Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor, periodista y colaborador de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.
(CNN Español) – El expresidente Donald Trump cree que el general Mark Milley es un traidor. Tiene la peor opinión del general, pese a que se empeñó en colocarlo en esa posición contra el criterio del también general James Mattis, entonces recién nombrado secretario de Defensa. Y posteriormente, cuando el funcionario ya había presentado su carta de renuncia, el presidente lo destituyó antes.
El general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, llamó al general Li Zuocheng, su contraparte china –a quien había conocido y tratado esporádicamente cinco años antes– y le aseguró que EE.UU. no atacaría. En caso de ataque, Milley le dijo que le avisaría antes. La historia está contada en el libro “Peril” (Peligro) de los autores Bob Woodward y Robert Costa.
Demos por sentado que la investigación es rigurosa. No tenemos por qué pensar de otra manera. A fin de cuentas Bob Wooward publicó, junto a Carl Bernstein, los reportajes que contribuyeron a liquidar la presidencia de Richard Nixon en lo que se conoce como Watergate. Luego serían la base del libro Todos los hombres del presidente. Ahora lo acompaña el joven Robert Costa, periodista investigativo del diario The Washington Post.
Hay un precedente importante del peor momento del Watergate, en el que Richard M. Nixon bebía constantemente, según señalan historiadores como Michael Dobbs, que usó material de las grabaciones secretas de la Casa Blanca para su libro King Richard. Además, se dice que Nixon estaba de muy mal humor mientras esperaba ser despedido de la presidencia mediante un juicio político inminente. En ese entonces, su secretario de Defensa, James R. Schlesinger, llamó al jefe del Estado Mayor Conjunto y le ordenó que no ejecutara ningún ataque sin que tuviera su firma. Temía, sencillamente, que el presidente de EE.UU. desatara una guerra nuclear, dada la coincidencia de su enorme poder y su crisis personal, según reseña The Atlantic.
The Daily Beast tituló el artículo de fondo que le dedicara al asunto: “The Most Patriotic Act of Treason in American History” (El acto de traición más patriótico en la historia de Estados Unidos).
Para juzgar al general Mark Milley, creo que hay que ponerse en sus zapatos. El presidente Donald Trump intentaba desconocer las elecciones de noviembre de 2020. Presionaba a su vicepresidente Mike Pence para que desconciera la decisión del Colegio Electoral. Sgún Gina Haspel, directora de la CIA, se temía que ocurriera un golpe de Esetado de la derecha.
El general tenía sobre sí una gran responsabilidad. ¿Qué hacía si Trump le daba la orden de atacar a China? La cadena de mando era evidente: él tenía que reunirse con los jefes del Ejército, la Infantería de Marina, la Armada y la Fuerza Aérea para darle curso a la orden. Pero había una contradicción. Él sabía, o creía saber, que el presidente actuaba por su propia causa.
La Casa Blanca y otros funcionarios de la administración Trump han apoyado las acciones de Milley. Jen Psaki, secretaria de Prensa de Biden, afirmó que el general era un “hombre de honor” y el propio Joe Biden dijo que tenía “gran confianza en el general Milley”. John Bolton, quien fuera secretario de Seguridad Nacional de Trump, también habló en defensa de Milley. El representante del general publicó un comunicado en el que dijo que Milley había actuado de forma apropiada.
Probablemente había leído el libro de Mary L. Trump, psicóloga, sobrina de Trump, sobre su egregio tío: “Too Much and Never Enough. How My Family Created the World’s Most Dangerous Man” (Siempre demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo). Ahí estaban las claves de lo que Mary L Trump ha diagnosticado como un narcisismo patológico del mandatario estadounidense. Si se trataba, como decía su sobrina, “del hombre más peligroso del mundo”, era capaz de atacar China con tal de salirse con la suya.
Quizás el problema está en la Constitución de EE.UU., creada a fines del siglo XVIII, cuando se podía depositar todos los asuntos internacionales en las manos de un simple mortal: el presidente del país. De ahí el patético maletín que siempre acompaña al mandatario con las claves para desatar un ataque nuclear.
Es preferible que haya un pequeño grupo que posea “la llave de los rayos” (nunca mejor dicho). Se evitaría el temor a la ira incontrolable, al alzhéimer, a un tumor cerebral o a cualquiera de las enfermedades neurológicas habituales. Habría que cambiar the rules of engagement, las reglas del juego, pero eso sería fácil. Cuando se sabe que quizás estuvimos a segundos de la guerra total a uno le entra una tristeza infinita. Acaso eso fue lo que sintió el general.