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Nota del editor: Roberto Rave es politólogo con especialización y posgrado en Negocios Internacionales y Comercio Exterior por la Universidad Externado de Colombia y la Universidad de Columbia en Nueva York. También posee estudios en Administración de la Universidad IESE de España y es candidato a la Maestría de Administración de Negocios por la Universidad de Miami. Es columnista del diario económico colombiano La República. Fue escogido por el Instituto Internacional Republicano como uno de los 40 jóvenes líderes más influyentes del continente. Fue asesor del Congreso de la República de Colombia y de la Alcaldía de Medellín, y fundador del Centro de pensamiento Libertank. Síguelo en Twitter. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Llevo varios meses en esta discusión con diferentes personalidades, desde economistas hasta directores de hospitales, humanistas puros y amigos de tertulias. He conversado al respecto también con exdirectores de farmacéuticas, todo con el propósito de alcanzar alguna objetividad en este artículo.

La pandemia ya cumple un año en la región y ha cedido algunos metros en esta dura batalla. Sin embargo, las muertes ya superan el equivalente a la población de ciudades como París y hoy siguen ocurriendo masivamente. A la par, se experimenta en el mundo la peor crisis económica después de la Segunda Guerra Mundial y los pronósticos de recuperación están ligados al proceso de vacunación, que se percibe lento y complejo.

Como lo describe Andrés Oppenheimer: “Mientras que Israel había administrado 76 dosis de vacunas por cada 100 personas hasta el 16 de febrero, y Estados Unidos 16 por cada 100, la tasa de vacunación en América Latina –con la excepción de Chile–, es pésima. Para esa fecha, Brasil había entregado solo 2,5 vacunas por cada 100 personas; Argentina 1,4; México, 0,6, y Perú, 0,2 por cada 100 personas, según el sitio web de la Universidad de Oxford”.

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Si no se da un impulso a la vacunación, nuestra región seguirá aumentando sus brechas respecto a los demás países que han logrado retomar la senda del desarrollo económico, mientras nosotros seguimos enclaustrados en el proceso de inmunización. Estas son algunas consideraciones respecto a la posibilidad de comercializar las vacunas en Latinoamérica:

  1. La comercialización de las vacunas le quitaría carga económica a los gobiernos de la región, pues aquellos ciudadanos que tengan capacidad adquisitiva accederían a la inmunización con sus propios recursos y asumiendo además los gastos logísticos que esto implica. Es probable que solo las puedan comprar la clase media y alta. Aún así, esto le quitaría un gran peso al Estado, que deberá concentrarse en las personas más vulnerables.
  2.  Los gobiernos centrales podrían concentrarse con mayor eficacia en la población más vulnerable. El proceso de vacunación sería más rápido y menos costoso para el Estado.
  3. La administración privada suele ser más expedita y rápida. Es por ello que la comercialización de las vacunas ayudaría a evitar más muertes motivando a la vez un ahorro para los gobiernos.
  4. ″Lamentablemente, la pandemia les viene bien a los Gobiernos corruptos. Hay un vínculo entre el nivel de corrupción y la respuesta a la crisis sanitaria producida por la pandemia″, dice Daniel Eriksson, director de Transparencia Internacional”. La comercialización de la vacuna disminuiría la posibilidad de corrupción en las entidades públicas, sin olvidar que los actos fuera de la ley también se dan entre organizaciones privadas, pero sin duda alguna con menor intensidad.
  5. Las vacunas contra el covid-19 reflejaron la trascendencia de las empresas privadas y de su trabajo conjunto con los gobiernos, logrando en tiempo récord encontrar la solución a esta compleja coyuntura. En la actualidad, las diferentes vacunas para varias enfermedades pueden ser adquiridas en el mercado de forma fácil y los sistemas -en su mayoría- funcionan de manera aceptable. Recuerdo que hace un par de años –cuando viajaba de Colombia a Centroamérica y por ser requisito de la entidad respectiva–, me puse las vacunas obligatorias en una empresa privada.
  6. “El comercio exterior de América Latina y el Caribe tuvo en 2020 su peor desempeño desde la crisis financiera mundial de 2008-2009, sobre todo a causa de la crisis económica generada por la pandemia global del covid-19 y las restricciones impuestas por los gobiernos para frenar su propagación”, afirma la Cepal. La comercialización de la vacuna sería el motor de una reactivación económica rápida y necesaria para una región tan golpeada socialmente por la pandemia.

Ya en Colombia, por ejemplo, la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI), encabezada por su director Bruce Mac Master le pidió al Gobierno nacional que permita que las empresas privadas apoyen el proceso de inmunización de la población contra el covid-19.

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Cada segundo sin vacunación es una vida perdida, un empleo perdido y tal vez en nuestra región, una familia que se queda sin comida en su plato y que da un paso más hacia la trampa de la pobreza. La reactivación económica debe acompañarse también de una reactivación emocional, motivada por el aumento del empleo y la generación de desarrollo y de oportunidades para todos los ciudadanos de Latinoamérica.

El hecho de que una persona con la capacidad adquisitiva suficiente acceda a la vacuna, no quiere decir necesariamente que se le esté privando de esta posibilidad a una persona con menos oportunidades. Por el contrario, le está brindado más posibilidades para que el Gobierno se enfoque con más fuerza en su vacunación y su recuperación económica que es, al final, la de todos los ciudadanos de nuestra región.

Estas consideraciones están sujetas a la producción y disponibilidad de las vacunas, que aumenta a pasos agigantados mes a mes.