Nota del editor: Michael D’Antonio es autor del libro “Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success” y coautor, con Peter Eisner, del libro “High Crimes: The Corruption, Impunity, and Impeachment of Donald Trump”. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opiniones.
(CNN) – De vez en cuando la historia nos trae un héroe contable. En los años 30 fue Frank Wilson, que ayudó a encerrar a Al Capone y se convirtió en un personaje principal de Los Intocables de Hollywood. Más recientemente, David G. Friehling cambió de bando y demostró ser esencial para descifrar el esquema Ponzi de Madoff. ¿Podría ser ahora el turno de Allen Weisselberg?
Weisselberg, director financiero de la Organización Trump, se ha convertido en una figura central en la campaña de los fiscales de Nueva York para desentrañar el nido de ratas que son los registros financieros de Donald Trump para determinar si hubo o no actividad delictiva en ellos. La presión aumentó sobre Weisselberg recientemente cuando sus propias declaraciones de impuestos se convirtieron en objeto de investigación.
Este acontecimiento podría convertirlo en el hombre que más teme Trump en el mundo. El expresidente emitió un comunicado en el que describía la investigación como corrupta y añadía: “No hay nada más corrupto que una investigación que busca desesperadamente un delito. Pero, no se equivoquen, eso es exactamente lo que está ocurriendo aquí”.
Para entender la amenaza que supone Weisselberg conviene conocer sus antecedentes. Empleado por primera vez por el padre de Trump, Fred, como su contador personal en 1973, Weisselberg tiene 73 años, solo un año menos que Donald Trump.
Fred Trump jugó todos los ángulos, atrayendo la atención tanto de la prensa como de los investigadores del gobierno.
Bajo la tutela de Fred, Donald y Allen ascendieron a la par, con Donald actuando como la cara exterior de la empresa y Weisselberg gestionando discretamente las cosas en el interior. Mientras el joven Trump construía su imperio a base de publicidad y ganaba fama, Weisselberg fue ascendido de contable a director financiero, y ayudó a crear el revoltijo de aproximadamente 500 empresas que conforman el imperio Trump.
Con casi 50 años dentro de la organización Trump, es casi seguro que ha desempeñado papeles importantes en negocios que van desde Miss Universo hasta los casinos de Trump, y ha manejado las finanzas personales del expresidente. Weisselberg ocupó su puesto en anteriores momentos de controversia, como en 2002, cuando los hoteles Trump entraron en conflicto con la Comisión de Seguridad e Intercambio. También en 2018, cuando la Fundación Trump tuvo que cerrar como parte de un acuerdo con el fiscal general de Nueva York.
Un hombre leal a Donald Trump
Según el fiscal general, la fundación Trump, de la que Weisselberg fue tesorero, se utilizó para organizar eventos que beneficiaron a la campaña electoral de Trump para la presidencia. Los fondos de la fundación se distribuyeron también en beneficio de la campaña, según la demanda.
El propio Trump tuvo que pagar US$2 millones a varias organizaciones benéficas para poner fin al caso.
Tan reservado como locuaz es Trump, Weisselberg no ha comentado ninguno de los asuntos legales que le involucran a él y al expresidente. A lo largo de su carrera, el callado Weisselberg ha sido tan leal que su exnuera, Jennifer, dijo una vez al New Yorker que “tiene más sentimientos y adoración por Donald que por su esposa”.
El exmarido de Jennifer, Barry, que trabajaba para Trump, podría verse envuelto en el proceso judicial, lo que podría cambiar la mentalidad de Allen Weisselberg a la hora de cooperar con las autoridades. Si Barry se ve envuelto en el caso, el viejo experto en números podría sentirse más presionado para romper con Donald Trump con la esperanza de protegerse a sí mismo y a su propio hijo. Ni Allen ni Barry Weisselberg han sido acusados de ningún delito.
Si Weisselberg opta por recorrer el camino que siguieron los héroes de su oficio, desde Wilson hasta Friehling, podría ayudar a las autoridades a entender el funcionamiento interno de la Organización Trump. Y así, ocupar su lugar en el salón de la fama de los contadores sin importar cómo terminen las cosas.