CNNE 987515 - keiko fujimori pedro castillo peru elecciones presidenciales

Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España, y fue asesor de los presidentes Alejandro Toledo, de Perú; Vicente Fox, de México, y Álvaro Colom, de Guatemala. Izurieta también es colaborador de CNN en Español.

(CNN Español) – He pasado muchos días en Lima analizando la situación política electoral que será esencial para el futuro de la región. Además, como profesor de campañas electorales, esta elección, mucho más aún que la de Ecuador, será un caso de estudio.

En Perú he tenido la oportunidad de conversar y discutir mis ideas con empresarios y amigos. Conocí a Keiko Fujimori durante las conversaciones de paz del Perú cuando era asesor de comunicación del presidente de Ecuador a finales de los noventa. Desde allí me une a ella una fuerte amistad, que para todo análisis es un activo, pero siempre haciendo el mayor esfuerzo por ser imparcial. Sin eso, cualquier ejercicio de análisis es inútil.

Todo país tiene distintas regiones con distintos comportamientos electorales. Bolivia es un caso clásico, el altiplano versus Santa Cruz. Perú tiene eso mismo también muy marcado, Arequipa en el sur tiene un comportamiento político muy distinto a Lima y el norte. Los Andes otro y sur de los Andes (Puno) tiene una gran influencia aimara de comportamiento más similar a Bolivia de los altiplanos.

Para muchos, sobre todo los que no viven en el Perú y tuvieron la oportunidad de ver parte del debate presidencial del domingo, les sorprende ver que, a pesar de la poca preparación de Pedro Castillo, la mayoría de las encuestas confiables que se publicaron antes de la veda de publicación el 30 de mayo se proyecte un virtual empate técnico.

Las elecciones en muchos aspectos reflejan la identidad de una nación, por eso, la democracia es un ejercicio de representación. Más que reflejar las ofertas electorales, las elecciones son un proceso de conexión emocional con los votantes. Los votantes quieren y necesitan verse a sí mismos en su presidente.

Aquí hay dos fuerzas que están virtualmente empatadas que serán representadas en este día de las elecciones: una pobre y marginada y otra urbana, pero espero que ambas tengan la esperanza de que se pueda producir un cambio hacia adelante.

El debate ideológico de izquierda o derecha. El mismo temor a un comunismo es algo desde hace muchos años solo resuena en unas minorías formales. La gente no vota contra lo que no conoce. Claro que muchos recuerdan, conocen y han vivido la lucha contra Sendero Luminoso y la idea que esa amenaza vuelva se volvió a vivir a flor de piel en el tétrico atentado en el Vraem la noche del 23 de mayo. Castillo ha negado tanto ser comunista como haber integrado Sendero Luminoso.

El temor de que Perú se convierta en un país en crisis con el nivel de pobreza de Venezuela tiene también poca respuesta en el interior pobre y marginado del Perú (de nuevo, sobre todo en el sur y el altiplano, donde Pedro Castillo tiene enorme popularidad). El concepto de la libertad no tiene la misma fuerza para aquellos que duermen con el estómago vacío.

La pregunta que resolveremos este domingo es si la mayoría de Perú tiene esperanza para cambiar creando más empleo con inversión. Si los informales (que son la enorme mayoría de Perú) se ven más como emprendedores que necesitan que mejore el mercado (no el de valores, sino el de la plaza del barrio) para que haya más dinero en la calle o que le den todo por perdido. En ese caso, podría ser mejor apostarle a sacar cualquier cosa de esta situación, o peor aún a cobrar una revancha.

Keiko Fujimori ha tenido que enfrentar mucha resistencia estos años. La mayoría tienen origen en las sombras de un pasado que fue muy difícil para Perú y del gobierno de su padre. Ha pedido perdón muchas veces en esta elección y ha dicho que esa reflexión ha sido el resultado de sus días detenida en prisión. Tiene una acusación por presunta corrupción que ella ha negado. Valoro su madurez y fortaleza, pero aspiro que tenga la oportunidad a ser juzgada como la primera mujer presidenta de Perú, no por el pasado (suyo y de otros), sino por las acciones que pueda realizar fruto de la oportunidad que el pueblo peruano le puede dar en las urnas para sacar al país de esta profunda crisis demostrando su capacidad y preparación.