(Reuters) – Las autoridades venezolanas cerraron este jueves vías en el noroeste de Caracas debido a intensos tiroteos entre fuerzas de seguridad y pandillas que, según analistas, intentan expandir el territorio bajo su control en la capital.
Los grupos criminales fuertemente armados se han mudado en el último mes desde los barrios marginales en las colinas de Caracas hacia áreas residenciales y comerciales, y la violencia ha estallado en las últimas 24 horas con tiroteos estallando en al menos cinco vecindarios populosos.
“Los Organismos de Seguridad del Estado continúan desplegados en las zonas vulneradas por estos criminales y no descansarán hasta rescatar el control absoluto”, escribió en Twitter la ministra del Interior, Carmen Meléndez.
Dijo que algunas carreteras en las áreas fueron cerradas como parte de la operación e instó a los miembros del público a quedarse en casa.
El Ministerio de Información no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
Pandillas del barrio Cota 905 en Caracas
Desde enero, las pandillas del barrio Cota 905 han estado tratando de expandir su territorio a áreas cercanas, incluida La Vega.
“No hemos estado operando las cocinas a plena capacidad desde enero debido a los tiroteos casi todos los días”, dijo Amelia Flores, de 58 años, quien dirige dos comedores de beneficencia, principalmente para niños, en el área. “No sé lo que pasó, pero en las últimas 24 horas la situación ha estallado y los niños están traumatizados”.
Las pandillas quieren controlar uno de los principales corredores que unen la capital con el oeste del país, dijo un activista de derechos humanos radicado en uno de los barrios afectados.
“Ha sido el mismo conflicto durante meses”, dijo el activista, que pidió no ser identificado por temor a represalias.
Los analistas dicen que las pandillas en Cota 905 han podido operar con facilidad ya que ha sido una zona prohibida para las fuerzas de seguridad debido a un pacto con el gobierno para reducir la violencia. Los expertos dicen que las pandillas aprovecharon la oportunidad para adquirir armas grado militar, como lanzagranadas, armas de asalto y drones.
“Usaron el espacio que les dio el gobierno en la Cota para rearmarse, ganar fuerzas y planear un ataque”, dijo Alexander Campos, investigador de la Universidad Central de Venezuela que estudia la violencia y la política en la sociedad.
“Se están expandiendo desde el control de los barrios en las colinas hacia las partes más bajas de la ciudad”, dijo. “Es difícil para ellos, pero están ganando”.
‘Se siente como una zona de guerra’
Inés Candida, de 56 años, vive en el barrio de clase media El Paraíso, justo al otro lado de la carretera del barrio Cota 905. Dijo que las pandillas habían estado en tiroteos con la policía todos los días durante el último mes. Pero afirmó que no había visto ni escuchado nada parecido como lo de las últimas 24 horas.
“Somos prisioneros en nuestras propias casas”, dijo por teléfono, mientras sonaban implacables disparos de fondo.
El sacerdote católico Wilfredo Corniel, de 45 años, trabaja en una iglesia en el cercano vecindario El Cementerio. Él y otros se refugiaron allí, y en una llamada telefónica le dijo a CNN, entre más disparos: “Se siente como si estuviéramos en una zona de guerra”.