(CNN Español) – La imagen de José Gregorio Hernández en estampitas, figuras y distintas presentaciones no falta en muchos de los hogares venezolanos. Su presencia es la de un hombre con sombrero y traje oscuro o a veces bata de médico, bigote y una expresión de paz, amor y humildad. Es el rostro que viene a la mente de quienes oran por su salud y que acompaña a los enfermos en cama. En el corazón de muchos ya era santo.
Este viernes se realizó el acto de beatificación por parte de la Iglesia católica, un momento que los creyentes esperaron durante años, pero que al producirse en medio de una pandemia debieron seguir por televisión y redes sociales pues sólo 150 personas estuvieron presentes en la ceremonia.
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Antes de la beatificación, miles de personas visitaron lugares representativos de la vida y obra del también llamado “médico de los pobres”, como es el caso de la plaza La Candelaria, ubicada en el Centro de Caracas. Allí se encuentra la Iglesia Santuario de Nuestra Señora de La Candelaria, lugar donde reposan los restos de este médico, científico y filántropo. Desde la antesala al acto de beatificación, los feligreses encendieron velas, agradecieron e hicieron promesas a pesar de no poder presenciar la ceremonia.
Entre ellos Iris Sotelo, un ama de casa que luego de orar en el templo por su familia y por José Gregorio, se lamentaba por no poder asistir a la ceremonia. Dice que siente que es devota desde que nació porque, asegura, es parte de la cultura del país. Sin embargo, afirma que su mayor conexión con Hernández surgió cuando hace 27 años su hija estuvo internada 22 días tras haber sufrido una convulsión. Asegura que tanto ella como su familia le pidieron con fuerza al doctor José Gregorio Hernández. Dice que la niña regresó a casa con un tratamiento.
“Una noche a eso de las tres de la mañana, yo me despierto y estaba, para mi era la figura de José Gregorio Hernández en ese momento. Estaba al lado de la cuna de mi hija y mi hija dejó de convulsionar”, recuerda Iris destacando siempre ese suceso con gran devoción.
Lo describe como un hombre humilde y lleno de amor a Dios al que tanto ella como su familia se encomiendan en la adversidad. Aseguró que justo acaba de salir del templo de prender una vela por su beatificación y por la sanación muy especialmente de los venezolanos que padecen covid-19. Ante la imposibilidad de estar presente en la ceremonia manifiesta que la fe es lo más importante y que esa la lleva en el corazón.
Son muchas las historias de sanación que los creyentes atribuyen al afamado doctor venezolano. Carlos Fernández, sacristán del santuario de la Candelaria y quien día tras día vela por el buen funcionamiento del templo, dice haber sentido también la ayuda de Hernández. En el año 2017 fue diagnosticado con melanoma, tuvo una recaída en el año 2018 y tras recibir varias sesiones de quimioterapia y ser operado le pidió con fervor a José Gregorio. Con emoción asegura que gracias a él, hace seis meses le dieron de alta.
El milagro que lo puso a un paso de la santidad
El milagro que sostienen haber comprobado los expertos del Vaticano fue el de la niña Yaxury Solórzano Ortega, quien colocó a Hernández a un paso de la santidad. El hecho sucedió en marzo de 2017, cuando la niña tenía 10 años y fue víctima de un impacto de bala en un intento de atraco ocurrido en una remota población ubicada en el estado Guárico. El pronóstico médico que recibieron sus padres fue que difícilmente sobreviviría y que si lo hacía perdería facultades neurológicas. Tras ser operada, Yaxury logró caminar, ver y hablar en una curación completa y sin explicación científica que se le atribuye a Hernández.
José Gregorio Hernández nació en 1864 en Isnotú, estado Trujillo, en los andes venezolanos. Fue un devoto católico al que los fieles consideran capaz de curar enfermedades y que tiene creyentes a lo largo de toda América Latina. Hernández murió de forma trágica en junio de 1919 al ser impactado por un vehículo en este lugar del centro de Caracas.