CNNE 1058331 - dormir
El tiempo que duerme un adulto podría impactar su salud mental
00:49 - Fuente: CNN

(CNN) – El tiempo que duermen los adultos mayores podría afectar su salud cerebral, según un estudio publicado este lunes en la revista JAMA Neurology.

Según los autores del estudio, las interrupciones del sueño son comunes en la tercera edad y están asociadas a cambios en la función cognitiva, es decir, en la capacidad mental para aprender, pensar, razonar, resolver problemas, tomar decisiones, recordar y prestar atención.

Los cambios en el sueño relacionados con la edad también se han vinculado con los primeros signos de la enfermedad de Alzhéimer, la depresión y las enfermedades cardiovasculares, por lo que los autores investigaron las posibles asociaciones entre la duración del sueño evaluada por cada persona, los factores demográficos y de estilo de vida, la función cognitiva subjetiva y objetiva, y los niveles de beta amiloide de los participantes.

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Dormir poco afecta el cerebro

Dormir poco o demasiado tiempo podría tener efectos diversos en la salud cerebral de los adultos mayores, sugirió el estudio.

Los participantes en el estudio que declararon una duración de sueño corta, definida en el estudio como seis horas o menos, tenían niveles elevados de beta amiloide. Esto “aumenta enormemente” el riesgo de demencia, dijo el autor principal del estudio, Joe Winer, investigador postdoctoral de la Universidad de Stanford en California, por correo electrónico.

Esto es en comparación con los participantes que informaron de la duración normal del sueño, que los autores del estudio definieron como siete a ocho horas de sueño por noche.

Los adultos mayores con sueño inadecuado también obtuvieron resultados entre moderados y significativamente peores en las pruebas que se utilizan habitualmente en los adultos mayores para evaluar las capacidades cognitivas, como la orientación, la atención, la memoria, el lenguaje y las habilidades visuales-espaciales, y para identificar la demencia leve.

Dormir demasiado también se asoció a una menor función ejecutiva, pero esas personas no tenían niveles elevados de beta amiloide. Los participantes que declararon haber dormido mucho (nueve o más horas) obtuvieron una puntuación ligeramente peor en la prueba de sustitución de símbolos numéricos que los que declararon haber dormido normalmente.

Durante más de un siglo, esta prueba ha evaluado las habilidades de aprendizaje asociativo observando la capacidad de los examinados para emparejar correctamente los símbolos con los números según una clave en la página en un plazo de 90 a 120 segundos.

“La principal conclusión es que es importante mantener un sueño saludable al final de la vida”, dijo Winer por correo electrónico. “Además, tanto las personas que duermen poco como las que duermen demasiado tenían un mayor (índice de masa corporal y) más síntomas depresivos”. Los hallazgos sugieren que el sueño corto y largo podría implicar diferentes procesos de enfermedad subyacentes, añadió Winer.

Qué es el beta amiloide

El beta amiloide o amiloide-β es “una proteína creada durante la actividad normal de las células cerebrales, aunque todavía no estamos seguros de cuál es su función”, dijo Winer.

“El amiloide-β es uno de los primeros marcadores detectables en la progresión de la enfermedad de Alzhéimer, dijo Winer. “En la enfermedad de Alzhéimer, las proteínas amiloides-β comienzan a acumularse por todo el cerebro, pegándose en placas. Las placas amiloides son más propensas a aparecer a medida que envejecemos, y muchas personas con amiloide acumulado en el cerebro siguen estando sanas. Alrededor del 30% de las personas sanas de 70 años tendrán cantidades sustanciales (de) placas amiloides en su cerebro”.

Cuando alguien padece la enfermedad de Alzhéimer, las células cerebrales de la persona que recuperan, procesan y almacenan información se degeneran y mueren, según la Asociación de Alzhéimer. La “hipótesis del amiloide”, una de las principales teorías sobre el culpable de esta destrucción, sugiere que la acumulación de la proteína podría interrumpir la comunicación entre las células cerebrales y acabar matándolas.

Investigaciones anteriores han sugerido “que el sueño puede ayudar a limitar la producción de amiloide en el cerebro y apoyar el sistema de drenaje que lo elimina”, dijo Laura Phipps, jefa de comunicaciones de Alzheimer’s Research UK, que no participó en el estudio, por correo electrónico.

El amiloide-β puede empezar a acumularse muchos años antes de que aparezcan los síntomas evidentes del alzhéimer, añadió Phipps. “Esto hace que sea difícil separar la causa y el efecto cuando se estudian los problemas de sueño y el riesgo de alzhéimer, especialmente si solo se observan los datos de un punto en el tiempo”.

Sueño, depresión y demografía

El estudio actual analizó a 4.417 participantes con una edad media de 71,3 años, en su mayoría blancos y procedentes de Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón.

Tanto el grupo que duerme poco como el que duerme mucho informaron de más síntomas depresivos que el grupo de sueño normal. La ingesta de cafeína reportada por los participantes no se asoció con la duración del sueño. Sin embargo, cuantas más bebidas alcohólicas tomaban los participantes al día, más probabilidades tenían de dormir más tiempo.

También hubo diferencias entre géneros, razas y etnias: ser mujer y tener más años de educación estaban significativamente relacionados con dormir más tiempo cada noche. Y en comparación con los participantes blancos, que declararon una duración media del sueño de siete horas y nueve minutos, Winer dijo que los participantes negros o afroamericanos declararon una duración media del sueño de 37,9 minutos menos. Los participantes asiáticos declararon 27,3 minutos menos que los participantes blancos, y los participantes latinos o hispanos blancos declararon 15 minutos menos.

Estos hallazgos sugieren que las disparidades del sueño podrían estar asociadas con disparidades en otros aspectos de la vida, como la salud cardiovascular y metabólica, los factores socioeconómicos y la “discriminación racial y el racismo percibido” correlacionados con menos sueño en estudios anteriores, escribieron los autores.

Cuestiones pendientes

“Para entender mejor el orden y la dirección de la causalidad en estas relaciones, las investigaciones futuras tendrán que construir una imagen de cómo los patrones de sueño, los procesos biológicos y las habilidades cognitivas cambian durante períodos de tiempo más largos”, dijo Phipps.

“Esta nueva investigación procede de un amplio estudio internacional sobre personas cognitivamente sanas, pero se basó en que los participantes informaran de la duración de su sueño en lugar de medirlo directamente”, añadió. “Los investigadores no pudieron evaluar la calidad del sueño ni el tiempo que se pasa en las diferentes etapas de un ciclo de sueño, cada una de las cuales puede ser un factor importante en el vínculo entre el sueño y la salud cognitiva”.

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También sigue siendo controvertido si algunos dominios cognitivos se ven más afectados por la duración extrema del sueño que otros dominios, escribieron los autores.

Los adultos mayores preocupados por estos hallazgos deberían considerar el sueño tan importante como la dieta y el ejercicio para su salud, dijo Winer.

“Aunque los investigadores siguen trabajando para comprender la relación compleja entre el sueño y nuestra salud cognitiva a largo plazo, un sueño de alta calidad puede ser importante para muchos aspectos de nuestra salud y bienestar”, dijo Phipps. “Las mejores pruebas sugieren que entre siete y nueve horas de sueño es lo óptimo para la mayoría de los adultos y cualquiera que piense que sus patrones de sueño pueden estar afectando a su salud a largo plazo debería hablar con su médico”.