McAllen, Texas (CNN)– A las afueras de la única clínica de abortos de la ciudad fronteriza de McAllen, Texas, se ha producido un debate durante años. Algunas personas rezan y ruegan a las pacientes que no entren, mientras algunos voluntarios acompañan a las mujeres hasta la entrada. Pero ninguno de ellos estaba allí cuando Rosie Jiménez murió apenas cruzando la calle hace más de 40 años.
Mientras miles de personas marchaban hacia la Corte Suprema en apoyo de los derechos reproductivos a principios de este mes, la foto de Rosie aparecía en pancartas y su nombre era repetido por multitudes en vigilias y manifestaciones en todo Texas, Arizona, California y Oregón. En McAllen, el ambiente era desafiante. Los activistas llevaron a cabo un mitin a unas ocho cuadras de la clínica que se encuentra frente al ayuntamiento.
El edificio situado en el borde del ajetreado distrito comercial del centro de la ciudad, donde Jiménez murió y probablemente recibió atención médica hace más de cuatro décadas, fue demolido a principios de la década de 1990 para la construcción del ayuntamiento.
Rosie tenía 27 años cuando contrajo una infección mortal en 1977, después de buscar a una partera, que no estaba autorizada a practicar abortos, para interrumpir su embarazo. No podía pagar un médico en el sur de Texas y la Enmienda Hyde impedía que Medicaid cubriera el costo del procedimiento. Durante décadas, ha sido un símbolo para los defensores del derecho al aborto, que los ha inspirado a redactar leyes y a centrar su trabajo en ayudar a las comunidades desfavorecidas, incluso cuando sigue en vigor una de las prohibiciones más estrictas del aborto en Texas y la Corte Suprema está a punto de tener una audiencia de impugnación directa del caso Roe vs. Wade.
En McAllen y en el Valle del Río Grande, una región principalmente rural de Texas, donde hay altos niveles de pobreza y una gran población de estadounidenses de origen mexicano, los defensores dicen que quieren dar a conocer la historia de Rosie porque las personas pobres de color son a menudo las que experimentan las terribles consecuencias de las restricciones al aborto.
A un costado de la clínica de abortos de McAllen hay un mural pintado con colores vibrantes de mujeres morenas de múltiples tonalidades que se ayudan mutuamente en un exuberante campo verde. La luz sale de sus manos. Las palabras “justicia, compasión, empoderamiento y dignidad”, están escritas en la parte superior del mural.
La clínica atiende a pacientes de McAllen y a numerosos condados de Texas al sur de San Antonio. Muchas de las pacientes son indocumentadas y un procedimiento en McAllen cuesta hasta US$ 800. El costo es considerablemente más alto que en otras ciudades y las mujeres a menudo luchan con los costos añadidos que incluyen la pérdida de salarios, el transporte y el cuidado de los niños.
El viernes por la noche, un tribunal federal de apelaciones suspendió temporalmente la orden de un juez que había bloqueado la prohibición del aborto después de seis semanas de gestación en Texas.
El Tribunal de Apelaciones del 5º Circuito de EE.UU. actuó con rapidez para aprobar la solicitud de Texas de la suspensión administrativa del mandato, presentada el viernes por la tarde. La medida del estado se produjo después de que un juez de distrito de EE.UU. emitiera unos días antes una orden general de bloqueo de la ley a petición del Departamento de Justicia de EE.UU., que había presentado un recurso legal el mes pasado.
Lo que es constante es que las continuas batallas legales no disminuyen la angustia de décadas y los efectos de la muerte de Rosie.
“Rosie Jiménez debería seguir aquí, pero no lo está por culpa de las restricciones antiabortistas que los políticos han ido aprobando para impedir que podamos vivir la vida que queremos”, dijo Ana Rodríguez, directora de campañas del Texas Equal Access Fund y del Lilith Fund for Reproductive Equity.
Aunque Rosie ha inspirado a muchas personas a luchar por el derecho al aborto, su historia es más personal para Monique Jiménez, ya que alteró el curso de su vida.
Monique tenía apenas cuatro años cuando su madre murió, y los recuerdos de esos primeros años con su madre son escasos.
Cuando Monique cumplió 18 años, estaba preparada para empezar una nueva vida en la universidad, en el mismo lugar donde su madre pasó los últimos años de su vida. Fue entonces cuando una de sus tías le dijo que era el momento de enterarse por fin de algo que su familia le había ocultado.
“Tu madre murió a causa de un aborto”, recuerda la mujer de 48 años que le dijo su tía mientras le entregaba un libro con el rostro y el nombre de su madre en la portada.
¿Quién era Rosie?
Monique ha pasado años rellenando las lagunas con historias de familiares y a través de su propia investigación. Muchas veces ha tenido que desmentir información errónea sobre su madre que ha sido difundida por extraños a lo largo del tiempo, dice.
Y quiere que la gente sepa la alegría que su madre aportó a su familia y que fue muy querida.
Rosie Jiménez nació en McAllen en el seno de una gran familia mexicano-estadounidense. Tuvo un total de 11 hermanos, algunos de los cuales murieron a una edad temprana, entre ellos su hermana gemela. Sus padres eran trabajadores inmigrantes. A medida que la familia crecía, se apoyaron en la habilidad de la madre de Rosie para la cocina y finalmente abrieron un restaurante mexicano.
La joven Rosie tenía un espíritu solidario y le encantaba bailar. Pasaba muchos días de verano yendo a la playa en el sur de Texas, disfrutaba vistiéndose con pelucas y combinando sus atuendos con diferentes bolsos.
Rosie tenía grandes sueños y quería ir a la universidad, dice su hija, Monique. Aunque Rosie no se graduó del bachillerato, obtuvo su GED y asistió a la entonces Universidad Panamericana.
Fue la única persona de sus hermanos que fue a la universidad. Soñaba con ser profesora de educación especial, pero solo estaba en segundo año cuando murió.
“Era fuerte y sabía lo que quería”, dice Monique.
A lo largo de los años, Monique conoció a su madre a través de fotografías y escuchó a los miembros de la familia cuando recordaban a su hermana, prima y amiga. Rosie se convirtió en madre soltera a los 20 años. Las fotos que su hija guarda en un álbum de fotos muestran su amplia sonrisa durante su baby shower y los primeros cumpleaños de Monique.
Rosie Jiménez alimenta a su hija Monique, a la izquierda, en una foto sin fecha.
El año que lo cambió todo
En septiembre de 1977, Rosie no podía costear un médico para abortar y, en su lugar, acudió a una partera que no estaba autorizada a realizar abortos. Decidió ir al hospital después de sangrar durante varios días tras la intervención, pero al principio no les contó a las enfermeras ni a los médicos lo del aborto.
“Quizás tenía miedo, quizás estaba avergonzada, es difícil decir por lo que está pasando una persona o cuáles son sus pensamientos”, dice Monique. “Hay que pensar que el 77 era una época diferente, la gente no era muy receptiva a que una madre soltera estuviera embarazada”.
A medida que pasaban los días, Rosie se ponía más enferma. Tuvo una infección que se extendió por todo su cuerpo y sus órganos empezaron a fallar.
Cuando sus hermanos y padres, muchos de los cuales ya no vivían en el Valle del Río Grande, fueron al hospital, Rosie había sido entubada y su cuerpo estaba hinchado. No podía hablar a causa de la intubación, pero se dieron cuenta de que quería decirles algo.
“Le dieron un papel y un bolígrafo y escribió mi nombre en el papel”, cuenta Monique. “Le dijeron ‘no te preocupes, Rosie. Vamos a cuidar de Monique’”.
Rosie nunca volvió a casa para ver a su hija. Murió el 3 de octubre de 1977 y fue enterrada unos días después.
Una vida llena de interrogantes
Monique, que ahora vive en Houston, habla con mucha franqueza de su madre. En su mente, no hay duda de que su madre la quería.
“La gente me ha hecho esta pregunta: ‘¿Estás enojada porque tu madre abortó?”, dice Monique. “Me lo preguntan y siempre digo que no. ¿Por qué iba a estarlo? ¿Qué clase de persona sería? Mi madre tomó la mejor decisión para ella en ese momento”.
Poco después de la muerte de su madre, Monique fue enviada a vivir con sus abuelos. Pasaba algunos días en el restaurante de la familia, donde su abuela le daba una tortilla con gelatina como merienda, dice.
Otros días, iban a un autocinema o iban a nadar a un parque junto al Río Grande. Nunca se sintió sola, dice, porque tenía muchos primos.
Más tarde, la familia se trasladó al condado de Harris, en el este de Texas, donde la mayoría de los hermanos de su madre se habían trasladado. Los familiares empezaron a notar que Monique se parecía a su madre y actuaba como tal, sobre todo porque siempre quería ayudar a los demás.
“Si tenía US$ 5 en el bolsillo, te los daba sin hacer preguntas si los necesitabas”, dice Monique.
Durante todos esos años, ningún familiar entró en detalles sobre cómo y por qué había muerto Rosie. Monique dice que ella y sus abuelos siempre visitaban la tumba de su madre cuando la familia visitaba a otros parientes en McAllen, pero nunca hablaban de cómo murió Rosie.
Monique sí se dio cuenta de que sus abuelos nunca hablaban de sexo o de aborto con ella. Cuando Monique se enteró de cómo había muerto su madre, ya era demasiado tarde. Sus abuelos ya no estaban.
“Hay signos de interrogación para todo”, dice Monique. “Solo tengo las cosas que he aprendido en mi vida, o simplemente por la gente, como mis tías. Eso es todo lo que tengo. No tengo nada más”.
“Podría ser cualquiera de nosotras”
Melissa Arjona cree que si Rosie Jiménez hubiera sido varias décadas más joven y hubiera necesitado un aborto más recientemente, podría haberla ayudado.
“Ella estaba justo allí, si hubiera sido posible que recibiera ayuda. Ella habría tenido un aborto seguro, todavía estaría viva”, dijo Arjona, fundadora de South Texans for Reproductive Justice (STRJ), un grupo que solía dirigir un programa de voluntarios para acompañar a las pacientes a la clínica y que actualmente proporciona anticoncepción de emergencia gratuita.
Arjona, de 40 años, era voluntaria como acompañante en la clínica Whole Woman’s Health hace unos ocho años cuando escuchó por primera vez la historia de Rosie. Le sorprendió que la joven hubiera vivido y muerto en su ciudad natal. Desde entonces, STRJ ha organizado diferentes eventos para honrar la vida de Rosie y visita su tumba para limpiarla y llevarle rosas.
“Podría ser cualquiera de nosotras, así que se nos quedó grabada”, dijo Arjona.
McAllen ha sido un campo de batalla para los derechos reproductivos de las mujeres durante años, en parte debido a los fuertes vínculos de la región con el catolicismo y a que el aborto se considera un tabú dentro de la comunidad latina. El debate se ha intensificado en la última década, ya que los legisladores estatales han promulgado varias restricciones al aborto y los manifestantes de ambos bandos se han concentrado frente a la clínica de McAllen.
Recientemente, varios miembros de una coalición de grupos por el derecho al aborto se manifestaron en una intersección muy transitada sosteniendo un cartel de unos seis metros de largo en el que se leía “el aborto es cuidado de salud”. Animaban y levantaban el puño cuando los conductores les hacían señas con el pulgar hacia arriba, les tocaban el claxon y las niñas las saludaban. Y cuando los conductores bajaban las ventanillas para insultarlas y hacerles señas, ellas se limitaban a corear más fuerte.
“Aborto si, aborto no, eso lo decido yo”, decían en español.
El aborto es aún más restringido ahora
Más de 40 años después de la muerte de Rosie, una disposición federal relacionada con su muerte sigue siendo un punto de controversia en todo el país.
El mes pasado, el senador de Virginia Occidental Joe Manchin, un voto demócrata crucial en el Senado, que 50-50, dijo que la inclusión de la Enmienda Hyde sería necesaria para que el plan económico masivo del presidente Joe Biden contara con su apoyo. Mientras tanto, algunos de los principales demócratas han dicho a CNN que no votarán a favor del proyecto de ley si se incluye la disposición.
La Enmienda Hyde entró oficialmente en vigor en 1977 y bloquea el uso de fondos federales para la mayoría de los abortos, excepto en casos de violación, incesto o cuando la vida de la mujer está en peligro. La Enmienda Hyde no es una ley permanente y solo se aplica al proyecto de ley de gastos en el que se inserta.
En 2019, Biden se declaró en contra de la Enmienda Hyde durante las primarias demócratas, revirtiendo su apoyo a la medida, que había mantenido durante mucho tiempo.
En Texas, los legisladores estatales introdujeron una legislación con el nombre de Rosie durante las dos últimas sesiones, pero sus esfuerzos han sido eclipsados por los proyectos de ley de alto perfil contra el aborto. La iniciativa fue remitida a la comisión de Salud y Servicios Humanos para su consideración.
La Ley de Rosie, el proyecto de ley patrocinado por la representante demócrata de Texas Sheryl Cole y la senadora estatal Sarah Eckhardt, pretende despejar el camino para que las pacientes puedan utilizar su Medicaid y su seguro privado para pagar los procedimientos de aborto, un reto al que Rosie se enfrentó hace décadas.
“Rosie solo tenía 27 años y murió por un aborto inseguro. Y eso simplemente era evitable. Medicare debería cubrirlo”, dijo Cole a CNN.
Los líderes del fondo para el aborto en Texas elaboraron la legislación después de ver que muchas de sus clientas buscaban ayuda porque no podían usar su seguro para pagar la atención del aborto y no podían pagarla de su bolsillo, dice Rodríguez.
“Pero la realidad es que ahora, en 2021, el aborto está más restringido que cuando Rosie murió”, dice Rodríguez, que también es la coordinadora de la campaña legislativa de la Ley de Rosie.
Monique se siente orgullosa de que la historia de su madre haga eco en tanta gente, pero afirma que el estado está retrocediendo en lo que respecta al derecho al aborto. La prohibición del aborto en Texas es un ejemplo de cómo las restricciones son más duras que las existentes a finales de los años 70, afirma.
“Después de 44 años, ¿no hemos aprendido del pasado para no cometer los mismos errores y hacer algo mejor?”, dice Monique.
Un día antes del aniversario de la muerte de Rosie, una docena de rosas rojas frescas yacen sobre su tumba en el histórico cementerio de La Piedad. Su tumba, junto a la de su abuela y la de uno de sus tíos, ha resistido el calor de Texas y décadas de cambios que amenazan el cementerio, incluida la ampliación del aeropuerto de McAllen y su pista de aterrizaje, que está a solo unos metros de distancia.
A cientos de kilómetros de distancia, en Houston, Monique dice que ninguno de sus parientes dejó rosas en la tumba de su madre, pero agradece a los que sí visitaron el cementerio en el aniversario de su muerte. Hoy en día, puede que solo visite el lugar durante las vacaciones, pero hay muchas otras cosas que la ayudan a sentirse más cerca de su madre.
Monique estudió educación especial, cocina la sopa de carne picada y verduras que su madre le preparaba cuando era pequeña, y tiene una hija de 5 años.
Cuando llegue el momento, dice Monique, su hija lo sabrá todo sobre Rosie Jiménez y el movimiento del que sigue formando parte. Y tal vez, vayan juntas a una protesta por el derecho al aborto.
“Mi hija va a saber de ella. Quiero que conozca a su abuela”, dice Monique.