Nota del editor: Geovanny Vicente-Romero es abogado, politólogo y estratega político con experiencia como asesor de políticas públicas, gobernanza y comunicación gubernamental. Es profesor asociado de comunicación estratégica (ERM) de Columbia University, Nueva York. Es Director de Comunicaciones del Instituto Interamericano de Justicia y Sostenibilidad (IIJS), en Washington. Entre sus estudios cuenta con maestría en Comunicación Política y Gobernanza en la Universidad George Washington y trabaja en su PhD en Ciencia Política y Administración Pública, de la Universidad de Murcia, España. Es fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Síguelo en Twitter: @GeovannyVicentR. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – En política, y más específicamente en comunicación política, las acciones se expresan a través de un conjunto de símbolos que transportan un significado más allá de lo literalmente dicho. Constantemente nos exponemos a imágenes cargadas de significado que hacen más fácil el camino del agenda setting de nuestros gobiernos y que se convierten en parte esencial del personal branding de los líderes que dirigen dichos gobiernos. No es raro ver a Vladimir Putin practicando “deportes rudos” como el judo y el hockey, conduciendo vehículos de Fórmula 1, cazando toples “a lo Rambo” o liberando algún tigre siberiano en su hábitat natural. Es el símbolo de héroe que quiere transmitir, no solo a los rusos, sino también a sus homólogos de la arena internacional. Igualmente, era normal ver a Barack Obama quitarse su americana y arremangarse la camisa como símbolo de una figura más cercana de los ciudadanos. Lo mismo pasaba en otro entorno político latinoamericano, donde era común ver al expresidente de República Dominicana Danilo Medina brincando charcos y lodazales para transmitir distanciamiento de “lo sofisticado” de su predecesor, Leonel Fernández.
Un “gobierno simbólico” sabe muy bien que gran parte de su éxito depende de la construcción de percepción. No solo bastará con gobernar bien, también será necesario saber informar desus logros a través de sus rutinas de comunicación. Como he dicho en el pasado, es necesario entender el llamado “mito de gobierno como la construcción de la realidad del gobierno, el norte que quiere seguir, su legado. En ese sentido, (el autor Raoul) Girardet nos señala que es un sistema completo de creencias”.
La justicia y la lucha contra la corrupción y el crimen organizado no solo tienen sus códigos, sino también sus símbolos. En los últimos meses, en República Dominicana se ha desatado una ola de allanamientos y detenciones de presuntos corruptos como nunca antes. Estos operativos han llegado cada uno con su nombre cargado de simbolismo.
Todos recordamos aquella gran operación que terminó con la vida del líder terrorista Osama bin Laden, bajo el nombre código de “Geronimo”. Este nombre, colocado por los paralelismos entre el líder de al Qaeda y el de los apaches, causó controversia, aunque el nombre oficial fue “Operación Lanza de Neptuno”.
Cuando el mandatario dominicano Luis Abinader nombró procuradora general a Miriam Germán Brito dijo que estaba cumpliendo su primera promesa de campaña al crear las condiciones para un Ministerio Público (MP) independiente. La tesis de Abinader sería que su MP no operaría on a tight leash. Todo lo contrario: le daría una soga tan larga como para que se alejara del palacio, aunque las leyes establecen que esta institución depende del presidente.
Desde mi óptica, con esta acción el mandatario se puso en una posición en la que siempre tendrá ventaja. Por un lado, pretende que, si acusan a su gobierno de persecución política, quede claro que es Germán quien de forma autónoma maneja la tienda y, por otro lado, si Germán hace su trabajo bien, entonces Abinader seguirá estableciendo su agenda tranquilamente con toda la distracción que traen los procesos judiciales.
Con este aparente nivel de independencia, el MP dirigido por los fiscales Yeni Berenice Reynoso y Wilson Camacho, dio su primer gran golpe con la “Operación AntiPulpo”, en la cual se investigó, apresó y acusó de corrupción a varios exfuncionarios y otras personas relacionadas con el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, destacándose las figuras de Carmen Medina Sánchez y Juan Alexis Medina Sánchez, ambos hermanos del expresidente Danilo Medina. Se ha alegado que Juan Alexis Medina Sánchez aprovechó los tentáculos que le dio ser hermano del presidente para dirigir esta supuesta red. El abogado de Medina Sánchez ha dicho que hacen falta pruebas para esta acusación, mientras que el defensor de la hermana del exmandatario afirma que ella no decidía a qué proveedores se les daba contratos del Estado.
Parece que los fiscales dominicanos están fascinados con la biodiversidad marina. Dicen que dan otro golpe a la corrupción, en esta ocasión bajo el nombre de “Operación Coral”. En este operativo cae el jefe de seguridad de Danilo Medina, el mayor general Adán Cáceres, a quien se le acusa de dirigir un esquema de lavado de dinero supuestamente sustraído de la nómina pública y también de proyectos de bienes raíces. El nombre “Coral” se debe al hecho de que esta red, al parecer, protegía al “pulpo” ya mencionado en la operación anterior. Cáceres ha dicho que es inocente de los cargos.
Luego vino la “Operación Medusa”, que terminó con el arresto del exprocurador Jean Alain Rodríguez, junto con varios de sus colaboradores por presunta estafa al Estado. Rodríguez ha dicho que en su caso se ha violado el debido proceso.
Uno de los apresados, Miguel José Moya, quien había firmado un contrato porvarios cursos de estrategia comunicacional para la Procuraduría, dijo que lo contrataron para diseñar un “show de marketing e imagen con el caso Odebrecht”. Con esta confesión, Moya respondió aquella pregunta que yo ya me había hecho en 2019: República Dominicana, ¿por qué el caso Odebrecht no avanza como en otros países?
Finalmente, considero muy positivo el desempeño de este nuevo Ministerio Público. Como en todo, solo el tiempo dirá si las intenciones son puras o si solo se trata de una cortina de humo del Gobierno para continuar con la vieja práctica de persecución política. Mientras tanto, la democracia dominicana sigue a prueba.