(CNN) – A medida que los viajeros regresan a Italia, una de las ciudades que más ha sufrido a manos del turismo busca defenderse.En un intento de evitar la saturación durante la pandemia, las autoridades de Florencia anunciaron que se prohibirá la entrada a las zonas de ocio nocturno más populares de la ciudad, a menos que hayan comido o bebido en la zona.
Y en un intento de hacer frente a los efectos secundarios del turismo, una de las voces más importantes de la ciudad ha pedido un impuesto sobre los puestos de comida callejeros.
El alcalde de Florencia, Dario Nardella, firmó una disposición por la que se prohíbe, hasta nuevo aviso, deambular por las zonas populares los jueves, viernes y sábados por la noche.
El acceso a seis zonas del centro histórico de la ciudad, entre ellas la popular zona de ocio nocturno de Santo Spirito, no está permitido entre las 21:00 y las 6:00 horas, a no ser que la gente utilice los bares y restaurantes que se encuentran allí.
Otras prohibiciones incluyen las zonas céntricas Piazza Strozzi, Santa Croce y Piazza S.S. Annunziata. Todos son lugares en los que a la gente le gusta reunirse por las tardes en las escaleras de las famosas iglesias y palacios.
También está prohibido comer o beber en las escaleras de la basílica de Santo Spirito las 24 horas del día.
Quien infrinja las normas será multado por valores entre los € 400 y € 1.000 (US$ 475 - US$ 1.185).
Las normas estarán en vigor hasta el final de la pandemia.
Los habitantes de la zona han reaccionado con indignación ante la noticia. Veronica Grechi, propietaria de un alojamiento en Florencia, “Velona’s Jungle”, dijo que la decisión “no es correcta”.
“Las plazas son públicas: si la gente se está portando mal hay que hacer que se vayan, no se dice que solo puedes acceder a estos lugares con un recibo de un bar, es decir que solo puedes acceder si pagas”, dijo.
“Está bien decir que no puedes llevar una cerveza y tirarla al suelo, pero limitar el acceso… no, no está bien”.
La petición de un “impuesto sobre los sándwiches”
Pero mientras las autoridades de la ciudad declaran la guerra a la vida nocturna, el director de las Galerías Uffizi, que albergan una de las colecciones de arte renacentista más famosas del mundo, arremete contra los turistas exigiendo un “impuesto sobre los sándwiches” en los puestos de comida callejera que suministran a los visitantes comidas para llevar que acaban ensuciando el centro de la ciudad.
“Las prohibiciones [de comer] y las multas [por ensuciar] han resultado en su mayoría inadecuadas para hacer frente al fenómeno”, dijo Schmidt a CNN. El patio abierto que rodea a los Uffizi está rodeado de bancos empotrados de piedra “pietra serena”, muy absorbente, por lo que el problema no es solo la basura, dice: la comida y la bebida están arruinando la piedra que ha estado allí desde el período del Renacimiento.
“Incluso ahora, los bancos y escalones de los Uffizi y la Loggia dei Lanzi [que da a la plaza principal] están llenos de gente comiendo y bebiendo. El resultado es aceite y salsa en la piedra, trozos de papel, restos de comida y manchas de refrescos por todas partes. La piedra lo absorbe todo y se estropea con el tiempo, así que para protegerla tenemos que limpiarla continuamente”.
“Hacer que los dueños de los puestos se hagan responsables mediante una pequeña contribución podría ser una forma concreta de afrontarlo”.
Los vendedores de comida callejera son diferentes de los restaurantes, dijo Schmidt, porque estos últimos tienen locales donde los clientes pueden comer, que limpian después. Mientras que con la comida callejera, “por supuesto que es un negocio legítimo, pero se llevan el dinero por la venta del producto, pero esencialmente tiran las consecuencias, basura, aceite, salsa de tomate que gotea en el suelo o en la piedra, sobre los ciudadanos. Así que tenemos que equilibrar la situación”.
Una idea “absurda”
Su propuesta ha sido recibida con alegría por algunos residentes. “La situación es terrible, y hay que gestionarla”, dice Grechi, a quien le gustaría o bien que se prohibiera comer y beber en la zona, o bien que se modificara el planeamiento urbanístico para prohibir las aglomeraciones de puestos de comida callejera: “Esto hace que quien no quiera sentarse a comer vaya a los mismos sitios”, dijo.
Pero los profesionales del sector han reaccionado con furia.
Paolo Gori, presidente del sector empresarial y de servicios de Confartigianato Imprese Firenze, una asociación comercial de pequeñas y medianas empresas que cuenta con 8.000 miembros en la zona, lo calificó de “absurdo”.
“No es el momento de pensar en nuevos impuestos después de 18 meses de pandemia”, dijo a CNN, añadiendo que alrededor de un tercio de sus miembros han cerrado en la pandemia, o están a punto de hacerlo.
“El sector de la hostelería es uno de los más afectados: están empezando a ver la luz al final del túnel, y aquí llega esta idea de un impuesto sobre los sándwiches”.
Además, dijo, “Florencia nació con la comida callejera: tenemos una cultura de la comida callejera”, refiriéndose al lampredotto, el manjar local hecho con el cuarto estómago de una vaca, que suele servirse en un sándwich.
En lugar de eso, dijo que la ciudad debería hacer recaer la responsabilidad sobre los turistas que ensucian.
“Tenemos que multar a la gente que no se comporta bien, que ensucia la ciudad”, dijo.
“Queremos a los turistas, pero el comportamiento debe ser civilizado. Florencia es patrimonio de todos, pero los turistas deben respetarla lo suficiente como para dejarla limpia”.
Una cuestión de calidad
Alessandro Frassica, propietario del lujoso bar de sándwiches Ino, coincide en que es demasiado y demasiado pronto.
“Definitivamente el problema existe, por lo que hay que tomar medidas que puedan mejorar el turismo itinerante, pero no he entendido cómo se aplicaría el impuesto, ni a quién”, dijo a CNN.
“El problema no se limita a los sándwiches”, dijo.
“Los helados, las pizzas… todo está fuera de control ahora, sobre todo si hablamos de la calidad de lo que se ofrece”.
“Hacer algo de buena calidad tiene un costo, desde el propio producto hasta el personal, la higiene y la limpieza del punto de venta. Así que cuando algo cuesta tan poco, deberíamos hacernos preguntas.
“Y no olvidemos que frecuentemente la gente lleva su propia comida en una mochila y deja los residuos por todas partes”.
Pero Schmidt insistió: “La situación que está surgiendo ya está perjudicando a varios tipos de negocios, pero sobre todo está dañando la imagen de toda la ciudad, y eso nos perjudica a todos”.