Nota del editor: Frida Ghitis (@fridaghitis), exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen. Ver más opiniones aquí.
(CNN) – El grito de “¡Libertad!” resuena en todo el país, surgiendo de lugares como Texas, controlado por funcionarios republicanos que utilizan todas las herramientas a su disposición para prohibir los mandatos de uso de mascarilla o los requisitos de vacunación. Es curioso, entonces, que desde el miércoles por la mañana, las mujeres de Texas tengan esencialmente prohibido optar por un aborto.
Los mismos políticos que declaran que los requisitos de uso de mascarilla son una intromisión intolerable del gobierno en la sacrosanta libertad individual, acaban de imponer la ley de aborto más restrictiva del país desde que la Corte Suprema hizo legal el aborto en la histórica decisión de 1973, Roe vs. Wade.
La ley de Texas, SB8, entró en vigor porque la Corte Suprema de EE.UU. y un tribunal federal de apelaciones se negaron a detenerla, a pesar de que supone una clara violación de la ley vigente. Hasta ahora, los tribunales habían permitido algunas restricciones, generalmente prohibiendo los abortos tardíos, aquellos que se producen más allá de la fase en la que el feto es viable, esto es, a unas 24 semanas de gestación.
La ley de Texas hace dos cosas diferentes, de forma artera.
En primer lugar, prohíbe los abortos después de apenas seis semanas de embarazo. A las seis semanas de gestación, pocas mujeres saben que están embarazadas. A las seis semanas, una mujer lleva un retraso de solo un periodo menstrual. Los profesionales dicen que entre el 85% y el 90% de los abortos se producen después de ese momento. Algunas mujeres pueden buscar el aborto antes, quizá tras una violación o incesto. La severa ley de Texas, a diferencia de la mayoría de las leyes que restringen el aborto, también hace ilegal que las mujeres interrumpan un embarazo que haya sido resultado de una violación o un incesto. La única excepción es para “emergencias médicas”.
El segundo aspecto repugnante de la ley de Texas es su sistema de aplicación, que recuerda a los métodos utilizados por la policía secreta en los regímenes fascistas. Al igual que, por ejemplo, la Stasi de Alemania Oriental ponía al vecino contra el vecino, convirtiendo a sus ciudadanos en espías y volviendo criminales a la gente común, esta ley se basa en delatar a otros y en convertir un comportamiento perfectamente normal en un delito castigable.
La legislación dicta que cualquier particular puede presentar una demanda contra un proveedor de servicios de salud o cualquier persona que crea que ayudó a un aborto, y crea un sistema de verdaderas recompensas para las demandas civiles exitosas, con un pago potencial mínimo de US$ 10.000 dólares en daños y perjuicios, más los honorarios legales para los informantes.
Para ayudar a un aborto, alguien podría hacer tan poco como llevar a una mujer embarazada al médico. La ley podría movilizar batallones de “cazadores de recompensas” del aborto.
La idea es tan corrosiva, tan venenosa, que uno puede ver cómo engendra todo tipo de acciones vengativas. Cualquiera puede denunciar a cualquiera. El acoso emocional y financiero a los proveedores de servicios de aborto está casi asegurado, pero también hay lugar para ataques frívolos impulsados por motivos completamente ajenos.
Como señaló el presidente Joe Biden, la ley “viola flagrantemente” derechos establecidos hace décadas, y tendrá un impacto significativo no solo en las mujeres, sino especialmente en las mujeres que forman parte de las minorías.
El efecto comienza inmediatamente, aunque las perspectivas a largo plazo de la ley no están claras. La Corte Suprema presidirá sobre un importante caso de aborto este otoño.
Los grupos antiaborto están encantados, por supuesto. Una organización ya creó una página web para que los denunciantes anónimos empiecen a delatar a cualquiera que sospechen que infringe la ley. Los que se oponen a la ley han respondido de la misma manera, atacando el sitio web con entradas falsas, con la esperanza de inundarlo con material inútil.
Este enfoque único, que convierte a los ciudadanos en lugar del gobierno en un elemento clave de la ley, fue una decisión táctica que, según los expertos, hace más difícil que los tribunales la anulen. Pero no oculta el hecho de que el gobierno de Texas le comunica a las mujeres lo que tienen que hacer con su cuerpo.
Una acción tan invasiva por parte del gobierno en una de las decisiones más personales que puede tomar un ciudadano es especialmente impactante en medio de una pandemia, durante la cual muchas de las mismas personas que promueven esta ley han rechazado de lleno el derecho del gobierno a interferir en sus vidas.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, que firmó la ley y es el máximo responsable republicano del estado, emitió decretos que prohíben cualquier mandato relacionado con el coronavirus. Declaró su oposición a cualquier restricción para luchar contra el virus. Proclamó solemnemente que “ya ha pasado el tiempo de los decretos del gobierno” y “el tiempo de la responsabilidad personal”.
En Texas, incluso los negocios privados tienen prohibido exigir a sus clientes una prueba de vacunación, lo que supone una burda violación de los principios del libre mercado. El estado ha prohibido que los sistemas escolares públicos exijan el uso de mascarillas, una violación directa del antiguo principio republicano que aboga por el control local de las escuelas y otras jurisdicciones. De hecho, ninguna entidad gubernamental, por pequeña que sea, está autorizada a emitir mandatos de vacunación o de uso de mascarillas. El covid-19 ha terminado con la vida de más de 57.000 personas en Texas.
El gobernador y sus seguidores del Partido Republicano están a favor de la libre elección en cuanto a las mascarillas y las vacunas, y a favor de la vida en cuanto al aborto. Están a favor de la libertad y la responsabilidad personal en el caso de las mascarillas, pero en contra en el caso del aborto.
Curioso, ¿no?
La contradicción es reveladora. Hay algo más que hipocresía aquí, aunque también abunda. Es evidente que los gritos de “libertad” de los republicanos de Texas tienen poco que ver con la libertad. Y la devoción por la “vida” no tiene que ver del todo con salvar vidas.
Muchos opositores al aborto son sinceros en sus creencias. Y algunos opositores a las restricciones por el covid-19 creen realmente que el poder del gobierno debería ser más limitado. Pero en el diagrama de Venn, los que caen en ambas categorías, incluyendo a Abbott y a la mayoría de los políticos del Partido Republicano de Texas, hay algo más que está en juego: están jugando a la política con la vida de la gente.