Nota del editor: Manolo Bellon es escritor, DJ y crítico musical colombiano. Ha trabajado en medios colombianos haciendo periodismo musical. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN Español) – La muerte de Armando Manzanero nos recuerda que la música romántica es atemporal. No creo que haya una sola persona hispanoparlante que no haya, aunque sea, tarareado en algún momento de su vida una canción del músico, compositor, pianista y cantante mexicano.
Su trascendencia radica en que escribió canciones sobre temas cotidianos con los que todos nos podemos identificar. Cientos de canciones grabadas por numerosos artistas. “Esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú…”, “somos novios, pues los dos sentimos mutuo amor profundo…” (en inglés como el inolvidable “It’s Impossible”), “Mía”, “Adoro la calle en que nos vimos…”, “Parece que fue ayer, cuando te vi aquella tarde en primavera…”, y tantas otras.
Manzanero tenía eso. Hablarle al alma de las personas, diciendo esas cosas que todos queremos decir y a veces nos cuesta, con una voz sencilla, bien manejada y tremendamente expresiva. Esa misma voz tranquila, sobria, con la que hablaba, cantaba y encantaba.
Claro que era una superestrella, pero en su presencia todo cambiaba. Se encontraba uno con un ser humano, común, como usted o como yo: sin misterios. Era solo humano, muy humano. Esas son las características que permitieron que sus creaciones fueron interpretadas por decenas de voces en por lo menos 30 idiomas. En eso radica su trascendencia. Como pocos, podía escribir desde su corazón con el lenguaje del corazón de millones de seres humanos. Comunicar, transmitir y conectar.
Nacido en 1935, desde niño mostró esa inclinación por la música que fue desarrollada en escuelas de música y que muy joven lo llevó a la industria musical. Y allí, sus composiciones fueron interpretadas por otros, hasta que un día le sugirieron cantarlas él mismo. Fueron más de 60 años en los que el talento fenomenal, formado y desarrollado pudo hallar los espacios para convertirse en uno de los más grandes. Generoso con su talento, compartió el escenario con los más variados artistas de todas las generaciones. Entregó producciones a cantantes que siempre reflejaban a quien las escribió. Entregado a defender los derechos de autores y compositores, Manzanero entendió que su fama debía servir a los demás.
Al final, estuvo activo como siempre lo fue. Cantar con otros, grabar, escribir y hacer lo que amaba hasta que la maldita enfermedad del coronavirus se metió en su cuerpo. A sus 85 años, ha entregado su alma al Creador, pero a nosotros nos quedan sus canciones, sentimientos, emociones que recordarán que el talento del gran Armando Manzanero está hoy en ese Olimpo de los más grandes.
Celebraré su vida, tributo que se merece, por encima de llorar su partida. Al final, en estos tiempos diferentes no se le podrán hacer los homenajes que se merece. No, pero no será necesario, pues él sí recibió todos los homenajes posibles en vida.
Para cerrar, debo decir que hace más de 50 años, cuando inicié mi carrera en medios como disc jockey y comentarista musical en el campo de la música anglo y el rock, siempre hubo un rincón que estaba reservado para esas canciones. Esos temas que guardo asociados a recuerdos de juventud y que ahora en mi madurez tienen mayor sentido y validez.
Armando Manzanero es, simplemente, eterno.