(CNN) – “¿Quién es la nena de mamá?”, pregunta Sameque Gois, de 22 años, mientras juega con la manita de su bebé en uno de los muchos videos que le mostró a CNN. En las imágenes, la pequeña Sarah tiene pocos meses de nacida, pero ya se puede ver que tiene una personalidad juguetona cuando responde a la picardía de su mamá con una sonrisa de oreja a oreja.
“Se solía despertar a las 6:00 a.m. sonriendo, quería jugar y así pasaba todo el día”, dice su madre. Pero eso fue antes de que se contagiara de covid-19.
Sarah nació en enero de este año y, a pesar de que Sameque Gois tuvo un embarazo de cierto modo difícil, dice que su hija era saludable, fuerte y no sufría de ninguna enfermedad.
El 27 de abril, Gois llevó a su pequeña al Hospital Casa de Saúde en Praia Grande, a las afueras de Sao Paulo, para tratarle una infección urinaria. Apenas 24 horas más tarde, Sarah desarrolló síntomas de covid-19.
“Cuándo le comenzaron los síntomas, los doctores dijeron que era bronquiolitis, que no era nada serio”, explicó Gois. Pero su hija no se mejoró.
“Les pedimos que le hicieran una prueba de covid-19 y siempre se negaron a hacérsela”, dijo Gois. “Solo cuando di positivo fue que le hicieron la prueba a ella. Entonces también dio positivo y comenzaron a tratarla por covid-19”.
La condición de la pequeña Sarah se deterioró rápidamente y fue trasladada a un hospital más grande en Santos donde fue ingresada en la UCI pediátrica.
“Pensé que había sido algo que yo había hecho, que había hecho algo y que yo le había contagiado el virus… lo que pasó… no sabía lo que estaba pasando”, dijo Gois tratando de contener las lágrimas. “Lo único que sabía es que ella estaba grave y que podía irse en cualquier momento”.
“Sabía que lo único que podía hacer era arrodillarme y orar”, añadió.
A pesar de sus súplicas, la pequeña Sarah murió el 27 de mayo. Tenía apenas cinco meses.
“Cuándo murió y nos dieron la noticia, pude abrazarla y sentirla una última vez”, contó Gois.
El ritmo de muerte por covid-19 entre los niños es alarmante
Según los investigadores, el caso de Sarah es uno de los muchos en Brasil donde los niños mueren por covid-19 en una proporción más alta que en casi cualquier otro lugar.
El Ministerio de Salud de Brasil dice que 1.122 niños menores de 10 años han muerto por covid-19 desde que comenzó la pandemia. Pero Vital Strategies, un grupo de investigación sobre salud pública, afirma que sus estudios muestran que los casos reportados están muy por debajo de las cifras reales. De acuerdo con sus cifras, 2.975 niños han muerto desde que comenzó la pandemia, 1.013 tan solo este año.
“Lo que vemos en Brasil es que el número de niños que mueren cuya causa específica de muerte es covid-19, es más alto de lo que vemos en otros países. Es 10 veces más alto”, dijo la Dra. Ana Luisa Bierrenback, epidemióloga de Vital Strategies.
Bierrenback añadió que la variante que fue identificada primero en Brasil, la Gamma o P1, puede no ser la culpable. “Lo que vemos al echarle un vistazo a los datos es que han muerto más niños aquí en Brasil desde la primera variante. Así que no fue que se añadiera la variante P1 lo que hizo que más niños murieran aquí que en otros países”, dijo.
Según la madre de Sarah, a la pequeña le hicieron la prueba 12 días después de que desarrollara los primeros síntomas de de covid-19.
Una de las razones sugeridas por los doctores e investigadores del por qué quizás el procedimiento fue así, es que hay una percepción en el país de que el impacto del covid-19 en los niños es muy leve.
El pediatra Andre Laranjeira dice que es una idea errada común en Brasil.
“Al principio de la pandemia se estimó que la mayoría de los casos pediátricos eran solo infecciones leves, en verdad el covid-19 en niños fue desatendido”, explicó el Dr. Laranjeira.
“Muchos de los pediatras tenían cierta renuencia al solicitar pruebas de covid-19 para niños cuando presentaban esos síntomas normales de las vías respiratorias -congestión nasal, tos, fiebre-. Prácticamente todos los niños tienen esos síntomas en esta época del año, en el otoño, y algunos doctores no les hacían las pruebas”, dijo al advertir que “si no se hace una prueba, corres el riesgo de no acertar con el diagnóstico”.
La Dra. Marisa Dolhnikoff, una especialista de pulmón e investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Pablo, ha estudiado el impacto del covid-19 en niños y adolescentes.
Dice que los niños con covid-19 pueden presentar síntomas diferentes a los que muestran los adultos infectados.
“Si un niño tiene fiebre alta, irritación cutánea, dolor abdominal, los doctores quizás puedan pensar en algún otro diagnóstico y no algo relacionado al covid-19”, dijo la Dra. Dolhnikoff. “Tenemos que estar conscientes de que estos distintos síntomas pueden estar relacionados al covid-19 y que estos niños pueden desarrollar una enfermedad muy grave”.
El impacto de la vulnerabilidad
Pero mientras los distintos síntomas quizás puedan confundir a algunos doctores, la mayoría de los médicos e investigadores están de acuerdo en que el culpable principal de la tasa más alta de mortalidad por covid-19 en niños en Brasil es el sistema sanitario del país– o la falta de este.
“En los grandes centros estamos preparados para tratar a estos niños y tenemos unas unidades de cuidados intensivos muy, muy buenas. Pero no es así en todo el país”, explicó la Dra. Dolhnikoff. “Tenemos muchas regiones pobres en el país que tiene mucha dificultad para lidiar con esta situación”.
La Dra. Bierrenbach está de acuerdo. “¿Por qué está sucediendo esto? Probablemente por la mayor vulnerabilidad, falta de acceso a buena atención médica”, dijo. “Quizás están desnutridos y fallecen más por covid-19”.
Para el Dr. Laranjeira, la desigualdad se muestra no solo en la calidad de la atención médica a la que las personas tienen acceso, sino también en cómo les afecta la enfermedad. “Los niños de familias en una situación desfavorable, desde el punto de vista socioeconómico, son ingresados en mayor cantidad y con una condición más grave”, explicó.
“Cuando se toman las cifras de víctimas mortales de grupo pediátrico, más de 60% son de grupos vulnerables a nivel socioeconómico”, concluyó Laranjeira. “Es imposible hacerse de la vista gorda al respecto”.
En Praia Grande, Sameque Gois todavía intenta encontrarle sentido a todo, busca explicaciones, trata de no echarse la culpa por lo que le pasó a su pequeña.
“Algunas personas piensan que lo que pasó de cierto modo es un castigo”, dijo. “Piensan que ella se contagió de covid-19 porque la saqué de la casa, porque hice algo malo”.
“Fuimos al hospital porque estaba enferma, tenía fiebre, no la podía dejar en casa en ese estado, y después de eso se contagió de covid-19”, expresó en llanto.
“En esta historia a nadie se le puede echar la culpa”.