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Nota del editor: Ed Morales (@SpanglishKid) es periodista y conferencista en el Centro para el Estudio de Etnicidad y Raza de la Universidad de Columbia y en la Escuela de Periodismo Craig Newmark en CUNY. Es el autor del libro “Latinx: The New Force in American Politics and Culture”. Las opiniones expresadas son suyas. Vea más artículos de opinión en CNN.

(CNN) — Una historia reservada del sitio de entretenimiento Deadline sobre cómo la estrella de televisión Eva Longoria y la creadora de Black-ish Kenya Barris estarían desarrollando una nueva comedia de situación que gira en torno a una “familia latinx moderna” pareció hacer explotar al senador de Texas Ted Cruz este miércoles. “Ningún latino actual usa el término inventado Latinx”, tuiteó, reiterando un punto de conversación conservador ahora familiar.

Desde que se generalizó su uso en los últimos cinco años, Latinx ha sido un término atacado tanto por críticos de derecha como de izquierda por diferentes razones. El uso del insulto “woke” —que en español se traduce como “estar despierto”— permite a los conservadores afirmar que es una herramienta de adoctrinamiento para la ideología liberal, mientras que algunos progresistas sienten que opaca el incómodo legado del colonialismo y el racismo latinoamericanos. Pero la realidad de Latinx no es tan simple como este debate político.

A menudo se dice que la capacidad de nombrar es poder, ya sea que provenga de una autoridad o de un gobierno, o de personas marginadas que buscan ser escuchadas en las conversaciones cotidianas. Cuando escuché por primera vez el término “Latinx” en 2014 para describir a personas descendientes de latinoamericanos que viven en EE.UU., por parte de los estudiantes en un seminario que imparto en la Universidad de Columbia, me sentí obligado a escuchar.

Habíamos pasado varias partes del semestre discutiendo la evolución de términos bastante intercambiables como hispano, a veces, pero no exclusivamente, favorecido por aquellos con inclinaciones más conservadoras, y latino, a su vez, su contraparte literal, desde el latino/a y latina/a, al Latin@. Esas últimas iteraciones se diseñaron para reconocer que el español es un idioma cuyos sustantivos se designan como masculino y femenino, reconociendo que “latino” era un término masculino que incluía a las mujeres como una ocurrencia tardía, al igual que “hombre” alguna vez significó hombres y mujeres en inglés.

Pero Latinx era algo nuevo, una especie de golpe radical diseñado para “eliminar” la noción de género por completo y de esta manera reconocer a las personas no binarias y, por extensión, a la comunidad LGBTQ. El origen de Latinx no está claro, aunque algunos lo han rastreado a foros en línea de mediados de la década de 1990, mientras que otros señalan el uso de “x” entre escritoras feministas chicanas como Cherrie Moraga, que quería celebrar el uso de la letra “x” en idioma indígena. Sin embargo, otros ven en la “x” como una referencia a aquellos que han sido opacados por el legado del colonialismo, lo desconocido y lo marginado, de la misma manera que Malcolm X lo usó para simbolizar su identidad africana robada.

Desde entonces, el uso de la palabra Latinx para describir a personas de ascendencia latinoamericana nacidas en Estados Unidos ha suscitado una controversia continua, pero su uso parece estar creciendo. Con la intención de ser un término más inclusivo que reconozca a las personas no binarias y LGBTQ, Latinx simboliza una nueva era en la identificación étnica y racial en Estados Unidos. Según Google Trends, el interés de las búsquedas web del término Latinx durante los últimos cinco años ha aumentado significativamente, alcanzando su punto máximo en septiembre del año pasado pasado (muy probablemente por el Mes de la Herencia Hispana), en donde las búsquedas aumentaron un 88% en California —el estado más poblado de latinos del país. Latinx refleja el deseo de que la gente más joven quiere ser escuchada.

Si bien un estudio de Pew Hispanic realizado el agosto pasado mostró que solo el 3% de los encuestados preferían el término, el 42% de los jóvenes entre 18 y 29 han oído hablar del término y el 14% de los que son mujeres lo usan. Esto probablemente explica por qué Longoria y Barris optaron por usar el término en el anuncio de la nueva serie derivada.

Sin embargo, el término está lejos de ser aceptado universalmente, ya que está siendo atacado tanto desde el lado conservador como desde el progresista. Algunos hispanos sienten que el término es una imposición externa del inglés —difícil de pronunciar en español, cargado de valores liberales estadounidenses, mientras que otros sienten que es un término académico elitista que la gente trabajadora no quiere usar. Otros, alimentados por una creciente conciencia de las tendencias en contra de las comunidades negras e indígenas de las culturas latinoamericanas, sienten que términos generales como latinx, latino e hispano, borran sus identidades únicas.

La idea de que Latinx representa una imposición de la cultura estadounidense al idioma español o alguna noción de cultura latinoamericana parece perder su credibilidad cuando se considera la asombrosa variedad de palabras en inglés que se han vuelto de uso común en la América Latina de habla hispana. No hay indignación cuando los latinoamericanos usan palabras como “brunch” y “hipster”, y todavía recuerdo escuchar a los residentes de Buenos Aires, Argentina, referirse a sus salas de estar como “el living” a principios de la década de 2000.

La palabra Latinx parece ser difícil de pronunciar, pero nadie en mi familia –dominada por el español– tuvo dificultades con una palabra como “Kleenex” cuando era niño. Tal vez sea la e faltante: algunos hispanohablantes prefieren usar el término “latine”, que cumple la misma función de desgénero del término mientras prescinde de la aparente carga visceral de “x”, que genera una reacción emocional entre tantos detractores.

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La objeción al uso de cualquier forma de “latino” o “latinoamericano” porque esas palabras representan el legado del colonialismo español o europeo continental tiene más validez, particularmente en este momento de “ajuste de cuentas racial”. Los mitos no oficiales de la democracia racial utilizados en varios países latinoamericanos emplean una aceptación de la mezcla racial que a menudo sirve para categorizar la identidad y la cultura negra e indígena a favor de su subordinación a los valores europeos. El crecimiento de movimientos que exigen el reconocimiento de las personas negras e indígenas de ascendencia latinoamericana ha llevado a otro término, BIPOC, que se refiere a las personas negras e indígenas de color, pasando por alto la identificación “latina” y permitiendo la solidaridad con los negros e indigenas no hipanohablantes de las Américas.

Sin embargo, la difusión del uso de Latinx, por lenta que sea, ha sido un importante paso adelante, ya que representa la primera vez que un grupo étnico-racial estadounidense al menos ha debatido el uso de un término que se refiere directamente a la inclusión de sus integrantes no binarios y LGBTQ. A pesar de los argumentos de que el término se considera “elitista” o se emplea con demasiada rapidez, particularmente durante el último ciclo de elecciones presidenciales, como algo impuesto desde arriba, las búsquedas en la web y las conversaciones en redes sociales demuestran que hay un interés creciente.

Parece poco probable que la etiqueta hispano-latina más amplia desaparezca, ya que gran parte del aparato gubernamental, las estrategias políticas y el marketing de medios dependen de ella. Pero luego está la cuestión de cómo la retórica del odio no parece distinguir entre las variaciones de los descendientes de latinoamericanos.

La reciente serie de ataques contra los estadounidenses de origen asiático impulsados por Donald Trump quien culpa de la pandemia de covid-19 a China junto con sus constantes insultos, no ha perdonado a los asiáticos que no son chinos, el último incidente grave en Nueva York involucró a un inmigrante de Filipinas. Los latinos a menudo también se agrupan como objetivos de discriminación, y a menudo se cuestiona su estado de ciudadanía debido a su apariencia o por su uso del inglés con acento español.

Existe una necesidad de solidaridad entre las personas de ascendencia latinoamericana a pesar de nuestras muchas diferencias raciales, étnicas, lingüísticas y religiosas. Sin embargo, al mismo tiempo, no queremos perder lo que nos hace especiales al ser mexicanos, puertorriqueños, dominicanos, colombianos, salvadoreños, guatemaltecos, negros, indígenas, mujeres o queer. Latinx puede ser el truco, pero sirve a todos para recordar el viaje evolutivo de Colored y Negro (ambos términos en inglés) a afro y afroamericano, e incluso “negro”. No importa cuántos cambios y variaciones, lo que muestran estos tiempos es que el poder de nombrar debe reservarse para aquellos a quienes la historia ha ignorado durante mucho tiempo.