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Nota del editor: Barbara Starr es corresponsal de CNN en el Pentágono. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Mira más artículos de opinión en CNN.

(CNN) – Finalmente, ahora es un momento apropiado para hablar sobre los esfuerzos de meses de la administración Trump para obtener acceso en secreto a decenas de miles de mis correos electrónicos personales y laborales de 2017 y mis registros telefónicos personales y laborales.

Este lunes, el personal de alto nivel de CNN, The New York Times y The Washington Post tiene programado reunirse con el secretario de Justicia, Merrick Garland, para buscar una explicación completa de por qué ocho reporteros de las tres organizaciones de noticias fueron objeto de esfuerzos secretos para obtener sus registros.

Hablando por mí misma, no sé qué estaba buscando el Gobierno cuando se coló en mi vida. No soy objeto de una investigación y no hay indicios de irregularidades. Pero como periodista de CNN, mi sala de redacción y yo claramente estábamos siendo utilizados como una herramienta por el Departamento de Justicia de Trump. Toda la CNN está en esto junta. Nos apoyamos el uno al otro, siempre.

El presidente Joe Biden ha dicho que la incautación de los registros de los periodistas se detendrá bajo su administración. Pero con todo el respeto hacia él y sus intenciones declaradas, esa es una promesa de relevancia limitada. A menos de que se codifiquen nuevas protecciones, todo esto podría volver a sucederle a cualquier periodista. Procedimientos secretos, órdenes de mordaza para que los abogados de CNN no puedan hablar conmigo y ocho reporteros involucrados en investigaciones sin explicación: estas no son partes de una prensa libre en Estados Unidos.

Estoy realmente horrorizada por lo que pasó. He cubierto a las Fuerzas Armadas como corresponsal de CNN en el Pentágono durante casi 20 años y siempre me ha honrado decir que soy parte de la extraordinaria fraternidad conocida como el cuerpo de prensa del Pentágono.

Desde la mañana en que el avión chocó contra el edificio el 11 de septiembre, hemos viajado hacia el peligro con las tropas para cubrir las guerras de Estados Unidos. Algunos periodistas han muerto en este esfuerzo. Ninguno de nosotros debería olvidarlo: las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se comprometen a defender la Constitución, y eso incluye las protecciones de la Primera Enmienda para una prensa libre.

En pocas palabras, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos están dispuestas a morir para proteger todos nuestros derechos, incluida la libertad de prensa. El Departamento de Justicia también debe encontrar una manera de proteger absolutamente una prensa libre y funcional.

Cubrir guerras y amenazas a la seguridad nacional a menudo significa encontrar lo que el Gobierno no quiere que sepamos para descubrir la verdad esencial. El cuerpo de prensa no se detendrá en esa búsqueda. Nuestros derechos de la Primera Enmienda no son negociables.

No tenía absolutamente ningún conocimiento de que había procedimientos judiciales secretos en mi contra en 2020 hasta finales de mayo de 2021, cuando el abogado más importante de CNN, David Vigilante, recibió autorización para decirme que había una carta del Departamento de Justicia esperándome en la oficina de CNN en Washington.

La carta tenía solo unas pocas líneas, del ahora Departamento de Justicia de Biden, notificándome que tenían mis registros, pero aparentemente ningún contenido real. También supe que CNN había reducido con éxito el alcance de la demanda original de más de 30.000 correos electrónicos, que incluían una gran cantidad de emails que claramente no estaban relacionados con su investigación.

Todo el material finalmente entregado al Departamento de Justicia por orden de un juez involucró comunicaciones durante un período de dos meses en 2017. Pero no fue sino hasta 2020 que el Departamento de Justicia argumentó que necesitaban ver mis comunicaciones de 2017 como lo que creemos que era parte de una investigación de filtración de seguridad nacional. No sabemos por qué se necesitaron años para que esto ocurriera.

En mi opinión, todo esto es un puro abuso de poder, primero contra CNN y contra mí misma, ya que nuestro trabajo está y siempre debe estar protegido por la Primera Enmienda. Pero lo que es más importante y más significativo, es un abuso contra la prensa libre en este país, ya sea que seas un corresponsal de una cadena de televisión o un reportero en un periódico de una pequeña ciudad que descubre irregularidades.

Comencé mi carrera en un periódico comunitario de una pequeña ciudad y, mirando hacia atrás, puede que haya sido el mejor trabajo que he tenido. El jefe de redacción me dio rienda suelta para hablar con cualquiera y con todos, y pronto tuve gente que me llamó para ofrecerme datos e información. Mi trabajo se centró en gran medida en los grandes desarrolladores que habían llegado a la ciudad.

Me pregunto ahora, más que nunca, qué sucede si quienes tienen el poder intentan intimidar a los reporteros cuyas pequeñas redacciones, como la mía en esos días, no pueden permitirse el lujo de contar con equipos legales para contraatacar. Entonces, ¿cómo sabrá la gente de ese pequeño pueblo sobre posibles irregularidades?

Incluso si no te gustan los medios de comunicación, ten en cuenta: los procedimientos secretos del Departamento de Justicia contra la prensa libre afectan a todos en este país. Eso es lo que espero que Merrick Garland se lleve de todo este lamentable asunto.