(CNN) – Las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos se redujeron drásticamente en 2020, lo que ayudó al país a cumplir uno de sus objetivos climáticos de larga data. Pero la caída tuvo un gran costo económico, y los expertos advierten que, a menos que la acción climática se convierta en una prioridad, las emisiones aumentarán rápidamente.
La crisis provocada por la pandemia de coronavirus hizo que las emisiones estadounidenses cayeran un 10,3% el año pasado, según estimaciones preliminares de Rhodium Group, una firma privada de análisis de datos. Se trata de la mayor caída de emisiones anuales en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, dijo el grupo. En comparación, la recesión económica de 2009 hizo que las emisiones cayeran un 6,3%.
El dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero atrapan la radiación solar en la atmósfera, al igual que el vidrio atrapa el calor en un invernadero. Esto hace que las temperaturas suban y haya un clima más extremo, derretimiento del hielo, aumento del nivel del mar y acidificación de los océanos.
La caída drástica del año pasado significa que Estados Unidos ha alcanzado un objetivo clave de reducción de emisiones establecido por el Gobierno de Obama.
¿Qué significa realmente esta reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero?
En virtud del Acuerdo de Copenhague de 2009, Estados Unidos había prometido que para 2020 reduciría sus emisiones en un 17% con respecto a los niveles de 2005. Debido a la pandemia, las emisiones fueron un 21,5% más bajas en 2020 en comparación con 2005.
“Sin embargo, 2020 no debe considerarse de ninguna manera como un anticipo de que Estados Unidos cumpla su objetivo del Acuerdo de París para 2025, de estar un 26-28% por debajo de los niveles de 2005”, dijeron los autores del informe de Rhodium Group.
“Con las vacunas contra el coronavirus en proceso de distribución, esperamos que la actividad económica se recupere nuevamente en 2021. No obstante, sin cambios estructurales significativos en la intensidad de carbono de la economía estadounidense, es probable que las emisiones también aumenten nuevamente”, escribieron.
La acción de Estados Unidos contra el cambio climático se ha estancado bajo la Presidencia de Donald Trump. Sin embargo, el presidente electo Joe Biden ha prometido poner el clima en el centro de su agenda.
Biden dijo que Estados Unidos volverá a sumarse al Acuerdo de París en su primer día en el cargo, y prometió realizar una serie de acciones ejecutivas para combatir la crisis climática.
No hubo un impacto significativo en el clima
No se trata solo de Estados Unidos.
El Global Carbon Project estima que las emisiones de gases de efecto invernadero que atrapan el calor disminuyeron alrededor de un 7% a nivel mundial el año pasado. Eso puede parecer una caída significativa, pero no hará ninguna diferencia significativa en el cambio climático.
El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante siglos, y la disminución del año pasado es un cambio temporal sin un significado especial.
La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera en realidad se disparó a un nuevo récord el año pasado, dijo la Organización Meteorológica Mundial en noviembre.
En virtud del Acuerdo de París, la gran mayoría de las naciones acordaron limitar el calentamiento global a menos de 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. También pactaron realizar esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados. Para alcanzar ese objetivo, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse de manera drástica y pronto.
Las Naciones Unidas calcularon el año pasado que para mantenerse dentro del límite de 1,5 grados, las emisiones tendrían que caer un 7,6% cada año entre 2020 y 2030. Para lograrlo, el mundo necesita cambiar radicalmente la forma en que obtiene su energía.
“Esta disminución (de las emisiones) no se produjo como resultado de políticas gubernamentales fuertes o de una gran penetración de las tecnologías de energía limpia. Esta disminución se produjo principalmente como resultado de la recesión económica (y) la pandemia”, dijo Fatih Birol, director ejecutivo de Agencia Internacional de Energía, en una conferencia de prensa el lunes.
Las emisiones se redujeron en gran medida porque la pandemia detuvo algunos de los sectores más contaminantes de la economía.
El impacto del transporte
El transporte, responsable de casi un tercio de todas las emisiones de Estados Unidos, fue la mayor víctima de la recesión. El Grupo Rhodium dijo que en el pico de confinamientos en abril y mayo, la demanda de combustible para aviones había caído un 68% interanual. La demanda de gasolina cayó un 40% y la de diésel un 18%. Como resultado, las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte cayeron un 14,7% el año pasado en comparación con 2019.
Pero hay indicios de que la caída fue solo temporal. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos, la demanda de combustible para aviones en el país se está recuperando más rápido que en muchos otros mercados.
Las emisiones de las actividades industriales se redujeron un 7% en 2020 en comparación con 2019, también debido a la gran desaceleración de la economía.
También hay buenas noticias.
Los cambios en el sector energético
Las emisiones del sector energético de Estados Unidos disminuyeron un 10,3% en 2020. Y a diferencia de las caídas en el transporte y la industria, esto no fue impulsado por el colapso económico. Fue impulsado por un cambio del carbón a los recursos renovables.
Aproximadamente una quinta parte de la energía de Estados Unidos, el 20%, se generó mediante la quema de carbón en 2020. En 2019 la cifra era 24%. La proporción de energías renovables aumentó del 16% en 2019 a 18% el año pasado.
A pesar de la caída del año pasado, Estados Unidos sigue siendo el segundo mayor emisor del mundo después de China. Es, con mucho, el mayor emisor históricamente, lo que significa que ningún país ha largado más gases de efecto invernadero a la atmósfera que Estados Unidos.
Desde que alcanzó un pico en 2007, las emisiones de Estados Unidos han caído un 1,3% por año en promedio, según la Administración de Información de Energía.