(CNN) – Los slaloms por la nieve no pueden faltar en el invierno para algunos, pero además de marcar la temporada invernal, podrían tener beneficios para la salud mental.
Según un estudio publicado el viernes en la revista Frontiers in Psychiatry, los esquiadores tienen un riesgo casi un 60% menor de que se les diagnostiquen trastornos de ansiedad que los no esquiadores.
Los expertos en salud mental llevan años considerando la actividad física como una “estrategia prometedora” para ayudar a prevenir la ansiedad, que afecta hasta a un 10% de las personas en todo el mundo, o reducir sus síntomas.
Sin embargo, escriben los autores del estudio, las investigaciones anteriores no han sido concluyentes sobre el impacto de la cantidad o la intensidad del ejercicio o el nivel de condición física en el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, y sobre cómo estas relaciones podrían diferir entre hombres y mujeres.
Algunos investigadores también han propuesto que cualquier asociación entre niveles altos de actividad física y un menor riesgo de trastorno de ansiedad puede deberse a que los síntomas de ansiedad no diagnosticados impiden a algunos individuos vulnerables realizar actividad física.
Los autores compararon a 197.685 suecos que participaron en la Vasaloppet, la carrera de esquí de larga distancia más grande del mundo, con 90 kilómetros de longitud, entre 1989 y 2010, con 197.684 adultos que tenían perfiles de salud similares pero no eran esquiadores.
Todos los participantes estaban relativamente sanos: no tenían ninguna enfermedad grave ni trastornos psiquiátricos, pero los esquiadores de la Vasaloppet generalmente hacían más ejercicio durante su tiempo libre, fumaban menos, llevaban una dieta más sana y tenían una tasa de mortalidad más baja que los no esquiadores. La participación en la Vasaloppet requiere una rutina de ejercicio prolongado de preparación para la carrera.
Tras un periodo medio de seguimiento de 10 años, se diagnosticaron trastornos de ansiedad a 1.649 participantes en total. En comparación con los no esquiadores, los esquiadores tenían un riesgo aproximadamente un 60% menor de ser diagnosticados con trastornos de ansiedad, dijo la autora del estudio Martina Svensson, independientemente del nivel de educación, la edad y el sexo.
Diferencias entre mujeres y hombres esquiadores
El tiempo que los esquiadores habían tardado en terminar la carrera, que los autores utilizaron como medida del rendimiento físico, no influyó en el riesgo de trastornos de ansiedad de los hombres esquiadores.
Sin embargo, entre las esquiadoras, “las mujeres de alto rendimiento físico tenían casi el doble de riesgo de desarrollar ansiedad en comparación con las de menor rendimiento”, dijo Svensson, investigador asociado del Laboratorio de Neuroinflamación Experimental de la Universidad de Lund, Suecia, por correo electrónico.
A pesar de estos hallazgos entre las esquiadoras más rápidas, “el riesgo total de padecer ansiedad entre estas mujeres de alto rendimiento seguía siendo menor en comparación con las mujeres más inactivas físicamente de la población general”, dijo Svensson. “Parece que ambos sexos se benefician de ser físicamente activos, aunque el nivel óptimo puede diferir entre hombres y mujeres. Hay que seguir estudiando los factores que explican estas diferencias”.
La diferencia entre mujeres y hombres en cuanto al impacto del rendimiento físico en el riesgo de ansiedad puede tener que ver con sus diferentes respuestas fisiológicas al ejercicio, escribieron los autores. En investigaciones anteriores, las mujeres reportaron un mayor estrés y agotamiento después del ejercicio.
Otras explicaciones para el mayor riesgo de ansiedad de las esquiadoras más rápidas podrían apuntar a factores psicológicos posiblemente más comunes entre las esquiadoras de alto rendimiento, escribieron los autores, incluyendo la ansiedad sobre la propia apariencia, que se ha encontrado más comúnmente entre las mujeres que hacen ejercicio, y la autopercepción del nivel de condición física, que puede impulsar el ejercicio extremo y aumentar la ansiedad. Además, según el estudio, el mayor rendimiento físico de estas mujeres podría indicar que la ansiedad ya existía pero no estaba diagnosticada.
Por qué quienes esquían tenían menor riesgo de ansiedad
El estudio se suma a investigaciones anteriores sobre cómo un estilo de vida físicamente activo podría afectar el desarrollo de trastornos de ansiedad, escribieron los autores, incluyendo un estudio de 2017 que encontró que los bajos niveles de aptitud cardiovascular estaban vinculados con un mayor riesgo de ser diagnosticado con trastornos de ansiedad en su estudio de más de 1 millón de hombres suecos que fueron monitoreados hasta los 42 años.
Los autores del nuevo estudio plantearon “varias explicaciones potenciales que tienen sentido”, dijo James Maddux, profesor emérito del Departamento de Psicología de la Universidad George Mason en Virginia, por correo electrónico. Maddux no participó en el estudio.
“El ejercicio puede ser una distracción mental de los pensamientos preocupantes. También sabemos que estar en la naturaleza generalmente aumenta nuestra sensación de bienestar, por lo que el ejercicio que se realiza al aire libre, como el esquí en este estudio, debería ser especialmente útil”, dijo Maddux, que también es un investigador principal en el Centro para el Avance del Bienestar de la universidad.
“Participar en un período de ejercicio puede conducir a una sensación de logro y a un mayor sentido de autoeficacia (o confianza en sí mismo) que puede conducir a una menor ansiedad”.
El cortisol es nuestra principal hormona del estrés. Y en un estudio, el cortisol de muchas personas con trastorno de ansiedad respondía de forma anormal según los niveles de cortisol en muestras de sangre y saliva tomadas después de sufrir estrés, añadieron los autores, mientras que las personas con una mayor aptitud cardiovascular o que fueron asignadas al azar para realizar alguna actividad física antes de someterse al estrés segregaban menos cortisol.
Además, el ejercicio podría reducir la inflamación y el estrés oxidativo, que se han relacionado con la ansiedad. Y, por último, el ejercicio induce el factor de crecimiento neurotrófico derivado del cerebro (una molécula clave implicada en los cambios relacionados con el aprendizaje y la memoria) que es menor en las personas con trastornos de ansiedad y en las mujeres, incluso después del ejercicio.
El estudio tiene otras limitaciones que deben ser investigadas en el futuro, como el desconocimiento de los niveles de actividad física de los no esquiadores y los rasgos individuales que podrían haber influido en el compromiso con el ejercicio y la vulnerabilidad a los trastornos de ansiedad, escribieron los autores. El estudio también carecía de diversidad racial y étnica.
Pero basándose en la investigación acumulada relacionada, “cualquier persona que se enfrente a la ansiedad, el estrés o la depresión debería considerar seriamente el ejercicio regular como una estrategia para gestionar mejor sus emociones”, dijo Maddux. “No hace falta apuntarse a un gimnasio ni practicar esquí. Basta con empezar a caminar unos minutos cada día. Cualquier cosa ayuda”.