(CNN) – Yelaine Rodríguez está acostumbrada a que la gente haga suposiciones sobre su identidad y lo que hace.
Ella, mujer negra estadounidense con raíces dominicanas, primera generación nacida y criada en el Bronx, a sus 30 años recuerda los ambiguos cumplidos que recibía cuando era adolescente y adulta joven, comentarios como “Oh, no pareces del Bronx”, que eran frecuentes.
Incluso después de que Rodríguez comenzó a enseñar en su alma mater, Parsons School of Design, algunos padres de sus alumnos parecían sorprendidos por su experiencia: “Tus padres deben estar muy orgullosos de ti”, recuerda que le dijeron.
“Eso fue realmente frustrante para mí porque muestra que realmente no les importaba lo suficiente como para informarse sobre las personas que vivían sobre la calle 86”, dijo Rodríguez, refiriéndose a la parada del metro donde la mayoría de los blancos se bajaban del tren mientras se acercaba al Bronx.
“Nunca oculté que era del Bronx, que era afrodominicana”, continuó. “Siempre me encantó poner a la gente en su lugar diciéndoles: ‘Sí, soy de allí, ¿por qué te sorprende eso?’”
Hoy, Rodríguez usa su obra artística para desafiar otras suposiciones problemáticas relacionadas con la cultura negra latina y caribeña.
Con experiencia en diseño de moda, crea lo que ella llama arte vestible (wearable art, en inglés), colocando sus diseños atrevidos, a menudo modelados por amigos y otros artistas y creativos de color, en narrativas visuales que representan deidades e historias en religiones de la diáspora africana o de origen africano como la santería y vudú.
Reconociendo los estereotipos
En Estados Unidos y Europa, la cultura popular a menudo ha caracterizado erróneamente a religiones como el vudú como prácticas malvadas que buscan venganza, utilizando tropos que incluyen insertar alfileres en muñecos y zombis. En el clásico de 1968 de George A. Romero, “La noche de los muertos vivientes”, por ejemplo, los monstruos carnívoros pueden tener raíces en el folclore vudú, pero su espantosa representación de Hollywood está muy lejos de sus orígenes haitianos.
No obstante, Rodríguez también cree que los estigmas negativos se atribuyeron a estas religiones mucho antes. “Para mí, la razón por la que (las religiones) tienen estas cosas negativas unidas a ellas es porque provienen de la cultura negra”, dijo. “Si realmente haces la investigación para entender por qué fueron condenadas, sabrías que fue un complot del colonizador para convertir estas tradiciones o culturas de origen afro en algo que no son”.
En última instancia, Rodríguez cree que los conceptos erróneos se derivan de la falta de comprensión y educación.
Las religiones sincréticas, o religiones derivadas de múltiples influencias, son históricamente ricas y complejas en sus tradiciones. El vudú combina las creencias del pueblo yoruba de África occidental con el catolicismo romano y nació en Saint-Domingue (actual Haití) como resultado del comercio de esclavos durante los siglos XVI y XVII. La santería es una mezcla similar de catolicismo y tradiciones yoruba, pero sus orígenes se remontan a Cuba.
Ese abrazo de la imaginería cristiana fue un movimiento calculado por parte de los esclavos, según Rodríguez, para preservar su herencia.
Rodríguez se inspira en una “resistencia para prosperar” como una persona afrolatina que navega por las experiencias de los negros caribeños y estadounidenses. Las religiones sincréticas “son formas de resistencia” en sí mismas, comentó.
“A veces no podían practicarlo, era ilegal, se volvió tan estigmatizado”.
La práctica de arte multimedia de Rodríguez tiene como objetivo desafiar los conceptos erróneos sobre estas religiones y mostrar su verdadera belleza, fuerza y conexión continua con las culturas de la diáspora negra y africana en la actualidad.
Su proyecto “Oshun Orisha of Fertility: Help Us Birth Generations of Revolutionary Womxn” –actualmente parte de la exhibición “Estamos Bien: La Trienal 20/21” en El Museo del Barrio en la ciudad de Nueva York– llega a este enlace dibujando una línea metafórica entre Oshun, la diosa de la fertilidad del pueblo Yoruba, y las mujeres negras estadounidenses que lucharon por el derecho al voto de las mujeres en el siglo XX.
La obra presenta a la amiga cercana de Rodríguez y compañera artista afrodominicana Patricia Encarnación con un tocado de oro que sirve como corona y máscara parcial; un vestido amarillo vibrante; y una rica capa marrón que gotea con hilos azules. Según Rodríguez, la capa es representativa de los esclavos africanos traídos a las Américas: azul por las aguas que atravesaron, marrón por sus cicatrices.
Su uso de la diosa de la fertilidad alude al nacimiento de mujeres revolucionarias, como aquellas que lucharon por la aprobación de la 19ª enmienda.
En una declaración de la artista publicada en su sitio web y en Vogue.com, escribió: “Nos apoyamos en los hombros de nuestros antepasados que allanaron el camino y pasamos el testigo hacia adelante. Para que podamos continuar llevando el mensaje hacia adelante, por lo tanto, es posible que nunca se pierda.”
Además de honrar a sus antepasados, a Rodríguez le encanta que el sincretismo sea una tradición que une a personas negras de diferentes nacionalidades.
“Dondequiera que estén los negros, que practican una forma de religión afrosincrética, todos son muy similares entre sí, aunque pueden tener sus diferencias”, afirmó. Señaló la existencia de la santería en Puerto Rico, Cuba y República Dominicana y la comparó con la religión Candomblé en Brasil y Winti en Surinam.
“Es una forma realmente hermosa de conectarse con personas de todo el mundo y no pensar que estamos tan separados unos de otros”.
“Estamos Bien: La Trienal 20/21” estará en El Museo del Barrio de la ciudad de Nueva York hasta el 26 de septiembre.