(CNN)– Es imposible no verlos. Al conducir por Qatar, parece que en cada esquina se levanta un nuevo estadio de fútbol en el desierto, cada uno de los cuales ofrece una visión futurista de su cultura tradicional.
Uno de ellos, situado en una zona que durante mucho tiempo fue conocida por el buceo y la pesca de perlas, tiene la forma de un “dhow”, una embarcación tradicional que surca las aguas del Golfo.
Otro está diseñado como un sombrero tejido conocido como “gahfiya”, que suelen llevar los hombres de los países del Golfo como base para sus tradicionales pañuelos blancos. Cada uno de los diseños de los estadios representa la historia y la cultura de Qatar, y son un testimonio de sus futuras ambiciones en la escena mundial.
Pero cada uno de ellos se ha construido con la ayuda de un ejército de trabajadores llegados del extranjero, muchos de los cuales proceden del sur de Asia y de partes de África. Y el pequeño país del Golfo ha emprendido una ofensiva mediática tras varios informes que denuncian atroces maltratos y abusos.
Desde que Qatar ganó la candidatura para organizar la Copa del Mundo en 2010, más de 6.500 trabajadores migrantes han muerto en el país, según informó The Guardian en febrero.
La mayoría de los trabajadores, según los autores, realizaban labores peligrosas y mal pagadas, a menudo en condiciones de calor extremo.
El informe de The Guardian no relacionaba de forma definitiva las 6.500 muertes con los proyectos de infraestructura de la Copa del Mundo.
Aunque un experto dijo al periódico británico que era “probable que muchos trabajadores que han muerto estuvieran empleados” en esos proyectos.
CNN no ha verificado de forma independiente las cifras de The Guardian.
Los responsables de la Copa del Mundo de Qatar calculan un número de víctimas muy diferente, y afirman que se han producido únicamente tres muertes relacionadas con el trabajo en los estadios y 35 muertes no relacionadas con el trabajo.
Hassan Al Thawadi, encargado de dirigir los preparativos del evento, dijo a Becky Anderson, de CNN, que la cifra de 6.500 de The Guardian era “inherentemente engañosa” y carecía de contexto.
“Cuando sale un titular sensacionalista como ese, entiendo la preocupación de la gente”, dijo. “Como seres humanos, todos tenemos la responsabilidad de preocuparnos por estos asuntos, estoy totalmente de acuerdo con eso. Pero creo que también es muy importante averiguar los hechos en el lugar”.
Según dijo, algunas de las personas eran médicos y profesores que murieron por causas naturales o enfermedades, no por trabajar en los estadios de la Copa Mundial.
Sin embargo, los autores del informe de The Guardian sostienen que hay pocas explicaciones médicas sobre las causas de estas muertes, lo que se debe en gran medida a la falta de transparencia del Gobierno de Qatar.
Como Qatar no realiza autopsias de forma rutinaria, es difícil de verificar.
En una declaración a CNN, la FIFA –el organismo a cargo de la organización de todos los Mundiales– coincidió con el número de muertos de Qatar.
“La FIFA y el Comité Supremo de Qatar (SC) siempre han mantenido la transparencia en torno a estas muertes”, dijo, añadiendo que el Comité Supremo investiga cada incidente relacionado con el trabajo.
“Gracias a las estrictas medidas de salud y seguridad en las obras que aplica el CS, la frecuencia de los accidentes en las obras de la Copa Mundial de la FIFA ha sido baja en comparación con otros grandes proyectos de construcción en todo el mundo”.
Sin embargo, añadió que “sigue siendo un reto salvaguardar plenamente a los trabajadores de los riesgos para la salud que pueden no estar directamente asociados con su trabajo en la obra”.
Cuando se le preguntó si creía que las autoridades de Qatar debían hacer más para investigar las muertes de los trabajadores, Al Thawadi dijo a CNN que el Gobierno está “en conversaciones para revisar sus tasas de mortalidad en general”.
“Creo que el Estado de Qatar ha mostrado continuamente su compromiso con la transparencia”, dijo. “El simple hecho de que las organizaciones de derechos humanos puedan venir aquí, realizar sus investigaciones y emitir sus informes desde el Estado de Qatar, creo que es un testimonio hacia nuestro compromiso”.
Amnistía Internacional lo confirmó en una declaración a CNN: “A diferencia de la mayoría de los países del Golfo, Qatar permite el acceso a Amnistía Internacional para visitar el país y reunirse con funcionarios para plantear nuestros motivos de preocupación”. Sin embargo, la organización no ha lanzado un informe desde el interior del país desde 2013.
Y añadió: “No siempre es fácil acceder a los trabajadores inmigrantes y a los lugares de trabajo. Muchos de ellos temen enfrentarse a repercusiones por hablar con las organizaciones internacionales”.
‘Especialmente grave en el Golfo’
En los últimos 10 años, no son solo las muertes supuestamente asociadas a la Copa del Mundo de 2022 las que han puesto a Qatar bajo un implacable escrutinio.
Varias organizaciones de derechos humanos sostienen que miles de trabajadores que participan en la construcción de estadios y en proyectos de infraestructuras han sido objeto de explotación laboral y de violaciones de los derechos humanos.
Desde 2010, los trabajadores migrantes se han enfrentado a salarios retrasados o no pagados, a trabajos forzados, a largas jornadas de trabajo en climas cálidos, a la intimidación de los empleadores y a la imposibilidad de dejar sus trabajos debido al sistema de patrocinio del país, según han constatado las organizaciones de derechos humanos.
Barun Ghimire es un abogado de derechos humanos con sede en Katmandú, cuyo trabajo en Nepal se centra principalmente en la explotación de los emigrantes nepalíes que trabajan en el extranjero.
La migración laboral desde Nepal está profundamente concentrada en los países del Golfo, siendo Qatar el que abarca el mayor porcentaje en 2018 y 2019. Y en Qatar, los nepalíes son el segundo grupo étnico más grande de trabajadores migrantes, después de los indios.
Ghimire le dijo a CNN que la difícil situación de los trabajadores obreros nepalíes es “particularmente grave en el Golfo”.
Ghimire ha documentado los abusos de los trabajadores inmigrantes en Qatar mucho antes de que el país obtuviera los derechos para albergar la Copa del Mundo. Pero en los 10 años transcurridos desde entonces, dice que ha recibido una “cantidad significativamente alta” de quejas de trabajadores nepaleses que viven allí.
“Cada dos días se escucha una historia”.
La mayoría de los trabajadores inmigrantes, añade, proceden de la pobreza y no tienen una buena formación, lo que hace que sean vulnerables y blancos fáciles de la explotación.
Ghimire cuenta que creó campañas de microfinanciación colectiva para ayudar a los trabajadores a regresar a Nepal, porque nunca recibían sus salarios.
“Los trabajadores migrantes de los países más pobres van a Qatar en busca de empleo”, explica. “Pero cuando llegan allí, ocurre un suceso trágico que es como el caso de los diamantes de sangre. El Mundial de Qatar es realmente la copa ensangrentada: la sangre de los trabajadores inmigrantes”.
Pero la culpa no debe recaer únicamente en Qatar, subrayó, y añadió que el Gobierno de Nepal y otros países deben rendir cuentas por no proporcionar a los trabajadores una protección adecuada en sus países de destino.
Maheshwor Nepal es un extrabajador migrante nepalí que trabajó para el Departamento de Atención al Cliente de Qatar Airways durante ocho años.
En declaraciones a CNN, dijo que, aunque nunca experimentó malos tratos y no estuvo directamente involucrado en la infraestructura de la Copa Mundial, sí fue testigo de lo que ocurrió con otros trabajadores, especialmente en los estadios.
Cuando Qatar obtuvo los derechos para ser sede del evento, Nepal dijo que se veía como una gran oportunidad para que los jóvenes de los países en desarrollo exploraran las oportunidades de trabajo en el extranjero. Sin embargo, a la mayoría de ellos se les prometieron “sueños insatisfechos” tanto en sus países de origen como en los de destino, dijo.
“La sangre y el sudor de los nepalíes se han mezclado en todos los proyectos de desarrollo de Qatar”, dijo.
Realizó múltiples viajes, como investigador autofinanciado, a las zonas industriales de Qatar donde viven la mayoría de los trabajadores migrantes, y vio lo que describió como condiciones “deplorables”.
Los campamentos de alojamiento laboral construidos específicamente para los trabajadores inmigrantes salpican el paisaje de Doha, la capital de Qatar. Las organizaciones de derechos humanos han denunciado en repetidas ocasiones que los campamentos están superpoblados, son insalubres y carecen de agua y electricidad adecuadas.
Nepal recuerda haber entrado en una cocina antihigiénica escondida en un rincón de un campo de trabajo atestado, compartida por docenas de trabajadores. Los trabajadores tenían la responsabilidad de limpiar sus propias habitaciones todos los días, dijo, incluso después de trabajar un número exorbitante de horas en el calor.
Nadie lo hacía nunca, dijo Nepal, y por ello se veían obligados a vivir en la suciedad.
Discriminación racial estructural contra los extranjeros
Más de dos millones de personas conforman la mano de obra migrante de Qatar, que comprende el 95% de todos los trabajadores del país.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la proporción de trabajadores migrantes en Medio Oriente, especialmente en los Estados del Golfo, es una de las más altas del mundo. La mayoría trabaja en sectores laborales poco cualificados, como la construcción y la hostelería, lo que los hace vitales para el crecimiento económico y el desarrollo de sus países anfitriones.
Sin embargo, la división del trabajo es increíblemente injusta.
Un informe de las Naciones Unidas, de 2020, constató “graves problemas de discriminación racial estructural contra los no nacionales” en Qatar, en concreto los procedentes de países del sur de Asia y del África subsahariana.
“Para muchos en Qatar, el origen nacional y la nacionalidad determinan el alcance de su disfrute de los derechos humanos”, afirmaba el informe.
El informe siguió a la visita de una relatora especial de la ONU a Qatar en 2019, donde documentó un “sistema de castas de facto”, basado en el origen nacional.
Descubrió que aquellos con pasaportes occidentales o árabes reciben mejores beneficios contractuales que aquellos con ciertas nacionalidades del sur de Asia y del África subsahariana, incluso si realizan los mismos trabajos.
La relatora especial expresó su preocupación por el hecho de que las leyes laborales de Qatar dan lugar a “inmensos desequilibrios de poder entre los empleadores y los trabajadores migrantes”. La relatora especial observó un “clima de miedo” entre los inmigrantes, preocupados por las represalias, que les impide presentar denuncias contra sus empleadores por violaciones laborales.
Desde que se publicó el informe de la ONU, Qatar ha desplegado algunas políticas para reformar la estructura laboral, todas ellas derivadas de un acuerdo para ayudar a proteger los derechos de los trabajadores firmado en 2017 entre el Gobierno de Qatar y la OIT, una agencia de las Naciones Unidas.
“Nadie niega que haya más trabajo por hacer”, dijo Al Thawadi. Pero asegura que “el compromiso que el Estado ha mostrado y ha hecho desde el principio para cumplir esas promesas” es claro.
En virtud del acuerdo con la OIT, el año pasado se desmanteló el sistema de patrocinio del Estado del Golfo, conocido como kafala. Esto permite, en parte, que los trabajadores inmigrantes cambien de trabajo antes de que finalicen sus contratos sin que sea necesario el consentimiento de sus empleadores.
Qatar también implementó un salario mínimo no discriminatorio de US$ 275 al mes, que se aplica tanto a los trabajadores inmigrantes como a los nacionales, y que, según afirma, es el primero de su clase en la región.
Sin embargo, los ingresos promedio de los hogares qataríes son, al parecer, más de 11 veces superiores.
Cuando los trabajadores inmigrantes buscan empleo en el extranjero, con frecuencia deben pagar elevadas tasas de contratación a las agencias de sus países de origen. Estas tarifas pueden ser considerables, lo que supone para ellos una situación de vulnerabilidad, a menudo con fuertes deudas que pagar.
Para ayudar a los trabajadores inmigrantes que se enfrentan a las deudas derivadas de estas tasas, Al Thawadi detalló una iniciativa que trabaja con los contratistas para garantizar el reembolso de las tasas de contratación a los trabajadores, y afirma que no es necesario presentar pruebas de pago.
“Las tasas de contratación aquí, como en cualquier otra parte del mundo, son ilegales, pero la carga de la prueba recae en el trabajador. Lo que hemos conseguido es invertir dicha obligación probatoria”.
En los últimos cinco años, los contratistas que trabajan para el Comité Supremo se han comprometido voluntariamente a reembolsar cerca de US$ 33 millones a unos 48.000 trabajadores, dijo a CNN. De ese total, alrededor de 18.000 no trabajan en las sedes de la Copa Mundial, pero igualmente se han beneficiado, dijo Al Thawadi.
“Hay un compromiso firme para garantizar la protección de los derechos de las personas”, afirmó.
A principios de este mes, el Departamento de Estado de EE.UU. reconoció a un funcionario de Qatar por “su liderazgo a la hora de impulsar reformas en el sistema de patrocinio y abordar los abusos laborales en Qatar”.
Sin embargo, Fabien Goa, director de Investigación de la organización de derechos humanos sin ánimo de lucro FairSquare Projects, no cree que esté tan claro. Goa, que cuenta con más de una década de experiencia en derechos humanos, asesoró anteriormente en materia de deportes y derechos laborales en Amnistía Internacional, centrándose en la Copa del Mundo de Qatar 2022.
En declaraciones a CNN, Goa aplaudió las recientes medidas adoptadas por Qatar y dijo que el desmantelamiento del sistema de kafala era “la reforma más importante” que había hecho Qatar, pero que llegaba demasiado tarde.
“A Qatar se le concedió la Copa del Mundo en 2010. La ley no se aplicó hasta 2020”, cuando la mayor parte de la infraestructura del Mundial ya estaba terminada, dijo Goa. “Es una vergüenza”.
También dijo que, aunque el desmantelamiento del sistema de kafala era un paso positivo, siguen existiendo muchas lagunas, como los “cargos por fuga”, que los empleadores de los Estados del Golfo pueden presentar contra los empleados que no se presentan a trabajar.
Estos cargos pueden llevar a la detención y deportación de los trabajadores inmigrantes, y las organizaciones de derechos humanos alegan que los empleadores abusan de este poder para controlar a los trabajadores.
“Los trabajadores inmigrantes aún no tienen poder. El nivel de control sigue existiendo. Si tienen la mala suerte de tener patrocinadores abusivos, pueden aprovechar ese poder en su contra”.
Las organizaciones internacionales y los grupos de derechos de los trabajadores también han aplaudido las reformas, pero, al igual que Goa, insisten en que hay que seguir trabajando.
En marzo, Amnistía Internacional pidió a la FIFA que garantizara la plena protección de los derechos de los trabajadores migrantes en Qatar antes del inicio de la Copa Mundial.
En una declaración a CNN, Amnistía reconoce los cambios que Qatar ha implementado, pero afirma que “la escasa instauración y observancia de estas reformas ha dejado a miles de trabajadores a merced de empleadores sin escrúpulos a los que se les ha permitido cometer abusos con impunidad”.
“A pesar de las mejoras en el marco legal, los avances sobre el terreno siguen siendo lentos”, añadió.
El CEO del Mundial de Qatar, Nasser Al Khater, declaró a CNN que las reformas de los trabajadores inmigrantes llevan tiempo y no pueden producirse de golpe.
“Es un cambio de cultura, es un cambio de comportamiento”, dijo. “Nos estaríamos mintiendo, y engañando, si de un año para otro se pueden hacer esos cambios y pensar que todo se va a solucionar”.
Sin embargo, Goa sostiene que Qatar tuvo mucho tiempo para hacer esos cambios, pero en cambio ha habido muchas “falsas promesas” a lo largo de los años.
“Si miramos la reforma desde el punto de vista de los inmigrantes, ha sido lenta”, dijo Goa. “Ha faltado la urgencia.
“Sería un agravio para los inmigrantes que han soportado un sufrimiento importante durante este periodo de reforma que esto se pintara como un esfuerzo de progreso lineal consistente”.
Ghimire, cuyo trabajo como abogado de derechos humanos es conseguir justicia para los que sufren, está de acuerdo con esa valoración.
“Aunque ha habido reformas aquí y allá, cuando se trata de la implementación, no es como se ha anunciado”, dijo. “La mayoría de los trabajadores ni siquiera saben que las reformas existen, mientras que otros dicen que están ahí simplemente para aparentar”.
Crisis diplomática
Qatar se ha jugado su prestigio en la Copa del Mundo de 2022, prometiendo abordar la crisis migratoria y ayudar a los trabajadores explotados. Pero todas las miradas estarán puestas en el país mientras se recupera simultáneamente de un doble desafío: una crisis diplomática regional y la pandemia de covid-19.
El mismo año en que el Estado del Golfo firmó su acuerdo con la OIT, en 2017, se enfrentó a una crisis diplomática sin precedentes, que apenas ha resuelto.
En verano, un grupo de países, algunos de los cuales habían sido sus aliados más cercanos, cortaron los lazos diplomáticos y lanzaron un embargo a Qatar, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, con quienes Qatar comparte su única frontera terrestre.
El grupo sostuvo que Qatar apoyaba el terrorismo y desestabilizaba la región, afirmaciones que Doha siempre ha afirmado que son “infundadas”.
El choque inicial fue agudo e inmediato. Qatar importa casi el 90% de sus alimentos, por lo que se vio en una situación precaria para alimentar a su población. Todo ello mientras intentaba planificar uno de los mayores eventos deportivos del mundo.
El embargo también tuvo un efecto desproporcionado sobre los trabajadores inmigrantes, que constituyen la mayor parte de la mano de obra qatarí. En aquel momento, con el sistema de kafala, los trabajadores inmigrantes necesitaban el permiso del empleador para obtener visados o salir del país.
Qatar tuvo que desarrollar rápidamente sistemas, políticas y redes de cadenas de suministro para garantizar que el país pudiera seguir funcionando, dijo Al Thawadi.
Las lecciones que aprendió durante ese periodo fueron útiles cuando llegó la pandemia de covid-19, el año pasado.
“Siempre vimos los obstáculos y desafíos como oportunidades para crecer y evolucionar. Nos convertimos en una nación muy autosuficiente, lo que al final se convirtió en una bendición cuando el mundo entero se paralizó a causa del covid”, dijo Al Thawadi.
Cuando el covid-19 empezó a extenderse, Qatar no se libró del impacto. Sus campos de trabajo para inmigrantes corrían un riesgo especialmente alto de exposición al covid-19, debido a las condiciones insalubres y al hacinamiento, según constataron los grupos de derechos humanos.
En medio de un repunte de casos, se aplicaron estrictas restricciones para reducir el número de casos, lo que finalmente dio sus frutos. Ahora, el país se está reabriendo lentamente, con más de la mitad de la población totalmente vacunada.
A medida que se siguen propagando más variantes por el mundo, es probable que los efectos del covid-19 se sigan sintiendo en 2022. Y para un espectáculo como la Copa del Mundo, al que se espera que asistan millones de aficionados, sus organizadores reconocen los desafíos.
Al Khater aseguró a Becky Anderson, de CNN, que Qatar ha acogido “más de 100 torneos y partidos desde septiembre”, como la Liga de Campeones de Asia, lo que les ha ayudado a prepararse para futuros obstáculos.
En estos partidos, han visto el regreso gradual de los aficionados a los estadios con un aforo reducido del 30%, así como la construcción de burbujas bioseguras para los jugadores y la realización de pruebas a todos los aficionados que asistieron.
“Tengo la esperanza de que en 2022 seamos el primer acontecimiento que, no solo reunirá a personas de diferentes orígenes, de diferentes sociedades y de diferentes ámbitos de la vida para celebrar lo que es el mayor acontecimiento del mundo”, dijo Al Thawadi, “sino que creo que, lo que es más importante, celebraremos que todo el mundo se una para superar esta pandemia”.
Crítica feroz
La parte más dura de cualquier maratón puede ser a menudo el tramo final hasta la línea de meta.
El CEO dijo a CNN que Qatar ha tenido un duro camino desde el comienzo de la carrera, y que se está volviendo más brutal.
“Siempre hay críticas con cualquier Copa del Mundo. No voy a decir que esto sea exclusivo de Qatar, pero creo que lo que es único es la ferocidad de las críticas. En cualquier caso, estaremos preparados, y sin duda será un gran Mundial”, afirmó Al Khater.
A medida que se acerca la fecha, Al Thawadi afirma que el evento que ha estado planificando durante los últimos 10 años está “entre el 90 y el 95% completado”.
Se trata de un progreso asombroso en comparación con anteriores Copas del Mundo, en las que a menudo los países anfitriones tenían dificultades para terminar todo a tiempo.
Cuatro de los estadios qataríes están terminados e inaugurados, uno está a punto de ser entregado y otros tres se encuentran en distintas fases de construcción.
Al Thawadi asegura que “a finales de este año, o a principios del próximo, como muy tarde, todos los estadios estarán terminados”.
CNN habló con Al Thawadi en el estadio Al-Bayt, que significa “casa” en árabe, por lo que quizás sea apropiado que acoja el partido inaugural del torneo. En su afán por reflejar la herencia del país, el estadio tiene forma de tienda de campaña: un guiño a las tradiciones beduinas de Qatar, nómadas y acogedoras.
“La idea es que el mundo venga y esté en estadios que no solo sean punteros en cuanto a tecnología y sostenibilidad […] sino que sean un fiel reflejo de nuestra cultura y patrimonio” dijo Al Thawadi.
La historia de esta Copa Mundial es, en muchos sentidos, la historia de Al Thawadi y Al Khater, que han sido los responsables de llevar a cabo el torneo.
Por mucho que reconozcan las críticas a su estructura laboral, su principal intención es que el evento sea un catalizador de cambio para la región y un vehículo de progreso.
Al preguntarle qué es lo que más le entusiasma, Al Khater dijo que es la gente.
“Recibir a los aficionados, ver la alegría en sus caras, saber que el país está orgulloso”.
En cuanto a Al Thawadi, dice que todavía siente un poco de aprensión y estrés, pero que, en última instancia, se siente orgulloso del viaje hasta ahora y de su importancia para la región.
“Todo el mundo árabe está entusiasmado con este torneo. Es su torneo. Es nuestro torneo. Es una oportunidad para que el mundo nos vea como lo que somos: una nación hospitalaria, amistosa y apasionada por el deporte”.
Es lo que es Qatar, el carácter de su nación, lo que es tan decisivo aquí, a pesar de lo lejos que ha llegado, será necesario un progreso significativo para dar forma al destino de su Copa del Mundo y, de cara al futuro, del propio país.
–Mohammed Al-Saiegh, Hannah Ritchie, Saffeya Ahmed e Isis Amusa, de CNN, contribuyeron con este reportaje.