Nota del editor: Frida Ghitis, exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora de opinión semanal de CNN, columnista colaboradora de The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente las de la autora.
(CNN) – Como muchos de los excolegas de CNN de Maria Ressa, he seguido su carrera con admiración y con más que un poco de preocupación por su seguridad. La indomable periodista acaba de ser galardonada con el Premio Nobel de la Paz junto con el periodista ruso Dmitry Muratov.
Cuando se le preguntó al presidente filipino, Rodrigo Duterte, poco antes de tomar juramento, qué haría con la alta tasa de asesinatos de periodistas, declaró: “Solo porque eres periodista no estás exenta de asesinato, si eres una h** de p***”. Me estremecí por una de las periodistas más valientes que he conocido. Pero ella siguió.
Ressa, una filipina estadounidense que pasó casi dos décadas en CNN, fundó la organización de noticias en línea Rappler en Filipinas en 2012. Desde entonces, el gobierno de Duterte ha hecho casi todo lo que está en su poder para silenciarla y sacar a Rappler del negocio.
Pero lo más importante que todos deberían saber sobre su trabajo es que se trata de mucho más que Filipinas.
A medida que ha señalado la brutalidad del gobierno de Duterte y se ha enfrentado a una implacable campaña legal, que ha incluido su arresto reiterado (el gobierno había presentado 10 órdenes de arresto en su contra, ella dijo que hay siete casos legales aún pendientes), Ressa se ha convertido en una luchadora por el derecho a hacer su trabajo de los periodistas que reportan hechos, lo que significa que ella está luchando por el derecho de todos a saber la verdad.
Ahora es un ícono en la campaña para defender la democracia contra los autócratas que manipulan la opinión pública, hacen un mal uso del sistema legal contra los enemigos percibidos, desatan hordas de seguidores de las redes sociales contra sus críticos, que distorsionan la verdad e inundan la sociedad con noticias falsas, acusando a los que dicen la verdad de la mentira.
Son grandes mentiras y pequeñas mentiras, del tipo familiar para muchos estadounidenses ahora, diseñadas para crear un pantano de confusión para servir al propósito del demagogo.
En otras palabras, Ressa está peleando la pelea de todos.
He estado siguiendo su carrera y escribiendo sobre su difícil situación durante años, a través de sus arrestos, las amenazas en su contra y su creciente perfil en el escenario mundial. Nunca la vi buscar el centro de atención, pero ha alcanzado merecidamente la fama. Eso no es solo porque es buena en su trabajo, sino porque su lucha resuena dentro del gran conflicto de nuestro tiempo, la deriva del mundo hacia la autocracia y los esfuerzos de millones de personas en todo el planeta para salvar la democracia.
Una prensa libre es una parte importante de esa lucha ahora más que nunca.
Según Reporteros sin Fronteras, el periodismo está “totalmente bloqueado o seriamente obstaculizado en el 73 por ciento” de los 180 países que ocupa. Esta es una batalla global, y Ressa, Muratov y muchos otros héroes periodísticos están literalmente arriesgando sus vidas para ganarla.
Para aquellos de nosotros que vimos los primeros años obstinados de Ressa como reportera internacional de CNN, esto no es sorprendente. Fue jefa de la oficina de CNN en Manila, más tarde jefa de la oficina de Yakarta. Ella cubrió Asia con una intensidad, integridad y coraje que presagiaron su estatura hoy. No es una exageración decir que no había ningún dictador, ningún terrorista, ningún golpista que ella temiera trastornar. Ella entendió la historia, incluso si enfurecía a hombres poderosos y peligrosos.
Quizás su diminuto tamaño (mide 1,57 cm) hizo que la subestimaran, un fenómeno que he experimentado. Quizás por eso Duterte pensó que podría ignorarla fácilmente.
Cuando llegó al poder por primera vez, pensó que Rappler podría ser útil. Pionero en la manipulación de las redes sociales, Duterte habló con Rappler para llegar a las multitudes de Facebook. Pero luego Rappler comenzó a informar sobre la cruel “guerra contra las drogas” de Duterte, una campaña que los grupos de derechos humanos confirman que ha matado a miles de personas sin ninguna apariencia de debido proceso. (Para ver cómo Duterte utilizó como arma a las multitudes de las redes sociales para acosarla, haz clic en esta investigación).
Los esfuerzos de Muratov, editor en jefe de Novaya Gazeta, no son menos heroicos. Muratov fundó el periódico con un grupo de periodistas en 1993, y han logrado continuar con su vital trabajo de investigación incluso cuando el régimen de Vladimir Putin aplasta a otros que dicen la verdad. Muratov dijo a la agencia de noticias TASS que el premio pertenece a “aquellos que murieron defendiendo el derecho del pueblo a la libertad de expresión”.
Algunos pueden cuestionar si la batalla por la libertad de expresión y por una prensa libre pertenece a la misma categoría que la búsqueda de la paz, el objetivo formal del Premio Nobel de la Paz. La respuesta es un sí inequívoco.
La desinformación mata. La desinformación ha iniciado guerras. Sin periodismo, sin una distinción clara entre hechos y mentiras, no podemos hacer que la gente rinda cuentas, no podemos obtener el conocimiento para protegernos contra aquellos que sacrificarían sus países y su gente para ganar, aumentar o mantener el poder. Cuando la verdad es inaccesible, la libertad comienza a desvanecerse y la paz se vuelve esquiva.
Estoy contenta y agradecida de que mi amiga Maria Ressa haya llegado tan lejos.
¡Bravo, María y Dmitry! Bravo y gracias.