CNNE 1007195 - laboratorio flotante en la antartida
Un laboratorio flotante analizará las aguas de la Antártida
00:55 - Fuente: CNN

(CNN) – Las aguas salvajes del océano Antártico son uno de los mayores reservorios de carbono del planeta. El océano absorbe alrededor del 12% de todo el dióxido de carbono generado por los humanos cada año, pero a pesar de su enorme importancia en la regulación del clima de la Tierra, apenas ha sido estudiado por la ciencia.

El explorador y ecologista francés Jean-Louis Etienne dedicó los últimos 10 años a diseñar un buque científico capaz de enfrentarse a las terroríficas olas y vientos que se encuentran allí.

Su laboratorio flotante, llamado “Polar Pod”, tendrá 100 metros de altura y pesará 1.000 toneladas. La estructura será remolcada horizontalmente desde la costa oriental de Sudáfrica hasta la poderosa corriente que rodea la Antártida. Luego se “volteará” verticalmente llenando tanques de lastre de agua de mar de 150 toneladas, una característica inspirada en la plataforma oceanográfica estadounidense FLIP.

El laboratorio flotante "Polar Pod" tendrá 100 metros de altura y pesará 1.000 toneladas.

El buque no tiene motor y será impulsado por la corriente Circumpolar Antártica, navegando a la deriva a una velocidad de aproximadamente 1 nudo por hora. La parte superior de la estructura, 20 metros por encima del agua, es donde vivirá, dormirá y trabajará la tripulación. La parte sumergida la mantendrá estable. “Está a 80 metros por debajo del nivel del mar, fijada en aguas muy tranquilas, por eso es muy estable”, explica Etienne a CNN.

Escuchar al océano

El plan es “orbitar” la Antártida dos veces en tres años y recoger datos sobre el impacto de los humanos en el océano Antártico, explica Etienne. Aunque el objetivo principal será medir la capacidad del océano para absorber dióxido de carbono (CO2), el “Polar Pod” estará equipado con sensores para medir la acidez y la dinámica de las olas, entre otras cosas.

“Esta amplísima zona de agua fría que rodea la Antártida es el mayor sumidero de carbono oceánico del planeta”, afirma, pero no sabemos cómo cambia su capacidad de absorción de dióxido de carbono a lo largo del año. “La estabilidad del ‘Polar Pod’ permitirá a los científicos obtener esta información”.

Como la estructura será silenciosa, podrá utilizar hidrófonos —micrófonos submarinos— para registrar la “firma acústica” característica de diferentes criaturas marinas, desde el krill hasta las ballenas, y realizar un censo de la vida marina, explica Etienne. También tiene previsto que el buque ayude a calibrar satélites para la NASA y la Agencia Espacial Europea.

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Seis generadores eólicos alimentarán los sensores y el laboratorio a bordo, y los datos se transmitirán a los investigadores en tiempo real. El equipo también tiene previsto transmitir emisiones y conferencias en directo desde el “Polar Pod”.

Habrá ocho personas a bordo en todo momento: cuatro marineros encargados de la navegación (y de desplegar las velas para evitar los icebergs), tres científicos y un cocinero. Cada dos meses, un barco traerá suministros, una nueva tripulación y, a veces, al propio Etienne. El médico y explorador, que ahora tiene 74 años, ha realizado numerosas expediciones a regiones polares remotas. En 1986 arrastró un trineo en un viaje por tierra en solitario hasta el Polo Norte y en 2010 cruzó el océano Ártico en un globo aerostático.

La construcción del “Polar Pod” aún no ha comenzado, pero será financiada por el gobierno francés. La institución oceanográfica francesa Ifremer sacará a concurso el contrato de construcción del buque.

Etienne está recaudando fondos para una expedición de tres años que espera que comience en 2024.

Dice que no puede revelar los costos ni la cantidad de dinero que se ha recaudado hasta la fecha.

En buena compañía

El “Polar Pod” no será la única estructura que flote en el océano Austral. En los últimos seis años, el proyecto Southern Ocean Carbon and Climate Observations and Modeling (SOCCOM) ha desplegado 200 barcos robóticos con sensores avanzados para medir el oxígeno, la luz solar, la clorofila, el nitrato y la acidez.

El Saildrone 1020 se acerca a Nueva Zelandia tras navegar alrededor de la Antártida durante 196 días en 2019.

Las pequeñas naves parecen botes inflables y funcionan un poco como submarinos a la deriva. Se estacionan a una profundidad de 1.000 metros y bajan a 2.000 metros cada 10 días para hacer un perfil completo hasta la superficie y transmitir los datos a los científicos.

Antes del proyecto SOCCOM, el océano Antártico estaba “casi sin descubrir”, con solo unas pocas huellas de barcos que lo atravesaban, explica a CNN la oceanógrafa y científica del clima Joellen Russell, de la Universidad de Arizona.

“Una de cada ocho moléculas de CO2 que se añaden a la atmósfera es absorbida por el océano que rodea la Antártida, el océano Austral, en el plazo de un año”, dice Russell. “Este es el océano que hay que estudiar. Es el componente crítico del sistema climático de la Tierra”.

Russell añade que el océano Antártico no se ha estudiado mejor porque está muy lejos y es “catastróficamente” peligroso.

Aunque los barcos robóticos están repartidos por el océano Austral, amarrar uno es un reto debido a la corriente Circumpolar Antártica. “Cada vez que la comunidad oceanográfica ha desplegado un amarre en la CCA, se ha dañado o ha sido arrancado en el invierno”, explica Russell.

Comprender un importante reservorio de carbono

El Polar Pod tiene un importante papel que desempeñar en la comprensión de la cantidad de CO2 que hay en el océano, explica el biogeoquímico oceánico Peter Landschützer, del Instituto Max Planck de Meteorología de Alemania.

“Sabemos que el océano Austral es muy importante para nuestro clima… también queremos entender cómo cambia en el tiempo a medida que el clima se modifica”, dice. “Por un lado, tenemos uno de los reservorios de carbono más importantes y, por otro, tenemos muy pocas medidas para observarlo”.

Los tanques de lastre operan con agua de mar y ayudarán al "Polar Pod" a "dar vuelta" su estructura y mantenerse firme.

Otros buques de investigación oceánica han viajado alrededor de la Antártida. En agosto de 2019, un barco no tripulado llamado Saildrone completó la primera circunnavegación autónoma del océano Austral. A pesar de un encuentro con un iceberg que destruyó algunos de sus sensores, el Saildrone pudo recoger mediciones de dióxido de carbono oceánico y atmosférico.

El equipo que lo creó dice que tiene previsto desplegar una flota de Saildrones para medir el intercambio de dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera en la corriente Circumpolar Antártica.

Según Landschützer, el “Polar Pod” podrá proporcionar una visión circumpolar más detallada del ciclo del carbono porque cuenta con un sensor de CO2 en el agua de mar y un sistema de flujo de remolino, un instrumento especializado para medir la cantidad de CO2 y calor que se transfiere entre la atmósfera y el océano.

Landschützer afirma que medir el intercambio de CO2 entre el océano y la atmósfera, tanto directa como indirectamente, es una gran ventaja. “No conozco ninguna expedición [que circunnavegue el océano Austral] que haga eso”.

Russell está de acuerdo: “Estoy encantada, porque esas mediciones de flujo desde el interior de la corriente Circumpolar Antártica son absolutamente esenciales”, dice. “No tenemos esas mediciones”.

Sin embargo, le preocupa que el buque no sea lo suficientemente robusto para enfrentarse a las condiciones hostiles, sobre todo en invierno, y señala que la ayuda estará a días o semanas de distancia si se encuentra con algún contratiempo.

“El Pod va a estar literalmente en el clima más feroz del planeta Tierra”, dice. “Me imagino que vamos a ver algo que nunca hemos visto antes, y que tendremos personas y filmaciones, así como mediciones del extraordinario cambio. Ojalá tuvieran más movilidad, por si acaso”.

Landschützer afirma que un mejor conocimiento del océano Austral ayudará a controlar el éxito de los objetivos climáticos del Acuerdo de París.

Añade que es alentador ver ideas tan innovadoras para abordar los problemas únicos que plantea este océano.

“El océano Antártico saca lo mejor de un científico debido a los desafíos”, dice. “No se puede hacer como se hizo siempre, así que tenemos que idear algo nuevo si queremos entenderlo”.

Además de proporcionar datos vitales, Etienne afirma que la misión es una forma llamativa de llamar la atención sobre el devastador impacto del calentamiento global en la región polar.

“Seremos el profesor de la clase de lejos, muy lejos”, dice.