Nota del editor: Carlos Alberto Rojas Ávila es profesor de Innovación Empresarial en Universidad La Salle Bolivia. Es Project Manager de la Comunidad Croata de La Paz, Bolivia. Desempeñó el rol de especialista en Control de Procesos en Amazon. Obtuvo un MBA por La Salle Open University. Tiene doble titulación en Ingeniería Comercial y Administración de Empresas por la Universidad La Salle Bolivia y Lewis University. Artista y apasionado por la sustentabilidad ambiental. Las opiniones expresadas en este comentario pertenecen al autor. Ver más opiniones en cnne.com/opinion
(CNN Español) – El cambio climático es uno de los desafíos más grandes de la humanidad. En respuesta, se han planteado estrategias globales como el Acuerdo de París. Las Naciones Unidas establecen que, “el objetivo central del Acuerdo de París es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 grados Celsius. Además, el acuerdo tiene por objeto aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y lograr que las corrientes de financiación sean coherentes con un nivel bajo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una trayectoria resistente al clima”.
La realidad actual sería diferente si se hubiese apoyado con más recursos los proyectos sostenibles de grandes inventores como Nikola Tesla, nacido en lo que hoy es Croacia. Existe el concepto de que utilizar energías limpias es costoso y frena el progreso económico. Entonces será de gran ayuda encontrar un punto en que los objetivos frente al cambio climático se crucen con las metas de desarrollo económico. Es momento de considerar visiones como las de Tesla, lograr que los gobiernos incluyan indicadores climáticos en sus reportes económicos y aprovechar las oportunidades que conlleva la “recuperación económica verde” post-pandemia.
La torre Wardenclyffe. Así nombró Tesla a uno de sus proyectos más ambiciosos para alcanzar una red de comunicación sin cables, con posibilidad de generar energía limpia mundial, ilimitada y gratuita. La idea se basó en la transmisión inalámbrica de señales de alta frecuencia a través de la atmósfera.
Su visión era clara y fue una premonición de la tecnología actual. En 1901, logró convencer al empresario J.P. Morgan de invertir en su proyecto. Según Tesla, algunos de los beneficios de su invento eran: “Un dispositivo barato, no mayor que un reloj, permitirá a quien lo lleve escuchar en cualquier lugar —ya sea en tierra o en el mar— música o canciones, el discurso de un líder político, las palabras de un eminente científico o el sermón de un clérigo elocuente, que habrán sido pronunciados en algún otro lugar, aunque sea distante”.
Se trataba de una torre de madera de 57 metros de altura (que al final tenía que llegar a ser de 91 metros para transmitir energía inalámbrica), con una cúpula metálica semiesférica de 21 metros de diámetro. Este sueño estuvo adelantado a su época y no pudo completarse debido a la falta de inversionistas y los altos precios de los materiales. Tal vez si la revolución industrial no hubiese dependido del carbón y otros combustibles fósiles y se hubiese utilizado esta tecnología, el mundo estaría más cerca de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
Durante la pandemia se evidenció la vulnerabilidad de los sistemas globales, se detectó que todavía falta un largo camino para reducir al mínimo los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y evitar los efectos del cambio climático. Sin embargo, es crucial el optimismo y el enfoque de esfuerzos al planteamiento de estrategias sostenibles, por parte de gobiernos, corporaciones e individuos. Una de las estrategias más interesantes es “la recuperación económica verde”. Este concepto señala un “punto de inflexión positivo” en el cual, los intereses económicos se encuentran con la protección sistemática e internacional del medio ambiente.
La recuperación económica verde se puede sostener en pilares como los bosques y la generación de empleos vinculados a las actividades sostenibles con el medio ambiente. ONU Medio Ambiente sugiere que una de las estrategias más rápidas y rentables para contrarrestar el calentamiento global, es a través de los bosques. Cada país debe realizar esfuerzos para mitigar los efectos del cambio climático según oportunidades disponibles. Por ejemplo, en Indonesia se pueden reducir emisiones del sector forestal, en Brasil se puede incrementar la protección de los bosques, en Estados Unidos y la Unión Europea se pueden incentivar modificaciones en la dieta de las personas y reducir el desperdicio de alimentos, y en la India y China se puede incrementar la eficiencia en producción agrícola y ganadera. La protección de bosques puede contribuir a reducir niveles de pobreza de 1,6 millones de personas que dependen del bosque para su sustento y se reduciría la posibilidad de surgimiento de nuevas pandemias a través de la baja en la deforestación, entre otras alternativas.
Los empleos verdes son un camino estratégico hacia la sostenibilidad ambiental. Según el director regional de la Organización Internacional del Trabajo, “existen enormes oportunidades en una economía verde, pero también un potencial de destrucción de puestos de trabajo. Por lo tanto, debemos garantizar que los trabajadores tengan acceso a protección social, que adquieran el conjunto de calificaciones correctas y que las economías tengan la capacidad de realizar la transición entre industrias tradicionales e industrias más ecológicas”. El informe de la OIT indica que hasta 2030 se pueden generar 18 millones de empleos verdes en el mundo al concentrar recursos en la construcción y manufactura involucradas en generación de energías renovables, así como en el desarrollo de automóviles eléctricos y otros servicios o productos que ayuden a lograr la eficiencia energética en inmuebles.