Kabul, Afganistán (CNN) – Todos los días durante el último mes, Hada, la hija de 7 años de Emal Ahmadi, le ha preguntado lo mismo: “¿Dónde está mi hermana?”

Echa de menos jugar con su hermana menor Malika, dice. Llora mucho y se pregunta cuándo volverá a casa.

La respuesta trágica es que no regresará.

Malika murió en un ataque con aeronaves no tripuladas estadounidenses en el patio de la casa de su familia, en la capital de Afganistán, el 29 de agosto, junto con otros nueve familiares, seis de ellos niños.

Las Fuerzas Armadas estadounidenses han admitido desde entonces que cometieron un “error trágico”, reconociendo que las 10 personas que murieron eran civiles y que ninguna estaba asociada con el grupo terrorista ISIS-K, como afirmaron inicialmente.

En una audiencia el miércoles sobre la retirada de Afganistán, el general Frank McKenzie, comandante del Comando Central de EE.UU. (CENTCOM), dijo que los militares supieron que los civiles habían sido alcanzados dentro de las cuatro o cinco horas posteriores al ataque, y supieron que le habían dado al objetivo equivocado después de unos días.

El testimonio parece contradecir la información proporcionada a CNN casi dos semanas después del ataque de un funcionario militar estadounidense que dijo que Estados Unidos tenía “certeza razonable” de que al menos un facilitador de ISIS-K había muerto en el bombardeo.

Emal Ahmadi, que perdió a 10 familiares en un ataque con drones, les guarda luto en una tumba en Kabul.

McKenzie había ofrecido previamente sus “más profundas condolencias” y dijo que Estados Unidos estaba explorando la posibilidad de pagos a título graciable.

Pero un mes después del ataque, la familia Ahmadi dice que aún no han recibido ninguna noticia del Pentágono, y mucho menos una compensación.

La familia tiene dificultades para pagar la comida, la ropa y el alquiler. Temen represalias por sus conexiones con Estados Unidos. Y están desesperados por salir del país a un lugar seguro.

“[Estados Unidos] acaba de mostrarle al mundo que nos pidieron disculpas y cumplieron con su responsabilidad”, dijo la hermana de Zamarai Ahmadi, Rohina. “Pero ellos no saben por lo que está pasando mi familia, lo que éramos y lo que somos ahora”.

Una casa familiar en ruinas

Un mes después del ataque, alveólos marcan las paredes de la casa de la familia Ahmadi, lo que indica la fuerza del misil Hellfire. Los restos de metal retorcido del Toyota Corolla de Zamarai Ahmadi todavía se encuentran en el patio donde fueron golpeados.

Pero la casa está vacía: la familia se ha mudado a un lugar más seguro, en las colinas de Kabul.

El ataque los ha vuelto vulnerables en más de un sentido. Las conexiones de la familia con Estados Unidos a través del trabajo de Zamarai Ahmadi ahora son ampliamente conocidas, y su muerte ha dejado a su esposa e hija sin esposo y padre en un país donde las mujeres no pueden salir de casa sin compañeros masculinos.

Emal Ahmadi todavía se está recuperando de la pérdida de sus familiares.

Zamarai Ahmadi era la cabeza de una familia, vivían todos juntos en el mismo complejo, dice su hermano menor, Emal Ahmadi. Él era el sostén de la familia, tomaba decisiones clave y había sido como un padre para él desde que su padre murió cuando Emal tenía solo 8 años.

“Ahora mismo, una vez más, creo que perdí a mi padre otra vez”, dijo Emal Ahmadi. “No sabemos qué planear y qué hacer, cómo debemos avanzar, sin futuro para seguir viviendo”.

La familia dice que todavía no han escuchado nada de EE.UU. más allá de las declaraciones públicas.

“Han admitido su error, pero no pueden devolvernos a nuestra familia”, dijo Rohina Ahmadi. “Una casa llena de vida se convirtió en un cementerio”.

Incluso antes del ataque, la familia estaba solicitando visas para llegar a Estados Unidos y salir a salvo. Ahora, eso es aún más urgente.

La organización sin ánimo de lucro Internacional de Nutrición y Educación (NEI) con sede en California, donde trabajaba Zamarai Ahmadi, ha apoyado a la familia lo mejor que ha podido, incluso ayudándoles a alquilar otra casa, según el jefe de Zamarai Ahmadi, quien pidió ser identificado solo por su segundo nombre, Walid, por los temores sobre su seguridad.

“Va a ser muy difícil para su esposa e hija sobrevivir en Afganistán”, dijo Sonia Kwon, asesora principal de NEI. “Es una situación muy aterradora para ellas. ” Quieren un nuevo comienzo. Creo que se merecen uno”, dijo.” Solo espero que el Gobierno de Estados Unidos tenga la compasión de otorgar lo que quieren”.

El secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo en la audiencia del miércoles que Estados Unidos continuaría trabajando a través de los canales del Departamento de Estado para ocuparse del caso de la familia.

“Si desean irse, ciertamente haremos todo lo posible para facilitar su salida”, dijo.

El CENTCOM, el comando geográfico que supervisa las operaciones militares en la región, se negó a comentar cuando se le preguntó si se había puesto en contacto con la familia de Zamarai Ahmadi, si estaba trabajando para reasentar a la familia y protegerlos mientras todavía estaban en Afganistán.

¿Un refugio de ISIS-K?

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03:30 - Fuente: CNN

No muy lejos, en un suburbio del norte de Kabul, hay pinturas de niños y una pizarra con la tarea colgada en las paredes de una casa modesta.

Es la casa en la que creció el director de NEI en el país, Walid, la casa que ahora comparte con sus tres hermanas, padres, esposa y sus tres hijas, dos de las cuales jugaban felices a su alrededor, cuando lo visitó CNN.

Son una familia de médicos y maestros, dice, personas que han ayudado a su comunidad.

Pero a fines de agosto, las Fuerzas Armadas de EE.UU. evaluaron que la casa familiar en la que han vivido durante 40 años era un refugio de ISIS-K.

Arte cuelga de la pared en la casa de Walid en Kabul.

Según una sesión informativa a principios de este mes de un funcionario estadounidense con conocimiento del asunto, la charla luego de un ataque terrorista mortal en el aeropuerto, el 26 de agosto, los llevó a un supuesto refugio, que monitorearon durante 36 horas.

“No había mucha actividad” en la casa hasta que un Toyota Corolla salió de la casa, en la mañana del 29 de agosto, el automóvil que finalmente resultaría ser el de Zamarai Ahmadi.

Estados Unidos rastreó el automóvil de Zamarai Ahmadi durante ocho horas antes de lanzar el ataque mortal poco después de que el automóvil se detuviera en el complejo de su familia.

El director nacional de NEI, Walid, en casa con su esposa y sus dos hijas.

En una conferencia de prensa, el 17 de septiembre, McKenzie dijo que el complejo donde el automóvil de Zamarai Ahmadi comenzó a ser rastreado todavía se consideraba “muy definitivamente asociado con ISIS-K”.

Afirmó que poco menos de 24 horas después, se lanzaron cohetes desde ese punto hacia el aeropuerto de la capital. Esta semana, CENTCOM se negó a comentar si aún mantenía que la ubicación era una casa segura de ISIS-K.

Pero Walid dice que la afirmación de una conexión ISIS-K es “absolutamente falsa”.

“Nunca lo hemos sido, no lo somos y no seremos ese tipo de personas”, dijo. “Espero que el Gobierno de Estados Unidos elimine esta etiqueta de nuestra casa. Es un daño a nuestra dignidad […] y definitivamente nos pone en un gran riesgo”.

Y Walid dice que el día del ataque salió temprano de su casa para conducir a la oficina, antes de pedirle a Zamarai Ahmadi que recogiera una computadora portátil que había dejado accidentalmente en casa. Los agentes estadounidenses vieron a Zamarai Ahmadi entrar en la casa y desde ese punto siguieron sus movimientos.

Walid quiere limpiar el nombre de su familia después de que las Fuerzas Armadas de EE.UU. afirmaran que su casa era un refugio de ISIS-K.

La ruta del automóvil y las paradas frecuentes ese día parecieron confirmar las sospechas de Estados Unidos de que estaba preparando un ataque al aeropuerto de Kabul.

Vieron a Ahmadi y otros hombres cargando contenedores pesados en autos, que Estados Unidos pensó que contenían explosivos.

Más tarde, se demostró que contenían agua que Ahmadi se llevaba a casa, al complejo de su familia.

El día después del ataque con misiles, ISIS-K intentó disparar cohetes en el aeropuerto de Kabul.

Walid dice que los cohetes vinieron de un automóvil estacionado a la vuelta de la esquina de su casa, no de su casa, como sugirió Estados Unidos.

Walid tiene una tarjeta de residencia de EE.UU. y desea desesperadamente que lo reubiquen allí. Como señala Kwon, como parte del proceso de la green card, EE.UU. tiene la dirección de Walid.

“¿Por qué le darían una green card a alguien que creen que es de ISIS?”, cuestionó Kwon. “Se vuelve cada vez más absurdo… es más que un error”.

A Walid le preocupa que le pueda pasar lo mismo que le sucedió a su amigo Zamarai Ahmadi.

“Realmente es una pesadilla para mí. Algunas noches salto de mi cama porque a esto se le llama casa refugio de ISIS-K… también podría ser un objetivo”.

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¿Qué pasa después?

Se están llevando a cabo dos investigaciones sobre lo ocurrido el 29 de agosto, una dirigida por la Secretaría de la Fuerza Aérea y otra por el inspector general del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Esas investigaciones considerarán qué salió mal, si alguien debe rendir cuentas y si es necesario cambiar en el futuro los procedimientos relacionados con el objetivo de los ataques.

Pero los expertos advierten que este tipo de ataques trágicos han ocurrido antes.

Larry Lewis, un experto en la reducción de víctimas civiles en la organización de investigación y análisis sin fines de lucro CNA, dijo que la cuestión de los objetivos mal identificados era un “problema generalizado”.

“Cuando miramos las características de este incidente, es un error trágico”, dijo. “Pero las características de este incidente son como docenas de otros casos que he visto”.

Dos pares de sandalias sobre un auto destruido por un ataque aéreo de Estados Unidos en Kabul, el 29 de agosto, en el que murieron 10 civiles.

Un ingeniero internacional de explosivos, que pidió no ser identificado por razones profesionales y que revisó el video de CNN de la escena, dijo: “Según la evidencia presentada, parece que alguien en la cadena de mando ha mentido”.

El CENTCOM declinó comentar sobre la acusación de que mintió al público. Tampoco respondió a las acusaciones de que las muertes de civiles eran un problema generalizado y de que había poca transparencia.

Después de semanas de intentar comunicarse con el Departamento de Defensa, Kwon, de NEI, dijo que la oficina del secretario Austin finalmente respondió en una carta el miércoles. La carta, vista por CNN, decía que las acciones de Zamarai Admadi ese día fueron “completamente inofensivas”.

Pero Kwon dice que está sorprendida de que Estados Unidos diga que no ha podido ponerse en contacto con personas en el terreno, dado que NEI ha estado apoyando a la familia y trabajando para que su personal esté a salvo.

“Si fueron realmente sinceros, si realmente lo dices en serio, lamentas haber matado a toda su familia… entonces, ¿por qué no hablaste?”, cuestionó.

“¿Qué es una disculpa sin la acción apropiada?”, cuestionó. “Son solo palabras”.

Abdul Basir Bina colaboró con el reportaje desde Estambul.