Nota del editor: los autores son copresidentes de la Fundación Bill y Melinda Gates. Este artículo está adaptado de su Carta Anual 2021. Las opiniones expresadas aquí pertenecen a los autores. Ver más opinión en cnne.com/opinion.
Andrés Oppenheimer conversa con Bill Gates en una edición especial de #OppenheimerPresenta. No te pierdas los detalles de esta conversación el domingo 14 de febrero a las 9 P.M. hora de Miami.
(CNN Español) – A estas alturas del año pasado el mundo estaba empezando a comprender cuán grave podía llegar a ser una nueva pandemia de coronavirus.
Solo unas semanas después de escuchar por primera vez la palabra “covid-19”, estábamos cerrando las oficinas de nuestra fundación y uniéndonos a miles de millones de personas en todo el mundo en la adaptación a formas de vida radicalmente diferentes. Para nosotros, los días se convirtieron en un borrón de reuniones de video, alertas de noticias sorprendentes y comidas en el microondas, y somos muy conscientes de lo afortunados que somos en comparación con otros. Durante el año que ha pasado, el covid-19 ha matado a más de dos millones de personas en todo el mundo, ha enfermado a millones más y ha llevado a la economía mundial a una recesión devastadora.
La experiencia de vivir a través una pandemia ha llevado a EE.UU. a experimentar lo que muchas personas en los países en desarrollo ya conocían demasiado bien: la salud es la base de cualquier sociedad próspera. Si tu salud se ve comprometida, o si te preocupa contraer una enfermedad mortal, es difícil concentrarse en otra cosa. Mantenerte vivo y sano se vuelve tu prioridad en un necesario detrimento de todas las demás cosas.
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Si vives en un país rico como Estados Unidos, lo más probable es que el año pasado fuera la primera vez que una enfermedad infecciosa cambiara tu vida. Esto se debe a que, en los países de ingresos altos, las enfermedades infecciosas ya no son lo que los epidemiólogos llamarían “una carga de salud significativa”. En los países de bajos ingresos, sin embargo, las enfermedades infecciosas como la malaria y la tuberculosis siguen siendo las principales causas de muerte y, lamentablemente, no es nada nuevo tener que adaptar la vida por cuenta de un patógeno altamente contagioso. (Pregúntale a las millones de personas que duermen bajo un mosquitero o una red para mosquitos cada noche).
Pero en 2020, un virus que no tenía en cuenta las fronteras o la geografía cambió vidas en todo el mundo, colapsando algunas de esas distinciones entre países ricos y pobres. Al hacerlo, le dio un nuevo significado al término “salud global”.
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En el pasado, “salud global” rara vez se usaba para referirse a la salud de todos, en todas partes. En cambio, “salud global” era un término que la gente de los países ricos usaba para referirse a la salud de la gente de los países no ricos, esencialmente un sinónimo de “salud de los países en desarrollo”. Si asistieron a una conferencia de salud mundial en cualquier momento de la última década, era mucho más probable que escucharas sobre enfermedades en Uganda que sobre enfermedades en Estados Unidos.
Sin embargo, el año pasado eso cambió. En 2020, la salud global se volvió local. Todos vimos de primera mano lo rápido que una enfermedad de la que nunca habíamos oído hablar, en un lugar en el que probablemente nunca habíamos estado, puede convertirse en una emergencia de salud pública en nuestro propio patio trasero. Los virus como el covid-19 nos recuerdan que, a pesar de todas nuestras diferencias, todos en este mundo están conectados por una red microscópica de gérmenes y partículas, y que, nos guste o no, estamos todos juntos en esto.
Aunque la historia probablemente recuerde a estos como los días más oscuros de la pandemia, la esperanza finalmente está en el horizonte. Es posible que para cuando leas esto, tú o alguien que conoces ya haya recibido la vacuna contra el covid-19. Creemos que el hecho de que estas vacunas ya estén disponibles es bastante notable, y todo el mérito se debe al mayor esfuerzo de salud pública jamás visto en el mundo. Ningún país o empresa podría haber logrado esto por sí solo: inversores de todo el mundo unieron recursos, competidores compartieron los hallazgos de sus investigaciones y todos los involucrados tuvieron una ventaja gracias a muchos años de inversión global en tecnologías, las cuales han ayudado a abrir una nueva era en el desarrollo de vacunas.
Por supuesto, el desarrollo de vacunas seguras y efectivas es solo el comienzo de la historia. Ahora, el mundo tiene que distribuir esas dosis a todos los que las necesiten, tanto en los países de ingresos altos como en los de ingresos bajos. Hasta que las vacunas lleguen a todos, seguirán apareciendo nuevos grupos de enfermedades en todo el mundo y se seguirán perdiendo vidas. Es por eso que nos alegramos de que Estados Unidos incluyera US$ 4.000 millones para Gavi, la Alianza de Vacunas, en su último paquete de ayuda contra el covid-19. Gavi jugará un papel clave en la distribución de vacunas a países de bajos y medianos ingresos, y los legisladores inteligentes entienden que no podemos derrotar al covid-19 hasta que lo derrotemos en todas partes.
Los dos somos optimistas de que la pandemia que está viviendo el mundo en este momento conducirá a un cambio a largo plazo en la forma en que la gente piensa sobre la salud global. En el futuro, esperamos que los países ricos comprendan más profundamente que mejorar la salud en los países de bajos ingresos no solo salva vidas en el extranjero, sino que también nos coloca en una mejor posición para vencer al próximo conjunto de desafíos globales.
Así como la Segunda Guerra Mundial fue el evento definitorio para la generación de nuestros padres, la pandemia de coronavirus que estamos viviendo en este momento definirá la nuestra. Y así como la Segunda Guerra Mundial condujo a una mayor cooperación entre países para proteger la paz y dar prioridad al bien común, creemos que el mundo tiene una importante oportunidad para convertir las lecciones duramente aprendidas de esta pandemia en un futuro más saludable e igualitario para todos.