Nota del editor: Justin Gest (@_JustinGest) es profesor asociado en la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad George Mason. Es autor de “The New Minority: White Working Class Politics in an Age of Immigration and Inequality” y el próximo año publicará un nuevo libro, “Majority Minority”. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Mira más opiniones de CNNEE aquí.
(CNN) – Las cifras del censo de 2020 publicadas este jueves cuentan la historia de un país que cambia rápidamente: el tamaño relativo de la población blanca de la nación sigue disminuyendo, mientras que las minorías étnicas y raciales representan la única fuente de crecimiento de la población.
A primera vista, estas cifras sugieren un futuro sombrío para el Partido Republicano, que encuentra su mayor apoyo entre los blancos. Sin embargo, la sorprendente realidad es que, en general, estas tendencias demográficas pueden favorecer al Partido Republicano debido a la forma en que se reparte el poder político en Estados Unidos.
Durante mucho tiempo se ha pensado que el aumento de las minorías étnicas y/o raciales favorece al Partido Demócrata, que ha apelado en gran medida a los grupos urbanos diversos y ha dado prioridad a la equidad racial. Por el contrario, el Partido Republicano, bajo el liderazgo del expresidente Donald Trump, ha adoptado una política de nativismo y nostalgia, aprovechando el miedo de los estadounidenses blancos a los cambios demográficos del país.
A primera vista, el recuento del Censo de 2020 ofrece pruebas demográficas para esas ansiedades sociales conservadoras. El país avanza con paso firme hacia el tan esperado hito de la “minoría mayoritaria”, cuando el número de estadounidenses no blancos supere al de los que se identifican como blancos. Las estimaciones sugieren que los estadounidenses menores de 18 años son ya una minoría mayoritaria, mientras que más de tres cuartas partes de los mayores de 65 años son blancos.
La proporción de estadounidenses blancos, en este momento el principal electorado de los republicanos, está disminuyendo gracias a una combinación de menor inmigración desde Europa, menores tasas de fertilidad y menor esperanza de vida atribuible a las sobredosis de drogas y los suicidios.
Sin embargo, hay tres tendencias demográficas y políticas que contrarrestan el efecto de la diversificación del país.
1) Estamos presenciando un desplazamiento constante de la población, y por tanto del ejercicio del poder, hacia el sur y el oeste del país, regiones controladas mayoritariamente por los republicanos.
En los últimos 50 años, la proporción de la población estadounidense que vive en los estados del sur y del oeste aumentó del 48% al 62%. Y de los 10 estados que están experimentando un mayor crecimiento demográfico desde 2010: Utah, Idaho, Texas, Dakota del Norte, Nevada, Colorado, Washington, Florida, Arizona y Carolina del Sur; solo Washington es un estado sólidamente demócrata, aunque Colorado tiende en esa dirección.
Mientras tanto, California, Illinois, Michigan, Nueva York, Ohio, Pensilvania y Virginia Occidental, que han experimentado una pérdida de población en la última década, perderán cada uno un escaño de sus delegaciones en el Congreso. De ellos, únicamente Virginia Occidental vota de forma tradicionalmente republicana. Por otro lado, Colorado, Florida, Montana, Carolina del Norte y Oregon ganarán un escaño cada uno, y Texas ganará dos. De ellos, únicamente Oregon vota mayoritariamente por los demócratas.
Un contraargumento es que la afluencia de estadounidenses del noreste, del medio oeste y/o de minorías a estas regiones más republicanas puede contrarrestar la ventaja previa de los conservadores, como sucedió en Georgia. Sin embargo, una segunda tendencia complica esta posibilidad.
2) El “gerrymandering partidista”, es decir, la manipulación de las circunscripciones electorales, es profundamente eficaz para mitigar el efecto del cambio demográfico en las carreras legislativas de la Cámara de Representantes y de los estados.
Con la publicación de los resultados del censo, los estados volverán a trazar sus fronteras legislativas y del Congreso. Cuando este proceso está en manos de las cámaras estatales controladas por los demócratas o los republicanos, los partidos emplean una sofisticada matemática para redistribuir a los votantes de forma que se maximicen sus probabilidades de victoria en el mayor número de distritos legislativos.
Para los republicanos, esto ha significado históricamente consolidar muchas circunscripciones de estadounidenses de origen minoritario en el menor número posible de distritos o distribuirlas de forma dispersa en múltiples distritos.
El futuro de las minorías mayoritarias de Estados Unidos ya se refleja en unas pocas regiones superdiversas. Los condados con minorías mayoritarias albergan ahora un tercio de todos los estadounidenses, pero comprenden una pequeña fracción de todos los condados de EE.UU., sobre todo en el sur y el suroeste del país. Si bien estas concentraciones pueden facilitar la elección de algunos líderes locales con antecedentes de minorías étnicas, también hacen que los votantes minoritarios sean más fáciles de aislar en el proceso de redistribución de distritos.
En este ciclo de redistribución actual, los republicanos tienen una clara ventaja: gracias a las mayorías en las legislaturas estatales y en las gobernaciones, el Partido Republicano tendrá todo el poder para trazar el 38% de las líneas de los distritos del Congreso, frente al 16% de los demócratas.
Esta ventaja permitirá a las comisiones de redistribución de distritos dirigidas por los republicanos en estados en proceso de diversificación, como Texas o Florida, absorber el cambio demográfico de forma que se reduzca el peso que, de otro modo, se podría asociar a las crecientes poblaciones de minorías.
Aun así, algunos podrían creer que el número de estadounidenses de origen minoritario superará la capacidad del “gerrymandering” para diluir su poder. Y, ciertamente, el cambio demográfico podría modificar las elecciones a gobernador, senador y otras elecciones estatales en estados como Texas. Pero hay una tercera tendencia que da que pensar.
3) Aunque su proporción en la población estadounidense crece, las tasas de crecimiento de las minorías étnicas se están reduciendo y la inmigración está disminuyendo.
La marcha del país hacia un hito de minorías mayoritarias se ha visto impulsada por la llegada de un gran número de inmigrantes que se instalan en Estados Unidos y dan a luz a más hijos en promedio que los estadounidenses nacidos en el país.
Pero gracias a un sistema de inmigración obsoleto, a una mayor vigilancia de las fronteras y a la pandemia mundial, la inmigración a Estados Unidos se ha desacelerado en la última década y el aumento de la población de las minorías étnicas se ha atribuido sobre todo a la natalidad. Entre los hispanoamericanos, cerca de tres cuartas partes del crecimiento demográfico de la última década procedieron de los nacimientos en EE.UU., y la cuarta parte restante de la inmigración.
Mientras tanto, la reforma migratoria lleva más de tres décadas estancada en el Congreso, y los republicanos han hecho de la reducción de los flujos anuales una seña de identidad de sus políticas y su plataforma desde la victoria de Trump en 2016.
Muchos liberales pensaron que la política republicana movilizaría a una nueva generación de votantes minoritarios. Pero a pesar de los comentarios incendiarios de Trump y de las políticas que implican a las minorías étnicas y religiosas, los republicanos aumentaron su cuota de votantes minoritarios en todo el país en las elecciones de 2020. Así que, aunque las filas de los votantes con antecedentes de minorías étnicas crezcan, podrían volverse repentinamente menos confiables en los demócratas.
Algunos científicos sociales también esperan que un mayor número de estadounidenses birraciales e hispanos se autoidentifiquen como “blancos”. Y, de hecho, el número de estadounidenses mestizos se ha multiplicado casi por tres solo desde 2010. Esto debilitará aún más los llamamientos demócratas basados en la identidad y podría reducir cualquier penalización que sufran los republicanos por su nativismo.
En su conjunto, el censo de 2020 revela tendencias que tienen implicaciones políticas contrapuestas en el contexto de las instituciones electorales únicas de Estados Unidos. La diversificación de Estados Unidos es incuestionable. Pero como la población estadounidense se está desplazando hacia regiones en las que el Partido Republicano sigue teniendo el control, los republicanos podrán retrasar y minimizar la representación política de las minorías étnicas, al menos hasta 2030.