Nota del editor: Milly Quezada es conocida como “La Reina del Merengue”. Durante las décadas de los 70 y 80 fue parte de la agrupación “Milly Jocelyn & Los Vecinos” y tuvo éxitos como “La Guacherna”, “Volvió Juanita”, “Tengo” y muchas más. Quezada es ganadora de múltiples reconocimientos como los Latin Grammy, Premios Billboard, Premios Lo Nuestro, entre otros. Quezada escribió esta columna para recordar que la Unesco ha reconocido al merengue como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
(CNN Español) – Pensando en nuestras vidas en este noviembre de 2020, yo espero que lo podamos ver como una oportunidad de ser agradecidos por la forma en que vamos sobreviviendo el horror de una pandemia que nos ha puesto de cabeza y de rodillas a nivel mundial. O tal vez que lo veamos como el comienzo de ese conteo regresivo en tiempos convulsos de nuestra existencia, que nos ha obligado a replantearnos una nueva manera de abordar la vida.
Mejor aún, los invito a que lo veamos como un mes que apunta y apuesta al merengue, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad dispuesto por la Unesco en 2016, y que identifica a una generación de artistas que se han destacado en las últimas décadas como intérpretes de este género marca país que sigue conquistando fronteras y corazones y poniendo a la humanidad a bailar, aun en tiempos de aislamiento y de toques de queda.
Noviembre honra al merengue, música autóctona de República Dominicana, reconociéndola como un ritmo que no se rinde, se reinventa y sigue retratándonos como fanáticos de la alegría contagiosa caribeña. Yo soy una de esas afortunadas de esta clase artística que ha vivido la época gloriosa denominada como “Los años dorados del merengue”, en la que se destacaron artistas como Sergio Vargas y Wilfrido Vargas. Fue durante la década de los 80 que estuve en la agrupación “Milly Jocelyn y los Vecinos”.
MIRA: OPINIÓN | ¿Cómo encontrar sentido cuando la muerte nos rodea?
He vivido grandes y gloriosas experiencias musicales con un repertorio que al día de hoy cuenta con 34 producciones discográficas, y he recibido múltiples galardones nacionales e internacionales, entre ellos el prestigioso Latin Grammy en cuatro oportunidades que le aportan un gran honor a nuestra música popular dominicana.
Me considero embajadora cultural por ser parte de una diáspora en la ciudad de Nueva York, desde donde se formó la agrupación ––específicamente en las calles de Washington Heights–– mejor conocida como un pedazo de Quisqueya (municipio de República Dominicana) en Nueva York, por la enorme cantidad de dominicanos que reporta el censo en el área triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut.
Nuestros inicios fueron muy orgánicos, respondiendo a la necesidad de estar “conectados” con nuestra cultura, nuestras costumbres, en una ciudad que nos obligaba a asimilar otro idioma, otra manera de vivir. ¡Y qué mejor manera de hacerlo que con la música! ¡Tocábamos donde quiera se requería de música latina! Y grabamos nuestro primer disco, “Esta es Milly con Los Vecinos” en 1975, encontrándonos sin querer con que llenábamos un vacío de género en nuestra música popular dominicana, ya que no había mujeres cantando merengue.
MIRA: República Dominicana rompe récord Guinness a ritmo de merengue
El país recibió este disco y a nuestra agrupación con los brazos abiertos, dándonos la oportunidad de desarrollar lo que serían 20 años de grabaciones y de giras anuales por el país, y posteriormente por el mundo, debido a la gran popularidad que nuestra música adquirió y que nos abría puertas en lugares como Europa, Japón, Latinoamérica y Estados Unidos. Coincidíamos en festivales con artistas como Johnny Ventura, Rafael Solano, Fernando Villalona, Los Hermanos Rosario, Eddie Herrera, y alternábamos con agrupaciones de otros géneros musicales como los de la Fania All Stars que se destacaban sobremanera.
No puedo dejar de reconocer el aporte musical de las célebres artistas Casandra Damirón y Elenita Santos, que contribuyeron a darnos paso a quienes nos hemos destacado en el merengue, y que son precursoras de quienes llevamos el merengue como bandera dentro y fuera de la República Dominicana. Cabe destacar que el aporte universal de la música del célebre cantautor Juan Luis Guerra ha sido fundamental en poner a nuestro merengue en playas extranjeras y que sigue llevando nuestra identidad cultural y musical por el mundo a mucha honra.
Qué bueno que noviembre marca un alto para reconocer nuestra música marca país y a muchos de nuestros intérpretes nacionales como Miriam Cruz, Manny Cruz, y quien acaba de coronarse con un Latin Grammy 2020 en la categoría de mejor álbum de merengue, ¡nuestro Eddie Herrera! Igualmente reconocer el excelente trabajo musical de internacionales como los puertorriqueños Olga Tañón, Elvis Crespo, Grupo Manía, y muchos otros más que se suman a la clase artística que ven el merengue como un género musical obligado; una propuesta musical económicamente atractiva que les ha aportado estatura exitosa a nivel internacional.
El merengue sigue evolucionando con los tiempos y podemos escuchar propuestas urbanas con matices que lo identifican como merengue para el deleite de la juventud, que en estos tiempos consume ritmos como el rap, hip hop, reguetón, haciéndole competencia al género. Artistas como Daddy Yankee, Ilegales, Vakero, Omega, Ala Jazaah, Mozart la Para, por mencionar algunos, incursionan en versiones híbridas de nuestro merengue, dejando siempre establecido que nuestro género seguirá deleitándonos por mucho tiempo.
A los artistas jóvenes que vienen subiendo para asumir el compromiso artístico de llevar nuestra música como bandera, mi mejor consejo va en función de no dejarse arrastrar por el deseo de alcanzar notoriedad o popularidad efímera, siguiendo fórmulas baratas o banales. La calidad no se improvisa y no existe la fórmula exacta para crear un “hit”. ¡Por cada éxito alcanzado tendrán que levantarse del suelo múltiples veces e intentarlo otra vez! Hay que pagar un precio alto para conquistar un lugar preponderante en esta industria de la música. Finalmente tienen que estar preparados para reconocer que si esta profesión es su pasión, no van a escatimar en invertir recursos y tiempo en dedicarle su mejor esfuerzo, disciplina y paciencia para alcanzar las metas que se propongan. El éxito llegará en el tiempo perfecto de Dios, y mientras llegan los reconocimientos y galardones, disfruten el proceso y el trayecto, deléitense en hacerlo todo con calidad y con integridad, para que las futuras generaciones encuentren en ustedes un excelente punto de partida.