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Londres invadida por las ratas a causa de la pandemia
01:12 - Fuente: CNN

(CNN) – Tras el paso del huracán Ida, las lluvias torrenciales que azotaron las ciudades de toda la costa este a principios de septiembre desbordaron los desagües pluviales, se vertieron en las estaciones de metro y llenaron los sótanos como si fueran bañeras. El devastador número de víctimas humanas es bien conocido. Pero menos claro es lo que ocurrió con las habitantes de las profundidades subterráneas de esas ciudades: las ratas.

Es imposible saber cuántas ratas hay en una ciudad -probablemente del orden de millones- o cuántas se perdieron durante una gran tormenta.

Los expertos coinciden en que, donde Ida dejó caer lluvias récord, muchas ratas que vivían en las alcantarillas seguramente habrían muerto por la repentina inundación. En la ciudad de Nueva York, el 1 de septiembre llovió 80 milímetros en una sola hora, aproximadamente 10 mm menos que el total mensual normal.

Tal vez cientos de miles de ratas murieron aplastadas o ahogadas por el diluvio, según declaró a Gothamist Bobby Corrigan, uno de los principales expertos en ratas y anteriormente rodentólogo del Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York. Se han visto ratas muertas en las playas de la ciudad.

Después de Ida, las ratas muertas llegaron a la orilla del Canarsie Park en Brooklyn, Nueva York. Esta foto fue tomada por Neal Phillip, profesor de Ciencias Ambientales en el Bronx Community College.

El departamento de salud de la ciudad de Nueva York sabe que algunas ratas se ahogan cuando hay graves inundaciones, pero, como la ciudad no hace censos de ratas, no hay datos sobre cuántas, dijo el portavoz Michael Lanza.

Asimismo, el departamento utiliza las denuncias de avistamiento de ratas y los informes de inspección para hacer un seguimiento de la actividad de los roedores. Hasta ahora, los informes no han aumentado desde el paso de Ida. Lo mismo ocurre en Filadelfia, que también fue devastada por las lluvias, según los funcionarios del departamento de salud de esa ciudad.

Pero la subida de las aguas no es suficiente para acabar con estos intrépidos miembros de la Rodentia de una ciudad. Las ratas son excelentes nadadoras, señala Michael Parsons, biólogo medioambiental e investigador visitante de la Universidad de Fordham en Nueva York. Pueden nadar 0,8 kilómetros o más y permanecer en el agua durante tres días seguidos. (Incluso pueden nadar hasta el retrete).

Y las ratas son astutas, aptas para trasladarse a terrenos más altos si tienen la oportunidad.

“Para decirlo científicamente, las ratas no son estúpidas”, dice el entomólogo Michael Waldvogel, profesor emérito de extensión de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y experto en “cualquier cosa que la gente encuentre asquerosa y repugnante”.

“Van a llegar hasta donde estén fuera de peligro”, dijo Waldvogel. “Y si tienen que hacerlo, seguirán subiendo”.

La rata noruega, la especie más abundante en la ciudad de Nueva York, tiene su hogar en las alcantarillas, las aceras y las madrigueras subterráneas. Pero este animal puede trepar verticalmente. Y una vez que entra en un edificio, puede masticar entre las paredes y escalarlas. La rata negra, más diminuta, es arborícola, es decir, vive en los árboles, y se dirige naturalmente hacia arriba. Este habitante urbano es común en Nueva Orleans, donde se le conoce, acertadamente, como rata de tejado.

Incluso si una inundación catastrófica atrapara y matara a muchas ratas bajo tierra, muchas más encontrarían el camino a la seguridad.

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Después de la inundación

Teniendo en cuenta cómo responden estos animales a las crisis, Parsons predice que las ratas no solo sobrevivirían a Ida, sino que podrían prosperar. Durante la pandemia, según sus primeras investigaciones, las poblaciones de ratas de la ciudad de Nueva York se adaptaron a los cambios en sus recursos alimenticios normales que se produjeron por el cierre de los restaurantes durante el apogeo del distanciamiento físco. “Las ratas más débiles o con mala suerte murieron, mientras que los individuos más afortunados o resistentes encontraron formas de sobrevivir”, dijo.

Las supervivientes se reproducen, rápidamente y con frecuencia. Según Waldvogel, veinte ratas pueden convertirse fácilmente en varios cientos en seis meses.

“Es una especie de contraintuición”, dijo Michael Blum, profesor del departamento de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de Tennessee, en Knoxville. “Uno piensa que, en estas zonas afectadas por las inundaciones, estos animales deberían desaparecer. Pero, en realidad, las cosas desaparecen, pero vuelven a aparecer muy rápidamente. Pueden llegar a ser mucho más abundantes de lo que eran antes de la inundación”.

Una rata huye en el Lower Ninth Ward de Nueva Orleans, el 10 de octubre de 2006. En el año siguiente al huracán Katrina, muchos habitantes fueron expulsados mientras los animales se desplazaban hacia allí, atraídos por la basura, las casas abandonadas y la maleza alta.

Blum estudió el impacto del huracán Katrina en las ratas de Nueva Orleans. Su investigación, publicada en agosto, descubrió que, 12 años después de la histórica tormenta de 2005, las ratas prosperaban en zonas muy dañadas por las inundaciones, donde muchos edificios habían quedado vacíos.

Las poblaciones de roedores eran aún mayores en los barrios desatendidos, a menudo predominantemente negros, como el Lower Ninth Ward, donde los lotes vacíos no estaban bien conservados.

De hecho, lo que ocurre con la población de roedores de una ciudad después de una gran inundación viene determinado en gran medida por la respuesta humana una vez que las aguas se retiran.

“En el caso del huracán Katrina, la infraestructura quedó tan dañada que la basura y todo lo que estaba en la calle tardó en recolectarse”, dijo Claudia Riegel, directora de la Junta de Control de Mosquitos, Termitas y Roedores de Nueva Orleans.

Los refrigeradores vacíos y los escombros de las casas con daños permanecieron en las calles, proporcionando alimento y recursos a las ratas y obligando a la junta a montar un gran esfuerzo de control, incluyendo la colocación de rodenticida en los desagües pluviales donde se congregaban las ratas. “Intentamos evitar que la población aumentara exponencialmente”, dijo.

Se necesitan medidas de salud pública

Esto tiene importantes implicaciones para la salud pública, ya que las ratas son portadoras de docenas de patógenos, entre ellos la salmonela y la bacteria Leptospira, que causa la leptospirosis. La infección puede causar fiebre, escalofríos y vómitos a los pocos días de la exposición, y puede provocar insuficiencia renal o hepática.

“Si se ve una rata, hay que suponer que tiene algún tipo de patógeno”, dijo Reigel.

Las aguas de las inundaciones pueden contaminarse con la orina de las ratas, lo que puede aumentar el riesgo de leptospirosis. (Michael Lanza señaló que la enfermedad es poco frecuente en la ciudad de Nueva York y que no se conocen casos asociados a esta o a anteriores inundaciones).

Para mantener las poblaciones de ratas y evitar la transmisión de enfermedades, es vital que la limpieza de la tormenta se realice lo más rápido posible. Las propiedades dañadas también deben ser objeto de mantenimiento en los meses y años siguientes. Como demostró la investigación de Blum, el simple hecho de limpiar los lotes vacíos puede contribuir en gran medida a controlar las ratas.

Los mismos principios se aplican en ausencia de fenómenos meteorológicos, subrayó Reigel. Tapar los contenedores de basura, no alimentar a los pájaros y recoger las cacas del perro (las ratas se las comen) son medidas que ayudan a mantener el número de ratas bajo control. Porque si hay un lugar donde excavar y algo que comer, es probable que los roedores lo aprovechen.

En resumen”, dice Waldvogel: “Las ratas sobrevivirán”.

Amanda Schupak es periodista de ciencia y salud en Nueva York.