Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades durante varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento, productora de cine y columnista de estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion.
(CNN Español) – Comienzo mi comentario con una anécdota:
Mi madre se vestía como una reina. Alta, delgada, con gran estilo propio y buen gusto innato, durante los muchos años que vivió en Nueva York ¡toda su ropa era de thrift shops o tiendas de segunda mano!
Como éramos exilados de Cuba, con muy pocos (poquísimos) medios cuando llegamos a la ciudad –y mami tenía una tienda de objetos usados a la vuelta de la esquina– aquello fue su salvación para vestir bien y le fascinaba visitarla todos los días ¡y regresaba a casa con verdaderas maravillas!
Y así –por apenas unos dólares– compraba un bolso vintage divino, descubría un broche de cristales azules de Kenneth Lane, que era una belleza. Un sombrero años 50 de Lily Dache. Un vestido negro de Dior que era una joya. También nos compraba ropa a mi hermano y a mí.
Y una vez compró una docena de zapatos Ferragamo –que lucían 100% nuevos– ¡por los que pagó US$ 1 por par, y le duraron el resto de su vida! “No podía creer que eran de mi talla y los compré todos”, comentó. “Los donó una señora que vive en la Quinta Avenida y ya no puede usar tacones”.
Y así, nos contaba de sus aventuras en su muy personal mundo de la moda en lo que llamábamos “la tienda de lo viejo”. ¡Una divertida experiencia diaria!
Adelantando ahora el reloj unos cuantos años, les anuncio que, en 2021, la supertendencia del momento es comprar ropa y accesorios usados –¡aunque esta vez no “vintage”, sino modernos, de superlujo y famosas marcas!–. Pero piezas tan ligeramente usadas y tan bien cuidadas ¡que lucen nuevas de paquete!
Y lo que comenzó como tendencia, poco a poco, durante el encierro de la pandemia –y el aumento de las compras por internet– se ha convertido en toda una industria, donde compañías como The RealReal, Vestiaire Collective, Poshmark, Rebag y muchas otras, son la nueva pasión de los “fashionistas”. Y las grandes casas de moda ya están asociándose con estas empresas de reventa. Como es el caso de Gucci, que ha hecho un contrato con The RealReal para vender ciertas mercancías a través de ellos.
No quiero celebrar que lo “retro” sea la última moda. ¡No! Ni que ahora mismo debemos correr a una tienda de ropa usada a comprar piezas que lucen francamente muy usadas. El fenómeno es que esas tiendas online son ya compañías muy poderosas (The RealReal ya está en el mercado de valores) y venden –a una fracción de su precio original– cosas modernas, de última, desde bolsos de Hermes a ropa de Gucci, joyas de Tiffany, vestidos de Valentino , Dior o Chanel, bufandas y gafas de sol de Carolina Herrera o Prada, etc., etc. ¡Verdaderas maravillas que probablemente no hubiésemos comprado a precio regular por ser demasiado caras! Y de acuerdo con uno de los más grandes jugadores del lujo de segunda mano, Vestiaire Collective, el valor del sector superaría los US$ 70.000 millones en 2025.
Un nuevo método de ser consumidores y con un iPhone o tableta en mano ¡se nos hace más fácil hacer clic y comprar con libertad objetos que nos encantan! ¿Otra gran ventaja de esta tendencia de resale o reventa? ¡Que en esos lugares también podemos vender nuestras piezas de moda! Ese bolso Vuitton que está como nuevo y ya nos aburre. Esa pulsera de Cartier que nos puede traer un buen dinero. Ese vestido de Gucci que nunca nos estrenamos porque no nos gustó nunca mucho, etc., etc. Y –por supuesto– ya soy clienta de algunas de ellas, para comprar y vender muy al estilo de una consumidora 2021.