(CNN) – Se puede escuchar la frustración en la voz del enfermero mientras narra el video, acercándose a una ventana abierta.
“Hay que ser ingeniero para que esto funcione”, dice. “Tienes que ser como MacGyver”.
El video pasa por una mujer con oxígeno, el tubo baja desde su nariz hasta la camilla en la que está sentada y, finalmente, sale por la ventana abierta.
Corre hacia otra ventana, el tubo verde se balancea con la brisa sobre un patio abierto media docena de pisos más abajo. El tubo termina en una conexión de oxígeno en la pared de la otra habitación.
Esta es la única forma en que la mujer, una paciente de covid-19 en este hospital de Brasilia, puede obtener oxígeno. La habitación donde se encuentra la fuente de oxígeno está tan abrumada por los pacientes de covid-19, que tiene que permanecer en lo que de otro modo sería un pasillo, con el oxígeno que le salva la vida conectado precariamente.
La escena es un microcosmos de lo que sucede en Brasil en este momento en medio de una ola brutal y fuera de control de covid-19.
El jueves por la noche, el Ministerio de Salud de Brasil informó la espantosa cifra de más de 100.000 nuevos casos de covid-19 confirmados en un solo día, la cifra más alta del país desde que comenzó la pandemia.
Hasta el momento, un total de 303.462 personas han muerto en el país por causa del virus, según datos oficiales.
Pero son los promedios de siete días los que pintan un panorama aún más sombrío.
Con 15.963 muertes del 19 al 25 de marzo y 14.610 muertes en la semana anterior, esas son las cifras más altas de la pandemia hasta ahora y van en la dirección equivocada.
Brasil ha registrado aproximadamente el 24% de todas las muertes por coronavirus en todo el mundo durante las últimas dos semanas, según datos de la universidad Johns Hopkins.
Una variante de covid-19, la P1, continúa arrasando en el país y los expertos coinciden en que es más contagiosa y potencialmente produce una enfermedad más grave que las cepas anteriores. Incluso la gente más joven no se salva.
De los 26 estados de Brasil más su distrito federal, solo uno o dos en un día determinado tienen tasas de ocupación de UCI por debajo del 80%.
Más de la mitad están por encima del 90%, lo que significa que si los sistemas de salud aún no han colapsado en esos estados, corren un riesgo inminente de hacerlo.
Los sistemas de salud se han visto inundados de pacientes a los que ya no pueden atender adecuadamente debido a una falta crítica de espacio y suministros.
Mientras Brasil sufre hasta el momento los peores días de esta pandemia, hay signos de colapso en todos los niveles del sistema de salud en casi todos los estados del país.
Signos de colapso
Socorristas, personal de hospitales e incluso empleados de cementerio le han dicho a CNN que esta última ola los ha doblegado.
“Es un escenario de guerra”, dijo el paramédico Luis Eduardo Pimentel en São Paulo. “Apenas puedo describir lo que estoy viendo, es muy triste lo que le está pasando al país”.
Describió llamadas continuas por covid-19, muertes que se podrían evitar y hospitales tan sobrecargados que toman suministros de donde pueden.
CNN habló con él después de que terminó su turno, antes de lo esperado, luego de que un hospital tomó la camilla en la que había traído a su paciente de covid-19: el hospital se había quedado sin camas.
Ejemplos como este son innumerables.
En un video entregado a CNN la semana pasada, se ve a 12 ambulancias con pacientes adentro esperando afuera de un hospital de São Paulo para que se hayan camas disponibles en el interior.
CNN visitó el jueves un hospital designado para tratar pacientes de covid-19 que había dejado de aceptar personas porque se habían quedado sin espacio. En una sección normalmente reservada para 16 pacientes de cuidados semi-intensivos, se estaba tratando a casi el doble de pacientes.
Varios ya habían sido intubados y normalmente habrían sido enviados a una UCI, pero ese espacio no existe en el hospital.
Cuando las tasas de UCI llegan al 90%, como ocurrió en Sao Paulo el jueves, están efectivamente llenas, dijo Geraldo Reple Sobrinho, presidente del Consejo de Secretarios Municipales de Salud del estado. “En realidad, eso significa la ocupación total de la cama porque cada vez que hay un paciente que es dado de alta o muere, se necesita tiempo para limpiar esta cama y cambiar el equipo. Se necesitan cuatro o cinco horas”.
Mientras tanto, más y más pacientes siguen muriendo. En varios días recientes, ha habido tantas muertes que los entierros en los cementerios de São Paulo ocurren cada pocos minutos.
Los crematorios no han podido seguir el ritmo. En un video compartido con CNN, se aprecia al menos dos docenas de ataúdes esperando ser incinerados: la demanda es aproximadamente tres veces mayor de lo que la instalación puede manejar en un solo día.
La respuesta del gobierno … o la falta de ella
A medida que su país se tambalea durante este último brote, el presidente Jair Bolsonaro aún tiene que tomar medidas significativas para intentar implementar una respuesta nacional coordinada.
Entregó un discurso televisado al país el martes por la noche, diciendo que 2021 sería el “año de la vacuna”.
Pero los críticos condenaron el discurso de 3 minutos como un intento poco entusiasta de un rescate de relaciones públicas en un día en el que Brasil estableció su propio récord de muertes por coronavirus registradas en un solo día.
El gobierno federal pareció cometer otro autogol al día siguiente, y el Ministerio de Salud anunció que requeriría más información de los municipios que reportan información sobre las víctimas de covid-19.
Eso provocó una preocupación inmediata de que los requisitos adicionales reducirían el número de muertes por covid-19 que se informan.
Esas preocupaciones parecieron justificarse de inmediato, ya que el número de muertes reportadas el miércoles fue casi 1.200 menos que el día anterior.
Al final del día miércoles, el Ministerio de Salud suspendió los nuevos requisitos de informes después de una severa reacción de los estados y el público.
En ausencia de una respuesta federal coordinada, las restricciones implementadas diseñadas para detener la propagación del virus se han dejado en manos de los estados.
Río de Janeiro, São Paulo y Minas Gerais se encuentran entre los estados que han implementado toques de queda nocturnos, incluso cuando el gobierno de Bolsonaro presentó una demanda en la Corte Suprema de Brasil declarando que solo el gobierno federal tiene derecho a imponer tales restricciones.
Sin embargo, esta semana el tribunal se puso del lado de los estados y calificó el argumento de Bolsonaro de “totalitario”.
Natalie Gallón de CNN, los periodistas Marcia Reverdosa y Eduardo Duwe y Kara Fox de CNN contribuyeron a este informe.