosto, en gran parte debido a los cheques semanales de beneficios de desempleo suplementarios de US$ 600 que recibían a través de la Ley CARES, que expiró a fines de julio, según un nuevo documento de investigadores de Harvard, la Universidad de Oxford y la Universidad George Washington.
Pero esa estabilidad financiera se derrumbó en septiembre y octubre cuando las negociaciones sobre un nuevo proyecto de ley de estímulo llegaron a un punto muerto.
Terminar con los pagos semanales de US$ 600 causó un aumento del 50% al 100% en la “fragilidad financiera”, un término que los autores del estudio usan para definir a las familias en crisis financiera, afirmó el autor principal Daniel Schneider, profesor de políticas públicas en la Escuela de Negocios Kennedy de Harvard.
Cerca del 10% de los trabajadores desempleados dijeron que no podían pagar sus facturas a tiempo en agosto, pero para octubre ese porcentaje se duplicó al 20%, señaló Schneider.
“Agosto fue el final del apoyo financiero proporcionado por la Ley CARES”, dijo Schneider a CNN Business. “Cuando volvimos a hablar con las personas en septiembre y octubre, ese dinero se había acabado y su fragilidad había aumentado significativamente”.
Schneider señaló que la falta de ingresos para los desempleados aumenta la división entre los que tienen y los que no tienen, que ya era un problema importante antes de la pandemia. Indicó que los estadounidenses que han mantenido sus trabajos han visto que su riqueza permanece igual o sube desde julio, mientras que la riqueza de los desempleados ha disminuido.
“Realmente lo que vimos aquí fue una historia de creciente desigualdad”, afirmó.
La inseguridad alimentaria también se ha duplicado este año debido a la pandemia, y el problema parece empeorar a medida que la crisis continúa. En agosto, el Second Harvest Food Bank en el condado de Orange, California, sirvió más de 4,4 millones de libras de comida, más del doble de lo que servía la organización antes de la pandemia, según el director ejecutivo Herald Herrman.
Pese a esto es posible que los legisladores federales no aprueben un nuevo proyecto de ley de estímulo hasta el próximo año. El viernes, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, recomendó al Congreso que considere un nuevo proyecto de ley de estímulo para el coronavirus a principios de 2021.
Schneider dice que esperar ese tiempo puede ser muy poco, pero demasiado tarde para millones de estadounidenses. “Pronto enfrentaremos una ola catastrófica de dificultades económicas si no actuamos”, agregó.