(CNN Español) – En plan de conquista, pueden colgarse durante horas y levantar unos pliegues de piel en la barbilla, creando un efecto de máscara sobre su cara, para atraer a las hembras. Es así como el macho del Centurio senex, una especie poco conocida de murciélago, inicia la seducción hasta llegar al apareamiento. En un ritual que incluye sonidos para llamar la atención y comenzar el romance.
En su apariencia se distinguen también las arrugas en su cara, ojos muy grandes y verdosos. Además, la nariz distinta a la de otras especies y alas con algunas líneas entre los dedos.
Por primera vez, un estudio liderado por biólogos de la Universidad de Costa Rica (UCR), describe el cortejo del macho de esta especie tropical, cuyo cuerpo es más pequeño que la mano de una persona adulta. Según Bernal Rodríguez, uno de los investigadores de la UCR, el ceremonial lo completan sonidos especiales ––ultrasónicos–– y un movimiento más rápido de sus alas. Todo con un objetivo: seducir.
Momento en que la hembra se cuelga con el macho y hay apareamiento. El macho de la especie de murciélago Centurio Senex levanta la “máscara” en plan de conquista.
Cortesía Oficina de Prensa UCR
¡A conseguir pareja!
Rodríguez explicó a CNN que el Centurio senex aplica un sistema de apareamiento denominado lek. El cual, señaló, muy pocas veces se ha podido documentar en murciélagos que viven en su medio natural. Por lo que representa un aporte importante al estudio de la biología reproductiva de estos mamíferos. El científico agregó que las hembras son diferentes a los machos, lo que se conoce como dimorfismo sexual. Un aspecto muy notorio por esos pliegues en la barbilla del macho, que suben y bajan cuando están en el ritual de cortejo.
Según un comunicado de la Oficina de Prensa de la UCR, el término lek se describió primero en aves. Aunque también está presente en insectos y peces. Hace referencia a un lugar específico, llamado arena, donde los machos territoriales se agrupan para realizar exhibiciones visuales y acústicas para conseguir pareja. Los que ofrecen mejor desempeño tienen más probabilidades de ser elegidos por una hembra. En este sistema de apareamiento, los machos solo aportan el material genético. No se ocupan de la descendencia.
El estudio se realizó en el bosque lluvioso de San Ramón de Alajuela, provincia aledaña a San José, la capital de Costa Rica. En la investigación participaron también científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); de la Universidad de Ulm, de Alemania; del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, con sede en Panamá, y de la Estación de Investigación José Miguel Alfaro, en Costa Rica.
Los hallazgos se publicaron, en un artículo científico, en la revista especializada PLOS ONE, el 11 de noviembre pasado. En el reporte, Rodríguez afirma que “el estudio proporciona la primera información sobre la ecolocalización —sistema para ubicar mediante el eco de los sonidos que emite el murciélago— y el cortejo de un murciélago frugívoro raro y muy interesante”.
Sonidos que emite el murciélago macho de la especie Centurio Senix en la conquista. Para hacerlos audibles “se tradujeron” mediante un programa de audio. Cortesía Oficina de Prensa UCR
Descripción del encuentro sexual del murciélago
De 181 acercamientos entre machos y hembras que se observaron para el estudio, solo en una ocasión la hembra visitante se colgó junto al macho y copularon.
Ese momento lo describieron Rodríguez y el resto del equipo científico en el artículo para PLOS ONE de la siguiente forma: “… Observamos un acercamiento a un macho posado que finalizó con la secuencia habitual de pitos y la salida del visitante. Apenas cinco segundos después, el murciélago posado fue visitado nuevamente y esta vez el visitante aterrizó de inmediato, muy cerca y casi sobre la espalda del macho posado. La visitante era una hembra, claramente reconocible por la falta de máscara facial. El macho inmediatamente se bajó la máscara y rápidamente se colocó en una posición cara a cara con la hembra. Cinco segundos después, cambió de posición, se movió alrededor de la hembra y presionó su rostro en la mitad de su espalda, en una posición típica del apareamiento en murciélagos. El macho, que vibraba visiblemente, sostenía a la hembra, usando garras de pulgar y alas, y parecía también morder el pelaje de la parte inferior de la espalda de la hembra, presumiblemente mientras la penetraba”.
Al referirse a los sonidos, Rodríguez detalla que se reconocieron al menos cuatro grandes grupos en los diferentes comportamientos mostrados y que los consideran parte del anuncio que hacen los machos para atraer a las hembras.
Según la investigación, se llegaron a observar hasta 56 machos perchados por horas en las ramas de los árboles, a una altura promedio de 2,35 metros. Una espera que se prolonga con la expectativa de atraer a las hembras y lucirse en el cortejo.