(CNN Español) – A pesar de que era una tarde lluviosa en Atlanta, uno a uno empezaron a llegar los comensales a la casa de Maricela Vega para disfrutar de una de sus famosas “Cenas en el Jardín de Chico”.
“Tres mujeres mexicanas cocinando en base a nuestra colección de memorias” destacaba la invitación a este evento promovido en las redes sociales de Chicomecoatl o Chico, como se le conoce a la marca de Vega.
El menú incluía desde tostadas de frijoles con cempasúchil, caldo de mole rojo, calabaza con epazote, hasta tamales de chocolate.
“Logra traer toda la esencia de la cocina de México pero no de la forma en la que la conocemos acá”, expresa Nicolás Rojas, una de las personas que asistió a la cena.
Y ese es precisamente uno de los objetivos de Vega.
Durante muchos años la comida mexicana en la cultura popular de Estados Unidos ha sido asociada con el tex-mex, la fusión de recetas de México con la del estado de Texas, que una vez formó parte del territorio mexicano.
Pero para Vega, esa mezcla de sabores no es la mejor representación de la cultura y tradición de la cocina mexicana.
“La cultura es tan grande. No nos pueden reconocer solo por el tex-mex”, dice Vega.
Y así nació Chico. Luego de años trabajando en diferentes restaurantes de la ciudad, Vega decidió dedicarse completamente a su propio proyecto. “Ya tengo casi 5 años con mi negocio. Nuestro trabajo es para enseñarle a la gente, demostrarles maneras de comer la comida mexicana”, explica Vega.
A través de su marca, Vega vende productos con base en masa como tortillas y tamales en mercados locales, pero también organiza cenas en su casa. La mayoría de las cenas son preparadas en conjunto con otros chefs locales, pero la base del menú es siempre la cocina tradicional mexicana, preparada con ingredientes de granjas urbanas de la ciudad o de la propia huerta que Vega tiene en su jardín.
Ingredientes de la agricultura sostenible
Vega ha dedicado gran parte del espacio del jardín de su casa al cultivo de sus propios ingredientes. Días antes de ser la anfitriona de una de sus cenas, vestida con ropa cómoda, comenzó a limpiar las malas hierbas que crecieron tras el paso de varias tormentas por la zona.
“Específicamente, algo de lo que tengo mucho orgullo es el epazote”, cuenta Vega mientras camina por el jardín. El epazote es una planta indígena de México que la cultura azteca utilizaba como condimento y que además tiene propiedades medicinales. “Cuando tengo hierbas propias puedo hacer mis frijoles con epazote, tortillas con epazote, quesadillas”, dice Vega.
Mientras Vega camina en su huerta, se detiene a ver una flor amarilla. “Otro ingrediente que me gusta secar, si no lo puedo utilizar inmediatamente, son las cempasúchil o “marigolds” en inglés”, explica. “Las hojas las voy a freír y las voy a poner en una tostada de frijoles que voy a tener este fin de semana en el menú”.
Las personas que asisten a las “Cenas en el Jardín de Chico” tienen la oportunidad de caminar entre la huerta de Vega. “Alguna gente no tiene oportunidades de ir a fincas entonces fue parte de mi visión, enseñarles que así es como se puede crecer. Esto yo lo hice todo”, dice Vega.
A unos pocos kilómetros de la casa de Vega está la huerta urbana conocida como Mena’s Farm. Al lado de una transitada autopista, Filomena DeAndrade, una pequeña agricultura, se encarga de cultivar varias hectáreas de vegetales que luego vende a restaurantes locales o a chefs independientes como Vega.
“Para nosotros es importante que estemos utilizando las cosechas de todo tipo de gente, pero también la manera en cómo ella siembra su tierra y como la utiliza” dice Vega explicando la importancia de la agricultura sostenible y del apoyo a pequeños agricultores como Mena. “Puedes probar la diferencia en el vegetal, en la fruta, en lo que sea y eso es parte de la decisión de cómo decidimos con quién trabajar”.
Bajo un intenso sol, Vega y DeAndrade hablan sobre los ingredientes de la temporada. Después de un rato caminando entre las plantaciones, Vega recolecta un manojo de vegetales. “Hoy conseguí unos ejotes morados. Estos los vamos a torear y también los vamos a poner en vinagre para que agarren diferentes sabores y va a ser parte de un mole rojo que vamos a cocinar”, mientras Mena la mira sonriendo.
“Para mí no solo es una persona que siembra, es una maestra”, dice Vega.
Preservando las tradiciones familiares
Trabajar la tierra no es una actividad extraña para Vega. “En una manera, cuando estoy sembrando pienso en cómo mis abuelos lo hacían en sus tierras” dice Vega. Su familia es originaria del estado de Guanajuato. “Nosotros sembramos mucho maíz, éramos campesinos”, cuenta Vega.
Sus padres emigraron a Estados Unidos hace más de 30 años. Vega nació en el estado de California y creció en el estado de Georgia, donde sus padres actualmente trabajan en fábricas.
Vega dice que la influencia de su mamá y sus tías la motivaron a hacer de la cocina una profesión. “Tengo una suerte muy grande. Mi mamá siempre nos cocinaba comida, todavía nos cocina cuando vamos a la casa” cuenta Vega. “O cuando íbamos a visitar a mis tías en Guanajuato”.
Y con el paso del tiempo, esos viajes no se detuvieron. Vega dice que procura visitar a sus familiares en México con cierta frecuencia. Además de la conexión familiar, Vega dice que visitar la tierra de sus ancestros le permite aprender más sobre las tradiciones y las raíces de sus platillos. “Estoy agarrando esas tradiciones para conservarlos y ojalá en el futuro, para la próxima generación, poder compartir estas recetas”.
Aunque Vega cuenta que para ella ha sido difícil encontrar antiguas recetas en su región en Guanajuato, en Estados Unidos la biblioteca de la Universidad de Texas se ha encargado de preservar documentos históricos que han preservado recetas de las culturas mexicana y estadounidense. La creciente colección de recetas se encuentra en San Antonio. Stephanie Knoll, encargada de la colección, dice que tienen más de dos mil recetarios mexicanos, asegura que es la más grande de este tipo en Estados Unidos.
“Tenemos libros que datan de 1789” dice Knoll “y se puede ver la cocina azteca documentada por los conquistadores del siglo XVI y su conexión con el mole con los tamales”.
La colección está disponible de manera digital para que la mayor cantidad posible de personas tenga acceso a las recetas y a la historia.
Pero Vega dice que las tradiciones de su familia y de los pequeños pueblos en Guanajuato no están siendo documentadas. “Por eso este jardín tiene muchas visiones y muchas cosas que decir”, expresa Vega.
“Son los platos de respeto a la gente que siembra y también para darle respeto a mi familia”.