(CNN)– El presidente Joe Biden evocó una visión de los estadounidenses volviendo a unirse y reclamando su libertad de los peores estragos de la pandemia mientras una nación silenciada durante mucho tiempo por la enfermedad y la muerte volvía a la vida el 4 de julio.
Pero el presidente no pudo declarar la independencia total del virus, como había esperado durante mucho tiempo, ya que una variante delta más infecciosa se abalanzó sobre los estadounidenses que aún se mostraban escépticos ante las vacunas que prometían la plena restauración nacional.
Alrededor del 67,1% de los adultos tenían al menos una dosis de la vacuna contra el covid-19 para el 4 de julio, justo por debajo de su objetivo original del 70%, según los últimos datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) publicados el domingo.
“En el último año, hemos vivido algunos de nuestros días más oscuros”, dijo Biden en un encendido discurso en el marco de los actos del Día de la Independencia que se celebraron en la Casa Blanca en una cálida noche de domingo.
“Ahora creo de verdad, les doy mi palabra como Biden, creo de verdad que estamos a punto de ver nuestro futuro más brillante”, dijo el presidente.
A pesar de la preocupación por los picos de infección entre los estadounidenses no vacunados en los próximos meses, se respiraba un ambiente de liberación de costa a costa, con multitudes excitadas que habrían sido impensables hace apenas unas semanas y que se reunieron para ver los enormes espectáculos pirotécnicos anuales.
La gente abarrotó las escaleras del monumento a Lincoln en la ciudad de Washington, y el National Mall, desierto durante el discurso de investidura de Biden, que se produjo en un momento en el que los casos diarios de covid alcanzaban una media de casi 200.000, estaba atestado de familias. Se organizó una gran fiesta en el primer momento de experiencia nacional compartida y catarsis desde que el covid-19 llegó a las costas estadounidenses.
Mientras el sol se ponía en la ciudad de Nueva York, los barcos llenaban el puerto. En una fiesta en Fort Lauderdale, los Beach Boys y John Stamos evocaron los recuerdos dorados de los veranos anteriores a la pandemia mientras deseaban “poder ser todas las chicas de California” ante una multitud muy unida. En ciudades como Nashville y Filadelfia, los grupos musicales tocaron en vivo ante un público masivo.
Las espectaculares exhibiciones de fuegos artificiales estallaron sobre Washington y Manhattan después de las 9 p.m. ET, y mientras los cielos se oscurecían en todo el continente, desencadenaron una reacción en cadena al estallar en el aire fuegos artificiales de color rojo, blanco y azul. El final de la exhibición de Washington terminó en un ensordecedor coro de detonaciones y pirotecnia que pintó el cielo de la capital de la nación de un tono rojo intenso y ardiente.
El discurso de Biden fue al mismo tiempo una charla patriótica, un grito de guerra por la esquiva unidad nacional en la que se basa su presidencia, un momento de luto por los 600.000 estadounidenses que perdieron la vida a causa del covid-19 y un mensaje de servicio público sobre el poder de las vacunas.
También hubo una clara sensación de que el presidente estaba acumulando capital político después de prometer que tomaría el control de la pandemia tras la negligencia del expresidente Donald Trump. Casi cuatro décadas después de que el presidente Ronald Reagan proclamara su momento “Morning again in America”, Biden hizo efectivamente lo mismo.
“Solo piensen en dónde estaba esta nación hace un año. Piensen en dónde estaban ustedes hace un año”, dijo Biden. “Piensen en lo lejos que hemos llegado. De las calles silenciosas a los desfiles llenos de gente ondeando banderas estadounidenses… (De) familias apretando las manos contra una ventana a abuelos abrazando de nuevo a sus nietos”.
Sin embargo, el espectro de un virus en mutación que tiene un sexto sentido casi asombroso a la hora de dirigirse a las divisiones políticas de EE.UU., seguía pesando sobre unas celebraciones que representaban el momento más esperanzador desde hacía unos 16 meses.
El presidente dijo que, aunque el virus “ya no controla nuestras vidas y ya no paraliza nuestra nación”, todavía queda un duro trabajo por delante. Biden dijo que, al igual que el primer Día de la Independencia en 1776 fue una llamada a la acción, no un motivo de complacencia ni de reivindicación de la victoria, “lo mismo ocurre hoy”.
De hecho, algunos expertos en salud temen que las parrilladas del 4 de julio y las multitudes que acuden a los fuegos artificiales se conviertan en sus propios eventos de superdifusión en zonas del país en las que la gente se ha mostrado hasta ahora inmune al argumento del presidente demócrata de que vacunarse es un acto de máximo patriotismo.
La Casa Blanca no exigió a los asistentes al acto de Biden que se vacunaran, sino que se sometieran a la prueba de covid-19. Biden caminó sin mascarilla entre la multitud, como hizo en un evento programado para marcar la reapertura de Estados Unidos en Michigan el sábado. Su regreso a su faceta política favorita parece calculado para enviar el mensaje de que una vez que una persona se vacuna, todos los impedimentos que han empañado la vida durante el último año desaparecen sin apenas riesgo de infección.
“Si no estás vacunado, no estás protegido”
El domingo, el coordinador de la respuesta al covid-19 de la Casa Blanca, Jeffrey Zients, argumentó que, a pesar de no haber alcanzado el objetivo del 70% de Biden de que todos los estadounidenses tuvieran una dosis de la vacuna para el 4 de julio, el país había llegado “más lejos” en la lucha para vencer la pandemia de lo que muchos habían previsto.
En el programa “State of the Union”, de Dana Bash en CNN, dijo que no creía que EE.UU. se hubiera estancado en lo que respecta a la aceptación de la vacuna, a pesar del escepticismo sobre la inoculación en muchas regiones conservadoras.
“Si no estás vacunado, no estás protegido, así que vamos a redoblar nuestros esfuerzos para vacunar a millones de estadounidenses más durante julio y agosto”, dijo.
Por su parte, el Dr. Anthony Fauci, máximo especialista en enfermedades infecciosas del gobierno, subrayó que las regiones en las que la difusión de las vacunas es escasa podrían enfrentarse a meses miserables. El doctor Fauci declaró en el programa “Meet the Press” de la NBC que, aunque es “improbable que Estados Unidos sufra un pico nacional” de infecciones por covid-19, la variante delta significa que habrá focos de infección “regionales”. Y Fauci, que ha sido atacado por Trump y por aliados conservadores deseosos de encubrir su mala gestión del virus como presidente, rogó a los estadounidenses que superen de una vez el escepticismo de las vacunas por motivos políticos.
“Por el amor de Dios, dejen de lado todas esas diferencias y dense cuenta de que el enemigo común es el virus”, dijo Fauci.
El exdirector de los CDC, Thomas Frieden, destacó que el programa de vacunas se desarrolló bajo la administración Trump, en un aparente intento de liberarlo de la política.
“Esto es un enorme triunfo. Las vacunas se desarrollaron bajo la administración de Trump. Luego se desplegaron en gran medida en la actual administración. Son una victoria no de los demócratas ni de los republicanos, son una victoria de la gente sobre el virus. Y cuantos más nos vacunemos, más podremos hacer”, dijo Frieden en Fox News Sunday.
Podemos vivir nuestras vidas
Los datos apoyan la narrativa de Biden sobre el regreso a la normalidad.
Los nuevos casos de covid-19 se sitúan en un promedio de 12.600 al día, por debajo de un pico de 250.000 en los días más oscuros del invierno. Y a pesar de que la situación ha mejorado enormemente, en promedio mueren 257 estadounidenses cada día, según el promedio de siete días registrado por los CDC. Lo más trágico de esta cifra de tres dígitos de muertes es que casi todas ellas podrían evitarse con vacunas.
Fauci declaró a “Meet the Press” que actualmente solo el 0,8% de las muertes por Covid-19 se registran en personas vacunadas. Las nuevas cifras que muestran que 850.000 personas volvieron a trabajar el mes pasado subrayan la noción de que la economía está repuntando, tras varios meses de cifras decepcionantes.
En una sesión informativa celebrada el jueves, la Dra. Rochelle Walensky, directora de los CDC, destacó la marcada diferencia en las tasas de vacunación. Afirmó que unos 1.000 condados de Estados Unidos tienen una cobertura de vacunación inferior al 30%, lo que crea un enorme margen para la variante delta, principalmente en el sureste y el medio oeste. Mientras tanto, en todo el mundo, con vastas poblaciones sin el acceso a las vacunas del que gozan EE.UU. y otras naciones ricas, el virus sigue haciendo estragos, lo que plantea la posibilidad de nuevas mutaciones que podrían eludir las vacunas actuales.
Pero el ambiente de celebración marcó un momento tentador de esperanza de que si el covid-19 no está todavía completamente vencido, ese día se está acercando.
El presidente hizo una comparación entre la liberación de una nueva nación de la opresión colonial y la misma 245 años después acercándose a la libertad de la dominación viral.
“Entonces teníamos el poder de una idea de nuestro lado”, dijo Biden. “Hoy tenemos el poder de la ciencia”.
“Gracias a nuestro heroico esfuerzo en materia de vacunas, hemos ganado la partida a este virus”, prosiguió. “Podemos vivir nuestras vidas. Los niños pueden volver a la escuela. Nuestra economía vuelve a resurgir”.