(CNN Español) – Pfizer propuso esta semana una tercera dosis de su vacuna contra el covid-19, una iniciativa que genera controversia entre varias autoridades.
Estos planes surgieron por las preocupaciones de la variante delta del coronavirus y la disminución de la efectividad de la vacuna, según dijo Pfizer. ¿Por qué la propuesta genera polémica? El doctor Elmer Huerta lo explica en este episodio.
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Hola, soy el Dr. Elmer Huerta y esta es su dosis de información sobre el nuevo coronavirus. Información que esperamos sea de utilidad para cuidar de su salud y la de su familia.
Pfizer y la tercera dosis de su vacuna contra el covid-19
Sin duda que el anuncio que el 8 de julio hizo Pfizer acerca de su inminente solicitud a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para que se autorice el uso de una tercera dosis de su vacuna, ha causado cierta confusión.
La compañía farmacéutica argumentó que recientes datos obtenidos en Israel habían revelado que -comparada con la respuesta a la variante alfa- la efectividad de la vacuna para proteger contra la enfermedad sintomática causada por la variante delta había disminuido de más de 90% a 64%.
Dijo además que en sus experimentos:
- Una tercera dosis produjo niveles de anticuerpos neutralizantes 5 a 10 veces más altos que los que se produjeron después de su segunda dosis,
- Y planeaba que la tercera dosis pueda ser administrada de 6 a 12 meses después de la segunda.
Debido a que la posibilidad de una tercera dosis había sido discutida desde hace algunos meses, el anuncio de Pfizer dio la impresión de que la dosis de refuerzo de la vacuna podía convertirse en una pronta realidad.
Pero la controversia surgió cuando -inesperadamente y a pocas horas del anuncio de Pfizer- los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) y la FDA dijeron en un comunicado conjunto que, hasta el momento, no había necesidad de una tercera dosis para la población estadounidense.
¿Cómo se determina la efectividad de una vacuna?
Para entender esta controversia, debemos recordar cómo se mide la efectividad de una vacuna.
La eficacia de una vacuna se obtiene al comparar una vacuna con un placebo en un estudio de fase 3, mientras que la efectividad se evalúa al comparar personas vacunadas y no vacunadas en un programa nacional de vacunación en la vida real.
En ese sentido, entre las varias maneras de medir la efectividad de una vacuna en la vida real destacan tres:
- La efectividad de una vacuna para protegernos de una infección y un covid-19 sintomático leve,
- La efectividad de una vacuna para prevenir que el covid-19 que nos pueda dar, sea grave y nos lleve al hospital,
- Y, por último, la efectividad de una vacuna para que el covid-19 que nos pueda dar, no nos produzca la muerte.
El punto es que, si bien es cierto que algunos estudios han demostrado que las vacunas, incluyendo la de Pfizer, tienen una menor efectividad para prevenir la enfermedad sintomática leve, la efectividad de proteger contra la enfermedad grave y la muerte felizmente no ha variado sustancialmente.
¿Qué dijeron los CDC y la FDA de la propuesta de Pfizer?
Eso explica entonces la inmediata respuesta de los CDC y la FDA, los que dijeron que, por ese motivo, este no es el momento de tener una tercera dosis en Estados Unidos, y que se determinaría su eventual necesidad, luego de un riguroso proceso basado en ciencia y evidencia.
Ese proceso científico, dijeron, toma en cuenta múltiples datos de laboratorio, de ensayos clínicos y de cohortes o grandes grupos de población, los que pueden incluir datos de compañías farmacéuticas. Es por eso, concluyen, que la necesidad de una tercera dosis no depende solamente de los estudios de una sola compañía farmacéutica.
Además de los CDC y la FDA, también la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), se pronunciaron el 9 de julio, manifestando que por el momento no hay bases científicas para la administración de una tercera dosis.
Los CDC y FDA dicen también que Estados Unidos tiene la suerte de contar con vacunas altamente efectivas que están ampliamente disponibles para los mayores de 12 años y que las personas que están completamente vacunadas están protegidas de enfermedades graves y la muerte, incluso contra las variantes que circulan actualmente en el país como la delta.
Estados Unidos y el covid-19
Sin duda que el gran problema de Estados Unidos es que las personas no vacunadas siguen en riesgo. Según los datos que citan distintas autoridades sanitarias, prácticamente todas las hospitalizaciones y muertes por covid-19 ocurren en este grupo.
Al respecto, se ha observado que, en Estados Unidos, la variante delta se ha propagado más rápidamente en aquellos estados en los que la población no ha alcanzado las altas tases de vacunación logradas en la mayoría de los estados.
Por ejemplo, aunque tuvieron momentos peores en etapas tempranas de la pandemia, Arkansas y Missouri, ocupan hoy el primer y segundo lugar de infecciones diarias y hospitalizaciones por habitante en Estados Unidos según datos de la Universidad Johns Hopkins.
La vacunación, un factor clave
La mayoría de esos eventos están causados por la variante delta en personas no vacunadas.
Eso puede explicarse porque solo el 34,6% de los residentes de Arkansas y el 39,4% de los de Missouri habían sido completamente vacunados hasta el 6 de julio, comparado con el 47,5% a nivel nacional.
En ese sentido, recientemente se informó que, en el estado de Maryland:
- El 95% de casos nuevos de covid-19,
- El 93% de las nuevas hospitalizaciones,
- Yel 100% de las muertes, ocurrieron en personas que no estaban vacunadas.
Esa enorme diferencia en las coberturas de vacunación ha hecho que -en palabras del Dr. Anthony Fauci, asesor de covid-19 de la Casa Blanca- se tengan dos tipos de población en Estados Unidos, los protegidos, donde más del 70 por ciento de la población ha recibido al menos una dosis, y los no protegidos, áreas donde solo un 35 por ciento de la población esté en esa situación.
En resumen, por el momento, más que pensar en una tercera dosis para evitar una infección sintomática, el esfuerzo debe estar encaminado a aumentar el uso de las vacunas existentes, que son altamente efectivas para evitar la enfermedad grave y la muerte.
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