(CNN) – El refugio de Fort Bliss se parece más a un almacén, según las personas que han estado allí, con filas y filas de catres apilados unos encima de otros, llenando grandes tiendas de campaña blancas donde esperan cientos de menores inmigrantes indocumentados.Ahora, los funcionarios están hablando de duplicar esa población, de 5.000 a 10.000 niños, lo que podría empeorar aún más una situación ya de por sí difícil.
Los abogados que han visitado las instalaciones describieron para CNN escenas de menores con poco quehacer, algunos llorando, otros pasando el tiempo durmiendo. Algunos no se atreven a jugar fuera en el calor de Texas, sin saber cuándo llegará el próximo turno de lavandería. Varios llevan allí más de un mes, mientras esperan su próxima parada.
Durante la primavera, el Gobierno de Biden se apresuró a sacar un número récord de menores inmigrantes de las instalaciones de retención de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), que parecen más bien cárceles, para llevarlos a refugios como éste en Fort Bliss. Los abogados y defensores que visitaron los centros dicen que están mejor equipados.
Pero aún les preocupa que las instalaciones no satisfagan todas las necesidades de una población especialmente vulnerable.
“Fort Bliss es emblemático de un enfoque miope en la limpieza [de Aduanas y Protección de Fronteras] sin preocuparse adecuadamente por restaurar y ampliar el sistema de refugios [de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados]. Estamos almacenando a más de 4.000 niños en tiendas de campaña blandas en una base militar”, dijo Leecia Welch, directora sénior de Defensa Legal y Bienestar Infantil del Centro Nacional para la Ley de la Juventud, que visitó el centro a finales de abril y describió un olor nauseabundo en el lugar.
Hasta el 23 de mayo, había 18.187 menores en todas las instalaciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, (HHS, por sus siglas en inglés), según los últimos datos del Gobierno.
El uso de los sitios emergentes también es costoso. El costo diario por menor es más del doble que el del programa de albergues ya establecido por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, que es de aproximadamente US$ 775 por día, comparado con alrededor de US$ 290 por día, según datos del Gobierno.
El secretario de Salud y Servicios Humanos, Xavier Becerra, dijo a los periodistas –el lunes– que el centro de Fort Bliss, al igual que otros centros de emergencia, permitió a la administración trasladar rápidamente a los menores fuera de las instalaciones de la CBP a un lugar que pudiera satisfacer mejor sus necesidades. También contradijo las preocupaciones sobre las condiciones en las instalaciones.
“Caminé por Fort Bliss. Recorrí la zona de alojamiento para niños y niñas. Mantenemos a los niños y a las niñas separados. No vi ningún problema con la vestimenta de los menores”, dijo Becerra cuando se le preguntó sobre Fort Bliss, el lunes.
La representante demócrata Verónica Escobar, de Texas, quien visitó Fort Bliss el pasado viernes, le dijo a CNN que había observado algunas mejoras en el lugar, pero sostuvo que seguía habiendo deficiencias, como la falta de acceso a ropa limpia y la permanencia de los menores en el lugar durante más de 40 días.
“Es absolutamente inaceptable. Ningún menor debería estar allí más de dos semanas. Debería ser solo una admisión de emergencia. […] Solo debería ser una situación utilizada como transición”, dijo Escobar.
El HHS tiene una capacidad de camas autorizadas de alrededor de 13.500 equipadas con una multitud de servicios, como educación y recreación, pero dadas las limitaciones de capacidad relacionadas con la pandemia, el Departamento ha tenido que depender de sitios temporales para alojar a los menores.
“Estábamos volando el avión mientras lo construíamos”, dijo un funcionario de la administración a CNN, refiriéndose a la necesidad de adaptarse sobre la marcha.
El HHS está considerando ampliar su sitio en Fort Bliss, hasta su capacidad potencial de 10.000 camas, según documentos federales obtenidos por CNN. Becerra dijo el lunes que es difícil saber qué esperar, sin saber cuántos menores llegarán a la frontera entre Estados Unidos y México en las próximas semanas, pero aceptó que los sitios de admisión no están pensados para que los menores permanezcan por periodos prolongados antes de ser entregados a sus familias.
Escobar planteó su preocupación por el tamaño de Fort Bliss y la duración de la estancia al secretario del HHS y a los dirigentes de la Casa Blanca, que, según dijo, fueron receptivos a lo que ella denominó una ” crítica constructiva”.
“Entiendo que se trata de un centro de acogida de emergencia. Lo entiendo. Han hecho lo mejor que han podido con los recursos que tienen, con el plazo que necesitaban para poner las cosas en marcha, pero de cara al futuro, tenemos que dividir esos megasitios”, dijo. “No me molesta que haya 10.000 o 5.000 menores en El Paso. Lo que me incomoda es tenerlos a todos ubicados en un solo megasitio”.
Las instalaciones emergentes abiertas por el HHS en los últimos meses fueron el tema principal de una llamada entre los miembros del grupo hispano del Congreso y Becerra, el pasado jueves, según una fuente familiarizada con la reunión. Los miembros preguntaron al secretario cómo se seleccionaron los sitios, así como la forma en que podrían involucrar a los proveedores locales, dijo la fuente.
La representante demócrata Norma Torres, de California, quien participó en la reunión informativa con Becerra, ha visitado cuatro de las instalaciones temporales. Describió los sitios como “mucho más humanos” que las instalaciones fronterizas, pero señaló que visita el sitio en su distrito, ubicado en el Pomona Fairplex, semanalmente para asegurarse de que las condiciones no se deterioren.
Cuando se le preguntó sobre las condiciones en Fort Bliss, Torres dijo que no observó problemas durante su visita. “Este es un temor que tengo y por eso visito las instalaciones aquí en mi distrito cada semana. No quiero escuchar ninguna historia como ésta que salga de esta instalación que está en mi distrito”, dijo a CNN.
Los menores manifiestan pensamientos de autolesión
Welch y un equipo de abogados visitaron siete albergues de emergencia en las últimas semanas y entrevistaron a más de 100 menores sobre las condiciones de las instalaciones. El equipo de abogados tuvo acceso a hablar con los menores porque están supervisando el cumplimiento por parte del Gobierno del Acuerdo Flores, un acuerdo de 1997 que regula las condiciones en las que los funcionarios de Estados Unidos pueden detener a los menores inmigrantes.
Por lo general, las instalaciones emergentes adoptan la forma de albergues de emergencia, ofreciendo las necesidades básicas, pero sin proporcionar otros servicios, como la educación y la gestión de casos, a los cientos de menores alojados en los lugares. Las condiciones de los centros de acogida de emergencia pueden variar, y cambian con regularidad, pero en algunos casos, el rápido ritmo al que se crearon los centros contribuyó a sus deficiencias.
Los menores informaron de que no tenían acceso a ropa limpia, que se pasaban el día durmiendo para pasar el tiempo y que lloraban con frecuencia. En Fort Bliss, que alberga a menores de entre 13 y 17 años, algunos menores decidieron no jugar al aire libre porque no estaban seguros de cuándo se volvería a limpiar su ropa, según Welch, quien añadió que los menores también informaron de pensamientos de autolesión. Mientras recorría las instalaciones, una litera en la que estaban sentados dos niños se derrumbó, recordó Welch.
Algunos niños han sido trasladados abruptamente de Fort Bliss a otras instalaciones del HHS donde se les coloca en entornos más restrictivos “debido a la supuesta peligrosidad o al riesgo de fuga”, dijo Neha Desai, directora de Inmigración del Centro Nacional para la Ley de la Juventud, quien describió esos entornos como de menor libertad de movimiento y mayor seguridad.
En un caso, un menor fue trasladado sobre la base de “acusaciones frívolas y no corroboradas sobre pandillas”, y en otro caso, un menor fue trasladado por negarse supuestamente a recibir tratamiento médico, mientras que a otros se les dijo que se reunían con su familia cuando en realidad estaban siendo trasladados, explicó Desai.
En Houston, la Asociación Nacional de Iglesias Cristianas, que había estado ayudando a albergar a los menores, fue cerrada abruptamente, poco antes de que los abogados se dispusieran a visitar el lugar.
Welch y su equipo han localizado desde entonces a más de una docena de niñas que estaban en el lugar. Las niñas describieron desmayos, falta de alimentos o alimentos inadecuados, falta de ropa limpia y restricciones en los baños que les prohibían usarlos después de las 10 de la noche.
“El HHS se compromete a garantizar el bienestar de los menores a nuestro cargo. Cerramos proactivamente las instalaciones de Erie y Houston porque no cumplían con nuestro estándar de cuidado y estamos trabajando incansablemente con los contratistas para asegurar que esos estándares se cumplan en los sitios que operan hoy”, dijo un portavoz del HHS en un comunicado, refiriéndose al sitio de emergencia establecido en Houston y otro en Erie, Pensilvania.
Dean Hoover, abogado de la Asociación Nacional de Iglesias Cristianas, se negó a comentar las condiciones.
Un precio elevado
Uno de los principales desafíos de los centros temporales es la falta de gestión de casos, que suele estar integrada en los centros de acogida de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados ya establecidos. El HHS adjudicó más de US$ 268 millones a una empresa privada, Family Endeavors Inc., para que ayudara en los centros de acogida de emergencia, aunque la adjudicación tiene un valor potencial de US$ 579 millones.
En señal de la continua necesidad de personal, la Oficina de Reasentamiento de Refugiados renunció al requisito de que el personal de atención a los jóvenes tenga un mínimo de un año de experiencia en bienestar infantil, a menos que lo exija el estado en el que opera el refugio, según una notificación obtenida por CNN.
Dos grandes centros de Texas, el Centro de Convenciones Kay Bailey Hutchison, de Dallas, y el Freeman Coliseum, de San Antonio, cerrarán a principios de junio porque sus contratos de arrendamiento expiran.
En el centro de convenciones de Dallas, el espacio parece más un refugio de emergencia de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) que un refugio tradicional del HHS, con catres alineados en un gran espacio. Allí, algunos menores han pasado semanas con poco o ningún acceso al exterior. Más de 300 menores estuvieron en el centro de convenciones de Dallas por más de 50 días, y más de 450 niños estuvieron en las instalaciones de San Antonio por más de 40 días, dijo Desai.