Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España, y fue asesor de los presidentes Alejandro Toledo, de Perú; Vicente Fox, de México, y Álvaro Colom, de Guatemala. El autor también es colaborador de CNN en Español. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.
(CNN Español) – Es raro encontrar una sola causa a un error de semejante magnitud. Las imágenes que el mundo vio en la retirada de EE.UU. en Afganistán son, más que explícitas, penosas, tristes y muy personales para todos los que se sacrificaron en esa guerra por casi 20 años. Más que una retirada parecía una fuga. Es fácil y tentador decir que fue un error de la administración de Biden. Y en parte sí lo fue, pero también es cierto lo que él mismo dijo: “No había una salida fácil”. No había una retirada fácil porque el problema era de fondo. Cuando algo tan grave ocurre, generalmente el problema que vemos es simplemente el reflejo de un problema mucho más complejo.
Los más de 300.000 militares entrenados, equipados y financiados por EE.UU., según datos del Gobierno -aunque esa cantidad podría ser significativamente menor, según cálculos de CNN- entregaron sus armas sin mucha resistencia. Muchas de las armas quedaron en el territorio en poder de los talibanes. A lo mejor para la mayoría de ellos era quizás un trabajo como cualquiera en medio de la pobreza y desesperanza donde simplemente se cambia de jefe. Parece que solo EE.UU. y sus aliados creían que luchaban por algo distinto y más profundo.
Es cierto que había denuncias de corrupción contra el gobierno de ese país, corrupción contra la que se luchaba sin mucho éxito- y que el presidente huyó, obstaculizando así una retirada ordenada de las tropas extranjeras. Al fin y al cabo, en esa guerra se jugaron alrededor US$ 2 billones. Pero también es cierto que cientos de compañías de EE.UU. tenían contratos millonarios de logística en Afganistán; lo que nos lleva a que en esa guerra había muchos intereses creados. Pero no hay emergencia que dure 20 años.
Cuando hay mucho dinero de por medio, la gente no quiere cambios y Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, de repente se vio inundado de un gran flujo de dinero, al menos para quienes trabajaban con el gobierno.
Como en muchos países africanos que han enfrentado y aún afrentan graves problemas de guerras y guerrillas, Afganistán, en el sur de Asia, es uno dividido y dominado por líderes tribales, a veces unidos o divididos bajo paraguas religiosos, pero todos ellos con su propia lógica de financiamiento. La guerrilla colombiana, por ejemplo, tiene y tuvo relación de financiamiento con el tráfico de drogas y mucho del financiamiento de los talibanes proviene de las plantaciones de amapola (parece que aún mucho más que el financiamiento de otras potencias extranjeras).
El problema de estrategia es no saber priorizar los objetivos. Un clásico error estratégico es asumir que todos los objetivos tienen el mismo valor y prioridad. La estrategia los debe ordenar. El primer objetivo estratégico fue claro: eliminar a al Qaeda y conseguir a Osama bin Laden vivo o muerto. Para hacerlo debían invadir y también sacar del poder a los talibanes que habían protegido y encubierto a Osama bin Laden y a al Qaeda. Estos objetivos fueron alcanzados.
Luego, a mi parecer, los objetivos se confundieron con pretender construir una nueva nación moderna, democrática y más justa a imagen y semejanza de la estadounidense. No les reclamo el ideal porque, al fin y al cabo, Afganistán tiene reservas en minerales que podrían y deberían ser el sustento de un desarrollo económico sostenible y justo para sus habitantes.
Luego, todo parece indicar que muchos eran conscientes de que no había una salida fácil porque todo era insostenible y por ello, optaron por mantener el status quo. Solo una investigación más profunda con más y mejor información lo determinará. De ser así, quizá lo que menciona Biden era real y la única salida posible fue lo que sucedió. Las tropas de EE.UU. hicieron uso de un poder en el cual eran insuperables: el poder aéreo. Acudieron al aeropuerto para protegerlo y organizar su salida desde allá. Los talibanes se han dado cuenta de eso, y no intentaron cuestionar ese poder, es más, ampliaron la zona de influencia y comenzaron conversaciones. EE.UU. ha evacuado a más de 122.000 personas. Algo desordenado, caótico, vergonzoso, pero quizás lo menos malo posible.
Cuesta decirlo, pero quizás Trump tuvo razón cuando desde hace un año llegó a un acuerdo con los talibanes para establecer una retirada en mayo de este año. Era un reconocimiento de que era imposible construir una nación moderna, liberal y democrática sin una relación política basada en realidades locales. Pero Trump, como Bush y Obama, le pasaron el problema al siguiente. Valoro que Biden no haya hecho lo mismo que los anteriores y haya tomado la decisión de terminar ese círculo vicioso. Sin duda, hubiésemos querido que fuera más ordenado y digno. No sé si en ese punto, era ya posible.