Sao Paulo (CNN) – Brasil informó el martes de otro número récord de muertes, a medida que un aumento de las infecciones por covid-19 paraliza los hospitales de todo el país. Pero es la agitación política que sacude al gobierno lo que acaparó los titulares el miércoles.
Un día después de la mayor reorganización del gabinete desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el cargo, los tres comandantes de las fuerzas armadas de Brasil fueron destituidos, lo que alimentó la especulación de que Bolsonaro está perdiendo el apoyo de los militares y busca afirmar el control, en medio de crecientes críticas sobre su manejo de la pandemia.
“El ejército rechaza la afiliación política y Bolsonaro reemplaza a los jefes de las Fuerzas Armadas”, destacó el diario O Globo. En su titular, Folha de S. Paulo la llamó “la mayor crisis militar desde 1977”, cuando hubo una ruptura institucional similar durante la dictadura militar.
Las salidas militares han sido particularmente escrutadas porque gran parte de los vínculos que ha hecho Bolsonaro, también exmilitar, han sido con las fuerzas armadas, llenando su gabinete de generales e incluso celebrando la dictadura militar que una vez gobernó el país.
Carlos Alberto dos Santos Cruz, un general retirado del Ejército y exalto funcionario del gobierno de Bolsonaro, dijo a CNN Brasil, afiliada de CNN, que si bien los cambios ministeriales son normales, “no es normal reemplazar a los tres comandantes de las fuerzas armadas sin una razón, un explicación o cualquier información que se brinde a la sociedad”.
La crisis política se produce cuando Brasil lucha por controlar el último y más letal aumento de casos de covid-19 hasta la fecha. El martes murieron 3.780 personas, un récord, mientras que existe una ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI) de más del 90% en 14 de los 26 estados de Brasil. Los brasileños cada vez están más molestos con Bolsonaro, quien ha minimizado el virus desde el principio.
Bolsonaro invocó recientemente a los militares cuando arremetió contra los gobernadores estatales por medidas de confinamiento, advirtiendo: “Mi ejército no saldrá a las calles para garantizar la obediencia de los decretos de los gobernadores”.
Su índice de aprobación ha alcanzado mínimos históricos y le ha costado el apoyo de los partidos aliados en el Congreso. La reorganización del gabinete tenía como objetivo apuntalar el apoyo otorgando posiciones ministeriales clave a esos partidos y reemplazando al asediado ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Araujo.
Araujo había sido criticado previamente por el Congreso por su relación antagónica con China, no solo un socio comercial clave, sino un proveedor principal de materias primas en las vacunas utilizadas en Brasil.
Pero la reorganización más amplia fue una sorpresa, especialmente la decisión de Bolsonaro de reemplazar al exministro de Defensa, el general retirado Fernando Azevedo e Silva. La relación se había vuelto tensa en las últimas semanas y en su carta de renuncia, Azevedo e Silva dijo enfáticamente que había “preservado a las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado”.
El ministro de Comunicaciones de Bolsonaro, Fabio Faria, insistió en que los recientes cambios de personal no reflejan una ruptura importante. “No hay cambio de posición en relación con las fuerzas armadas”, dijo a CNN Brasil. “El presidente es un militar y la relación con los militares es muy estrecha”.
Faria agregó que habría una “transición armoniosa” a medida que se nombran los nuevos comandantes. Tradicionalmente, el presidente selecciona a los comandantes de entre una lista de nombres proporcionada por las fuerzas armadas.
De hecho, Bolsonaro reemplazó al general saliente del Ministerio de Defensa por otro: Walter Souza Braga Netto, exjefe de gabinete del presidente. Y una de sus primeras acciones como ministro el martes fue llamar a la intervención militar de 1964, que llevó a una dictadura de 21 años en Brasil, un “movimiento” que debe ser “entendido y celebrado”.
Pero según Carlos Melo, profesor de la Universidad Insper de Sao Paulo, el manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro creó problemas con muchos militares.
“Era obvio para (Bolsonaro) que él no tenía el dominio sobre el Ministerio de Defensa que quería y ahora lo está intentando, mal, sin entender que las Fuerzas Armadas pertenecen al Estado, no al Gobierno”, dijo Melo a CNN Brasil.