(CNN)– Los números son extremadamente preocupantes.
Los casos de covid-19, impulsados por la variante delta del coronavirus que se propaga rápidamente, casi se han triplicado en las últimas tres semanas en Estados Unidos. En todos los estados del país han aumentado los casos.
Es, desde cualquier punto de vista, un momento tenso en los 16 meses de lucha contra el virus. La gente debe vacunarse o correr el riesgo real de contraer la variante delta.
En momentos como este, los líderes son importantes. Lo que nuestros funcionarios electos dicen (y hacen) sobre las vacunas es importante: son un modelo de comportamiento que, idealmente, la gente sigue.
Entra en escena Donald Trump.
“Joe Biden no deja de hablar de lo bien que lo está haciendo en la distribución de la vacuna que fue desarrollada por la Operación Warp Speed o, simplemente, por la Administración de Trump”, dijo el 45º presidente en un comunicado publicado a través del Comité de Acción Política Save America el domingo. “No lo está haciendo nada bien. Está muy atrasado, y la gente se niega a vacunarse porque no confía en su Administración, no confía en los resultados de las Elecciones, y ciertamente no confía en las noticias falsas, que se rehúsan a decir la Verdad”.
Esta afirmación es, y no exagero en absoluto, lo contrario al liderazgo.
Toda la declaración está mal, pero esta línea destaca por el daño que hará a los esfuerzos por conseguir que más gente se vacune: “La gente se niega a vacunarse porque no confía en su Administración, no confía en los resultados de las elecciones y, ciertamente, no confía en las noticias falsas, que se rehúsan a decir la verdad”.
En esa única línea, el expresidente de Estados Unidos que es, sin lugar a dudas, la persona más influyente del Partido Republicano en la actualidad, reafirma las dudas totalmente erróneas que tiene la gente sobre la recepción de la vacuna sumamente eficaz contra el covid-19, a la vez que pinta el esfuerzo por la vacunación bajo una luz partidista al hacer la comparación con las elecciones de 2020.
En resumen: es una cosa notablemente peligrosa para que la diga cualquiera, y mucho más un expresidente. El hecho de que Trump lo dijera en medio de un aumento de casos, impulsado casi exclusivamente por personas no vacunadas que viven en zonas que él ganó en 2020, lo hace aún peor.
El liderazgo consiste en decir y hacer lo mejor para todos… no solo para ti. Y, a veces, hacer lo mejor/lo correcto para todos significa que no será lo mejor para ti personalmente. Se trata del “nosotros”, no del “yo”.
Trump nunca, nunca ha estado dispuesto o ha sido capaz de entender eso. Está extraordinariamente centrado en sí mismo, preocupado única y exclusivamente por cómo los acontecimientos afectan a su vida o, para ser más precisos, por cómo puede utilizar los hechos (y tergiversarlos) para parecer el tipo más inteligente y más sabio del lugar, el héroe de todas las historias.
Eso incluye al covid-19, y el esfuerzo por vacunar a un número suficiente de personas para lograr la inmunidad de rebaño (y así proteger a aquellos que no pueden vacunarse por razones médicas o de otro tipo).
Trump está TAN obsesionado con a) atribuirse el mérito de la vacuna y b) desprestigiar al hombre que lo derrotó en 2020 que no puede (o no quiere) ver el daño que está causando al decirle a un bloque de personas ya escépticas, muchas de las cuales votaron por él en las últimas elecciones, que Biden y los medios de comunicación no son de fiar.
Es un importante recordatorio de que el daño que Trump ha hecho al país no es un producto acabado. Su egocentrismo sigue creando caos e incertidumbre en una situación en la que debería haber muy poca: ¡la vacuna salva vidas!