(CNN) – Dos simbiontes que mastican cabezas no son mejores que uno en “Venom: Let There Be Carnage”, una secuela abrumadoramente aburrida, llena de comedia sin inspiración y una pelea de monstruos en CGI que parece durar para siempre. Aunque cae bajo el paraguas de Sony, es el proyecto más débil bajo la bandera de Marvel desde que comenzó su marcha cinematográfica en 2008.
Tom Hardy produjo y comparte el crédito de la historia además de protagonizar esta continuación de la película de 2018, con Andy Serkis deslizándose en el asiento del director, habiendo dirigido previamente la película cargada de efectos “Mowgli: Legend of the Jungle”.
La destreza de Serkis en el ámbito de las interpretaciones de captura de movimiento no se traduce en este esfuerzo, ya que la película esencialmente aporrea a la audiencia durante unos 90 minutos.
Al expandir la idea original, el corazón de la película se convierte en un extraño cruce entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde y una comedia de amigos, con el periodista Eddie Brock, interpretado por Hardy, compartiendo incómodamente su cuerpo con el simbionte alienígena siempre hambriento Venom, después de haber elaborado un sistema para controlar a su huésped malhumorado –que sigue con exigencias como “¡Déjame comerlo!”– simplemente diciendo: “Vives en mi cuerpo, vives según mis reglas”.
Su simbiosis extraña y tensa ocupa una parte considerable de la película (en un momento se sugiere el asesoramiento para parejas), pero no es la parte principal de la historia. Esta pertenece al asesino en serie encarcelado Cletus Kasady (Woody Harrelson, quien establece un nuevo estándar para la sobreactuación), quien durante un encuentro con Brock logra morderlo, inhalando la suficiente (no exactamente) sangre para crear su propio monstruo, el rojizo Carnage.
Mientras Brock lucha por contener a su demonio interior, y continúa suspirando por su ex (Michelle Williams), Kasady libera alegremente el suyo mientras él/Carnage se embarca en una matanza y venganza buscando reunirse con su amor perdido hace mucho tiempo (Naomie Harris ), quien posee su propio superpoder que es incompatible con todo el asunto de los simbiontes.
Aunque Venom proviene de la propiedad de Spider-Man por parte de Sony, los cimientos de terror del personaje empujan hacia un territorio más oscuro, y si el primero apenas aterrizó en el lado razonable de una clasificación PG-13, esa etiqueta parece aún más cuestionable esta vez. Baste decir que cualquier padre que piense que el divertido monstruo de dientes grandes es adecuado para los niños más pequeños debe estar preparado para que sus hijos duerman en su habitación.
Por supuesto, hay espacio para cómics más atrevidos (ver “Deadpool”), pero “Venom” confunde el caos con la emoción. Por otra parte, al menos eso podría explicar por qué los personajes del título están tan hambrientos de cerebros, siendo que eso ocurre en una película bendecida con tan pocos de ellos.
“Venom: Let There Be Carnage” se estrena en los cines de EE.UU. el 1 de octubre. Está clasificada como PG-13.