Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor, periodista y colaborador de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.
(CNN Español) – Cuatro policías fueron los primeros llamados a testificar ante un comité del Congreso de Estados Unidos. Habrá muchos más. El proceso sigue adelante.
Los cuatro, entre docenas de policías, estuvieron el miércoles 6 de enero tratando de frenar a la turba sublevada que intentaba tomar el Capitolio. Se trataba de Aquilino Gonell, Michel Fanone, Daniel Hodges y Harry Dunn. Sospecho que fue el azar lo que los reunió en la cita telelevisiva el 27 de julio, pero son una buena representación de la diversidad de país. Sus testimonios fueron conmovedores. Le sacaron las lágrimas hasta a un joven congresista republicano de Illinois llamado Adam Kinzinger.
Los lideres demócratas están intentando que el país vuelva a revivir esos sucesos, mientras la mayor parte de los republicanos no quiere que tal cosa ocurra y quieren boicotear el proceso. Kevin McCarthy, hoy líder de la minoría en el Congreso, afirmó que no había visto las declaraciones de estos cuatro policías. Igual declaró Mitch McConnell, su equivalente en el Senado. Si no las vieron y escucharon, deberían verlas y escucharlas. Realmente me parece muy importante que se examinen esos hechos. ¿Por qué? Porque no es posible organizar la convivencia de una República si existen dudas sobre sus fundamentos legales.
Sobre los hechos acaecidos en el Capitolio el 6 de enero hay dos cuestiones importantes que alimentaron a la turba: la mentira que Donald Trump ha vendido a sus seguidores de que Joe Biden ocupa fraudulentamente la presidencia del país y de que las elecciones fueron amañadas. Nada de eso es cierto.
Y quienes lo creen y actuaron por esa creencia el 6 de enero son culpables de una irresponsabilidad total. Mientras el inductor de ese monstruoso comportamiento tiene una evidente responsabilidad penal, parecida al que grita “fuego” en un teatro lleno, sin ninguna prueba de que ese peligro exista, o los que difunden la absurda teoría de que el Estado les implanta un chip a las personas que reciben las vacunas contra el covid 19. Afortunadamente, más de 60 entidades judiciales, compuestas por republicanos y demócratas, todas las veces que han llamado a sus puertas, no han encontrado pruebas significativas del fraude electoral denunciado por Trump.
De los cuatro testimonios, me interesó vivamente el del policía Harry Dunn. Se trata de un hombre negro corpulento que debió soportar insultos raciales en medio del tumulto, “algo que jamás me habían llamado mientras vestía el uniforme de la fuerza púbica”. En ese momento, o poco después, un partidario de los desmanes se paseaba por el Capitolio con una bandera sureña, es decir “esclavista”.
A mi juicio, ahí se revela el cambio del Partido Republicano, 156 años después de haber ganado una terrible Guerra Civil, y 153 años después de haberle concedido la libertad y el voto a los esclavos (aunque en la práctica los problemas para ejercer su derecho continuaron hasta el siglo XX), ha permitido que los demócratas, el partido que fue derrotado, se apodere de la ideología de Abraham Lincoln y asuma la defensa de las personas negras y de otras minorías.
Lincoln contribuyó a fundar el Partido Republicano a partir del hundimiento de los “whigs”. Hace falta refundarlo para poder llegar al siglo XXII de nuestra era con una buena expresión del bipartidismo. Lo necesitamos.